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Sencillamente Alcoy

16 mayo, 2018

La conquista del paisaje. Ese es el regalo que ofrece la CV-797 camino del Parque Natural de la Font Roja. Y a sus pies, una ciudad. Solo hay que cruzar uno de sus puentes para acariciar sus orillas moras, cristianas, modernistas y fabriles.

Texto: Rubén López Foto: Fernando Murad Vídeo: Vincent Loop – Fernando Murad
“No corras, ve despacio, que a donde tienes que ir es a ti solo”. Podría ser el lema de la próxima campaña de la DGT. Por qué no. Sin embargo, es la frase que da la bienvenida a la exposición que acoge el Centro de Interpretación del Parque Natural de la Font Roja, en Alcoy. Que lleva por título El bosque interior. Unas palabras que escribió el poeta Juan Ramón Jiménez. El autor de Platero y yo. Y que el viajero entiende como una declaración de intenciones que respira en cada curva de la carretera CV-797 que faldea las primeras estribaciones de la Sierra del Menejador. No solo por la atención que exige al volante, sino por el bosque que la escolta. Emboscándola por completo en algunos tramos.

Si “no corras, ve despacio”, no precisa explicación alguna, quizá la segunda parte de la proposición sí: “que a donde tienes que ir es a ti solo”. En cierto modo es el viaje que se emprende desde que nacemos y hay lugares que te dan ciertas pistas. Como este bosque ejemplar que tapiza la cara norte de una sierra entre los municipios de Alcoy e Ibi. En la comarca de l’Alcoià. Y que milagrosamente ha conservado un palio compuesto de carrascas, fresnos, arces, quejigos y tejos, y que permite desaparecer a los ojos del que se queda fuera. Sobre todo cuando las nubes se quedan enganchadas de sus ramas. Envolviéndolo todo en un oasis de niebla. Que obliga a mirar con atención no solo lo que te rodea, sino a ti mismo. Un reflejo que aquí, dada la belleza del escenario, siempre es indulgente, porque te devuelve mejorado.

Vine, vidi, mansit
Vine, vi y permanecí. Quien así se expresa es Edgar Ameglio. El promotor e ideólogo de Casa de la Mota. Un hotel encastrado como una piedra preciosa en la ladera de la Font Roja. Una antigua casa de labor transformada a mediados del siglo XIX en casa de veraneo de una familia aristocrática y desde este siglo hogar y hotel con encanto del matrimonio Indira y Edgar. Una construcción ecléctica de atmósfera nazarí. Engalanada de torreones, arcadas neogóticas, yeserías moriscas y una terraza donde madera y hierro se funden en un enlace modernista bien avenido. Su interior es una morada. Cada estancia de la casa emana la calidez y el gusto exquisito de sus dueños. Ellos serán sus anfitriones. Y no todos los días se comparte techo con un exembajador y su esposa, en una vivienda de 2000 m2 y rodeada de 48 hectáreas de frondosos bosques, campos de olivos y almendros. Indira manifiesta con orgullo que será la primera panameña productora de aceite. Además de elaborar una tarta de queso en el restaurante del hotel que quita el hipo.

Antes de que ustedes se hagan la misma pregunta el viajero intentará responderla. ¿Qué necesidad tenía el antiguo embajador de Panamá en Italia en meterse a hostelero? Pues el camino. El viaje del que habla la segunda parte de la frase de Juan Ramón y que Edgar resumió en Vine, vidi, mansit. Vine, vi y permanecí. Es decir, supo que era el sino que tanto tiempo había anhelado: la promesa del nirvana. Solo hay que salir de la casa y sentarse en un banco del jardín. Y dejar que la vista se deshiniba teniendo Alcoy a los pies. Y justo a la espalda un telón que solo hay que apartar con la mano para llevarles al interior de sí mismos. El único antídoto que les ayudará a combatir unos tiempos que no van despacio precisamente. Un regalo que muy pocos lugares ofrecen. Y que está aquí al lado. Esperándoles.

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Ciudad de contrastes
No obstante, estamos ante un paisaje de contrastes. Porque la misma ciudad que en 1332 protegió un patrimonio ecológico de un valor excepcional como es el Carrascal de la Font Roja, en el s. XIX y principios del XX protagonizó una de las revoluciones industriales más duras que se recuerdan. Una revolución que dejó su sello en la trama urbana, así como en su entorno inmediato. Las viejas fábricas que se reparten por los cauces de los ríos que la atraviesan por sus cuatro costados y que forman un conjunto de arqueología industrial único en el mundo. Poner en valor este legado es una de las asignaturas pendientes, en palabras de Jordi Linares, presidente de la Asociación de Turismo Alicante Interior. El guía que se buscó el viajero para cruzar uno de sus puentes y llegar a sus orillas. Por ejemplo, el de Sant Jordi, exponente del Art Decó alcoyano (1931) y que parece sacado de la mismísima ciudad de Gotham.

Siempre hay una ciudad sumergida. Donde late la verdad. Y es bueno tomarle el pulso para saber si goza o no de buena salud la que está a la vista. Al fin y al cabo, la tarea de un buen guía es interpretar las huellas que dejó la primera sobre la superficie de la segunda. Para que la ciudad no se convierta a los ojos de un viajero en un mero decorado por hermoso que llegue a ser. Que lo es. Porque tras el decorado está la vida de carne y hueso. Una vida que en Alcoy no ha sido fácil. Aquí cualquier tiempo pasado fue mejor no cuela. Sin embargo, paradójicamente, fue ese pasado el que ha dejado las huellas urbanas más bellas.

La Casa del Pavo y el Círculo Industrial; las fábricas Carbonell i Ferrandis, hoy sede de la Universidad Politécnica de Valencia; las Casas de Escaló y Laporta, la primera, obra de Vicente Pascual, la segunda, de Timoteo Briet. Dos discípulos aventajados de Gaudí, quienes pudieron dar rienda suelta a sus caprichos modernistas gracias a una gran burguesía local que necesitaba de un estilo propio. Un estilo que debía representar los nuevos tiempos. Unos tiempos hechos de cerámica, cristal, hierro, hormigón, ladrillo y muchas curvas. Les llevará dos horas enmarcar con un círculo los números de estas cinco localizaciones sobre el mapa que les facilitará la Tourist Info sita en la plaza de España. Y de vuelta, en la misma plaza, en L’Auténtic, tómense un plis-play. Café licor con Coca Cola, casi a partes iguales, servida en vaso de tubo. No se envalentonen, porque no es una bebida que haga prisioneros, sobre todo entre el bando de los recién llegados a la ciudad.

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Entre dos bandos
Los otros dos bandos son los de Moros y Cristianos. La gran fiesta alcoyana declarada en 1980 de Interés Turístico Internacional y que desfila con todos los honores en torno a Sant Jordi: el 23 de abril. Porque Alcoy es una ciudad con historia y que está orgullosa de ella. Un lugar privilegiado desde donde admirar el paso cadencioso de las 28 filaes –14 moras y otras tantas cristianas–, es tras la verja que guarda el jardín de la Glorieta. El primer parque urbano de estilo romántico de la ciudad. En la zona alta de la calle de San Nicolás. La calle de los sueños, como la llama el Jordi. Y que pertenece a la filà mora de Los Realistas. Y que cuando el viajero pasó por aquí ya estaba contando los días para ponerse el traje y liarse a trabucazos con el bando contrario. Metafóricamente hablando, aunque tanto la pólvora como las armas que utilizan los festeros son auténticas. Como de auténtica es la Cabalgata de Reyes Magos. Los niños alcoyanos reciben sus regalos de manos de pajes y paqueteros que encaramados a sus balcones y apostando grandes escaleras de madera les hacen entrega de sus regalos. Y no es un sueño. Es sencillamente Alcoy.

Amagatall de Tota
El viajero solo conoce dos tipos de cocina: la buena y la mala. Jorge Sanus es un digno representante de la primera. No solo porque se lo reconozca su madre cuando va a comer al restaurante: Tot está molt bó, fill. También lo reconocen las familias alcoyanas que llenan su local. De carrera biólogo llegó a la cocina porque necesitaba ganarse la vida. De ahí que en cada plato de su menú ponga la vida en ello. Hablamos, por tanto, de una propuesta gastronómica con cierta dosis de heroísmo, ya que la cocina de Jorge está entre dos aguas: la de toda la vida y el modo que tiene él de entenderla. Una cocina que se despacha con la etiqueta de cocina de mercado, creativa y de autor.

Jorge Sanus interpreta una cocina que entreteje dos patrones distintos. Por una cara el de la tradición; por la otra, el de la modernidad. Y muchas han sido las pasadas y los hilos que ha debido utilizar para crear su propio tapiz. Una referencia indiscutible de la nueva cocina de Alcoy. Sin perder de vista que Jorge no olvida sus orígenes. Intentado revivir en cada servicio la cocina de Tota. Su madre e inspiración. Al fin y al cabo, de eso se trata. Recuperar los sabores que tal vez marcaron nuestro camino en el pasado. Y Jorge los recupera y comparte con enorme sinceridad. A pecho descubierto, y arriesgándose a veces a no ser entendido. Pero qué más da. La vida que vale la pena está reservada a los valientes.

Este viajero recordará para siempre sus kokotxas de bacalao con all i pebre. Que rebañó hasta el fondo con el pan de masa madre que hacen ellos mismos. Y el arrocito con alcachofas, habitas y sepieta, que se comió directamente de la paella sin pasar por el plato. Y de postres rosegons y pastel de carne. Sin olvidar el helado artesano de aceite de oliva de la variedad alfafarenca que abrió un pase de 11 platos que acompañó deliciosamente un vino blanco Casta Diva de Bodega Gutiérrez de la Vega. Un dato: su tartar de atún rojo con soja, sésamo, sobre lecho de alga wakame, ha sido seleccionado en segundo lugar entre los 10 mejores de restaurantes de Alicante 2018.

Hacer noche
Alcoy ofrece un amplio abanico de posibilidades para hacer noche. Si lo que desean es alejarse del mundanal ruido y sus bolsillos se lo permiten, visiten al matrimonio Ameglio, y ocupen la suite de uno de sus torreones. Si lo que quieren en cambio es disfrutar de la noche alcoyana, el Hotel Savoy es una opción a la vuelta de la esquina. Además, desde hace poco el Savoy ha rehabilitado Casa Severina. Un alojamiento muy acogedor ideal para ser compartido en familia o con amigos. Y que ha recuperado la esencia de las casas de antes, pero con las comodidades de ahora. La zona de locales se concentra en torno a la plaza de Dins, pegada a la de España. Y si van con niños, una opción muy socorrida para cenar es Pastamanía, que ofrece una extensa carta de cocina italo-mediterránea. Como fue el caso de un servidor.

ENLACES DE INTERÉS
Turismo Alicante Interior www.turismoalicanteinterior.com
Alcoy te espera www.alcoyturismo.com
Hotel con encanto Masía la Mota www.masialamota.com
Amagatall de Tota www.facebook.com/lamagatalldetota
Rutas Guiadas Quality Tours Mariola www.qtmariola.com
Pasta Manía www.pastamanias.com
Hostal Savoy-Casa Severina www.hostalsavoy.com

Un comentario en Sencillamente Alcoy

Sencillamente Alcoy - Turismo de Interior - Turismo Alicante InteriorTurismo Alicante Interior el 23 mayo, 2018 a las 11:19 am:

[…] Interior de Alicante como destino turístico, tuvimos la gran suerte de contar con el equipo de 5Barricas.es que elaboraron el fantástico reportaje que el pasado domingo 20 de mayo apareció a doble página […]

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