Casa Los Frailes tiene esencia y sus paredes cuentan una historia apasionante. Nos hemos citado con la decimotercera generación para hablar de esa historia, pero también de los retos de presente y futuro, con el cambio climático y sus consecuencias muy presentes.
10 abril, 2025
Jaime Nicolau / Foto: Laura Lázaro
El sol empieza a asomar en el valle de Els Alforins. La belleza del paisaje hace que te embriague la calma mientras Miguel prepara café en la cocina de la casa familiar. Se une su hermana María José y pasamos al comedor dispuestos a conversar y a saber más de uno de los proyectos más apasionantes del mundo del vino valenciano.
5barricas.- Han pasado más de dos décadas del proyecto de Los Frailes con el enfoque actual ¿Qué momento creéis que vive la bodega? ¿Cómo lo sentís? ¿En qué momento estáis?
Miguel Velázquez.- En un momento de cierta madurez. De encontrar que hemos podido aportar de nuevo a un proyecto que ya existía en la familia, porque lógicamente desde 1771 vienen antepasados nuestros trabajando la tierra, sus frutos. Cuando empezamos nosotros con mi padre renovando un poco el proyecto y el concepto, buscando vinos con cierta expresión, pegamos un giro bastante importante a la finca. Menos mal que mi padre nos paró y mantuvimos la monastrell como seña de identidad y solo reconvertimos otras variedades. También nos convertimos en agricultura ecológica y demás. Quisimos cambiar el proyecto como 180 grados y queríamos renovarlo todo e intentar impregnarlo de algo muy novedoso. Luego, con el tiempo, te vas dando cuenta de que quizá teníamos mucho que aprender de lo que se hacía antes, de formas de trabajo y, por supuesto, poner en valor cosas que antes sí que se ponían como la monastrell, los depósitos de hormigón, la crianza en damajuana… Te vas dando cuenta de que tal vez eso que quisiste cambiar tan radicalmente tiene un cierto retorno a unas raíces, a una tradición en la viticultura. Y viramos hacia esas variedades tradicionales que han existido históricamente aquí, como la arcos, la mandó y demás, que complementan muy bien esa monastrell. Y en esa cierta madurez estamos.
5b.- Si echáis la vista atrás esos 20 años, ¿que os viene a la cabeza y que creéis que habéis hecho bien?
María José Velázquez.- Pues aprendes que todo en el campo y la viticultura es muy lento. Tú decides que quieres replantar, pero es muy largo. Primero tienes que arrancar, luego tienes que plantar y ya han pasado tres años. Luego te esperas tres años más a que se desarrolle la planta. Es decir, realmente lleva un período de 6 a 10 años recoger los frutos de lo que habías decidido como estrategia. 20 años ya es tiempo suficiente para haber aprendido. Son 20 vendimias también, que se dice pronto. Pero en este mundo tú aprendes una vez al año también. O sea, cada vendimia es tu enseñanza, no es como una industria que tienes muchos meses para ir mejorando, innovando. Es que te la juegas a una vendimia. Y ahí te das cuenta de que 20 vendimias tampoco es tanto; pero bueno, pienso que el proyecto ya está mucho más encauzado, que sabemos dónde queremos ir, la estrategia y esos 20 años de experiencia ya se pueden reflejar en los vinos.
5b.- Y a nivel mercados, ¿dónde está actualmente Los Frailes?
M.J. V.- Actualmente estamos en 80% en exportación y 20% en el mercado nacional, que es Comunitat Valenciana. Ahora mismo Europa está complicada. Es un buen mercado, pero está marcada por una crisis. Alemania está mal, Suiza también. Entonces ahora mismo está un poco en declive y todo el mundo está mirando a Estados Unidos. A nosotros, por fortuna, Estados Unidos siempre nos ha funcionado bastante bien. Entonces tenemos una buena base, varios importadores que funcionan. No nos podemos quejar porque Estados Unidos y Canadá ahora mismo nos están salvando. También queremos conquistar Asia. También China ha sufrido mucho estos últimos años. Pero bueno, en Asia los países emergentes son muchos, Tailandia, Vietnam, Filipinas, Singapur, en los que todavía no vendemos. La incertidumbre añadida de Estados Unidos es Trump y los aranceles. Entonces como esto es inesperado y no sabemos muy bien que va a hacer, siempre tenemos el miedo de que vuelva a subir los aranceles para el vino. Por lo que miras un poco a Asia y a otros mercados complicadísimos como Sudamérica.
5b.- Hablemos del mercado nacional. ¿Qué momento vive para vosotros?
M.V.– Desde que empezamos ha cambiado mucho la película. Cuando hablamos de local es Comunitat Valenciana, porque el resto del mercado nacional supone un sobreesfuerzo, que es una locura. Es súper complicado porque compites con todas las zonas clásicas y el resto de zonas españolas. Y luego también es verdad que los pocos recursos que tienes los debes centrar donde verdaderamente puedes sacar rédito. Afortunadamente el mercado local ha virado mucho al producto local. Yo siempre creo que ahí existe una trampa. No solo es una cuestión de apostar por lo local y de poner en valor el producto de cercanía. Ese producto de cercanía tiene que sobresalir y tener la calidad, el carácter y la expresión de donde nace. Tener claro quién eres, cuáles son tus raíces y ser capaz de expresarlo a través del producto. Ahí nace un poquito el concepto de Terres dels Alforins, para identificar lo que nos hace diferentes en estas tierras. Creo que es una imagen global y una imagen de unidad de un territorio que es algo muy bonito de exponer y que ha ayudado mucho a vehiculizar este concepto de territorio. Cuando bebes, cuando consumes un producto local, estás consumiendo un poco el paisanaje, el paisaje y todo este concepto que considero que es muy real dentro de un producto de calidad.
5b.- La agricultura ha vuelto a dar una lección en la tragedia de la DANA. ¿Qué puede hacer la sociedad para devolver al agricultor la lección de vida que nos ha dado saliendo en ayuda de los afectados?
M.V.- Creo que, a día de hoy, desgraciadamente, los agricultores o las personas del sector agrario todavía tiene un rol secundario en la sociedad solo por el hecho de trabajar la tierra. ¿Cómo se consigue darle orgullo de pertenencia? Consumiendo productos de temporada, de huerta, valorando a los huertanos, no teniendo miedo a ir a un mercado a comprar productos de proximidad. No comprando productos fuera de temporada que no corresponden. Así lo conseguiremos. Porque es verdad que al agricultor no le vas a dar orgullo de pertenencia por darle palmaditas en la espalda o un abrazo. El orgullo de pertenencia nace de poner en valor sus productos y pagar lo que vale. Tenemos un ejemplo clave para mí, que es Francia. Allí el agricultor está mucho más valorado socialmente. Ese sería el gran agradecimiento para mí a lo que han hecho en la DANA y ya hicieron en pandemia.
M.J.V.- Totalmente en esa línea. Creo que aquí lo importante es el precio justo por las cosas. Francia, que es nuestro gran ejemplo porque lo tenemos al lado, lo ha tenido claro desde hace mucho tiempo. Señores, seamos valientes y pongamos el origen claro para que el consumidor decida. Y a la gente le diría que no mire únicamente el precio. No vale todo por comprar barato. Hay que pagar el precio justo por las cosas y eso es un planteamiento que en España no ha calado.
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