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Julián López: El niño que ‘nació’ en una bodega y hoy susurra a la viña

9 octubre, 2020

Jaime Nicolau / Fotos: Vicente Escrivá
Los proyectos bodegueros con raíces bien agarradas al terruño calan. Si un niño crece en una finca, juega entre cepas, se ensucia con la tierra y come uva, tendrá en su memoria recuerdos que siempre estarán ahí. Si ese niño crece entendiendo a esa viña, a ese suelo y a ese entorno, tiene muchas posibilidades de rendirse a sus encantos. Y eso es lo que le ha ocurrido a Julián López. Junto a su hermana María José conforman la segunda generación de la firma Chozas Carrascal. Sus padres emprendieron el proyecto en 1990. Ese año nació Julián,  el pequeño de los dos hermanos.

«Recuerdo subir a todas las parcelas que hoy cultivamos de viña a jugar. Mi abuelo paterno era de Requena y mi padre quiso volver a sus orígenes. Ya más mayor venía mucho con mi padre a ver las viñas y además, como él es un enamorado del vino, muchas vacaciones las pasábamos visitando zonas vitivinícolas preciosas. Recuerdo Burdeos, Loyra, Alsacia, Champagne… Hemos recorrido tanto que en el año del mundial en 1998, llevamos a mi hermana cerca de Burdeos y estuvimos durmiendo en un pequeño hotel en el mismo pueblo en el que 20 años después hice mis prácticas en Mouton Rothschild, y el mismo hotel en el que durmieron mis padres cuando vinieron a visitarme».

Y es que el mundo del vino y la viticultura ya corrían por las venas de Julián, casi sin darse cuenta. Estudia agrónomos en Valencia durante cinco años y hace el trabajo de fin de carrera sobre las autóctonas Macabeo y Bobal. Marcha a Montpellier para terminar de formarse en viticultura y enología. La cuna mundial de la viticultura. Tras año y medio viaja a Burdeos, cuna de la enología. Pasa primero por una bodega de volumen de Mouton Rothschild. Demuestra su valía y allí le dan una oportunidad soñada: trabajar en Château Mouton Rothschild. Era el premio gordo. «Encajé muy bien desde el principio. Tengo grandes amigos allí. Vinificar en ese templo es algo único. Fue una experiencia brutal».

Regresa a finales de 2016. «Mis padres y mi hermana habían creado algo muy bonito. Me encuentro una bodega espectacular en funcionamiento. Me lo tomé como un reto y un máster. Coger con 27 años una bodega con ese recorrido era una gran responsabilidad. Tenía que conocer la bodega, mantener el nivel de los vinos que ya era muy alto. Y ahora, tras esa etapa, ya me apetece mostrar junto a mi hermana toda la expresión que es capaz de mostrar nuestra Finca, más allá de nuestros Vinos de Pago. Queremos que brillen todas las parcelas interesantes que tenemos. Es volver a nuestro origen con vinos que muestren dónde estamos. Ese era el siguiente paso».

Y el resultado empieza a verse. Los vinos necesitan tiempo y hay proyectos que ven la luz ahora que llevan tiempo reposando. «Buscábamos hacer un bobal con mucha personalidad. Hemos buscado parcelas de más de 80 años, muy mimadas. Es Materia y es el resultado de esa filosofía de identificar el origen», señala.

Y así, con pasos firmes y formación, aquel niño que nació el mismo año que la bodega ha ido reafirmando su pasión por la viticultura y la enología, por este orden. La misma pasión que muestra por sus padres y su hermana. Porque si Chozas Carrascal tiene alma, esa es la de la familia López-Peidro.

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Un comentario en Julián López: El niño que ‘nació’ en una bodega y hoy susurra a la viña

Luis Saavedra el 9 octubre, 2020 a las 7:42 pm:

Me alegro mucho de tu éxito. Salud y buena suerte

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