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Patraix, tierra de lagares

22 octubre, 2019

. En la zona han aparecido restos de tres lagares medievales y se tienen referencias documentadas de dos más

M.ª Carmen González

Patraix es, en la actualidad, uno de los barrios más particulares de la ciudad de Valencia. Sus grandes avenidas, como Tres Forques y Archiduque Carlos, y su entramado de calles urbanas fuertemente edificadas no hacen presagiar lo que esconde en su corazón: una plaza en cuyas inmediaciones aún resisten varias casas medievales y donde se percibe todavía un aroma a pueblo; ese pueblo que dejó de serlo en 1870 para convertirse en una parte más de la ciudad. Un pueblo dominado por la huerta y la agricultura hasta prácticamente los inicios del siglo XX y en el que un buen número de casas tenía su propio lagar para la elaboración de vino.

Aunque han aparecido algunos vestigios romanos, se cree que el origen de Patraix es árabe. Su núcleo sería una antigua alquería musulmana, Petraher, rodeada de huerta y dominada por varias acequias, como las de Favara y Mislata, que la llenaban de vida. Una huerta y una actividad, la agrícola, que prosiguió en época medieval cristiana y que llegó prácticamente hasta las postrimerías del siglo XIX. Una huerta que circundaba la ciudad de Valencia y en la que, aunque hoy nos pueda sorprender, la vid tenía gran protagonismo, junto a otros cultivos como el trigo y, hasta bien avanzado el siglo XIX, la morera.

En este contexto agrícola en el que la viña fue uno de los grandes cultivos hasta el siglo XIX es lógico pensar que se elaborara vino y que las casas y alquerías de la zona dispusieran de sus propios lagares y bodegas. De hecho, en excavaciones llevadas a cabo en el barrio se han encontrado hasta la fecha tres lagares medievales y se tiene constancia documental de dos más. “Teniendo en cuenta que en Patraix se ha excavado muy poco, y que han aparecido este número de lagares, se puede pensar que casi todas las casas tendrían bodega. Los datos nos dicen que en Patraix era habitual que hubiera pequeños lagares domésticos”, explica Víctor Algarra, arqueólogo responsable de algunas de las excavaciones llevadas hasta el momento en la zona.

Así, a finales del pasado año 2018, las obras para construir un complejo residencial en la calle Turís (antiguo punto de entrada a la plaza de Patraix desde Valencia) sacaron a la luz los restos de tres casas medievales datadas entre los siglos XV y XVI. En una de ellas, una gran casa próxima al concepto de alquería, apareció un lagar y una bodega.

Este ‘celler’ está compuesto por una balsa circular –muy parecida a las encontradas en el complejo de Bombas Gens y en la alquería de Barrinto, ambas en Marxalenes-, realizada con paredes de encofrado de hormigón, pavimentada y chapada con baldosas de pasta roja, sobre la que se pisaría la uva. El mosto decantaba desde aquí a otra balsa más pequeña, de forma rectangular, ubicada en una sala contigua, una gran bodega en sótano en la que también había espacio para toneles y tinajas.

En esta pequeña balsa donde se recogía el mosto apareció también un cuenco que servía para recoger las pieles de las uvas y otros desechos, realizado en loza azul de Manises, cuya decoración ha servido a los expertos para datar el conjunto de la bodega, que sería de la primera mitad del siglo XVI.

Esta bodega, situada en sótano al que se accedía por unas escaleras, está pavimentada con ladrillos puestos en disposición de espiga, y cuenta con un banco de obra con relleno de tierra interior, que es donde estarían almacenados los toneles o tinajas. “Previsiblemente toneles”, apunta Algarra.

Además de este lagar, otros dos de tipología muy similar aparecieron años atrás en el barrio. Uno en la misma plaza de Patraix, en el número 6, y otro bajo el actual parking de la calle Chiva. El primero de ellos estaba en una casa parecida y también tenía una balsa circular y otra más pequeña de recogida, así como espacio de bodega. El de la calle Chiva, por su parte, apareció aislado, ocupando parte del espacio de una vivienda anterior de época islámica. En este caso también tenía balsa circular y otra de recogida de mosto.

Desgraciadamente, ninguno de estos restos puede verse en la actualidad, ya que al carecer de la suficiente importancia histórica y arqueológica, al existir otros ejemplos en la ciudad, fueron tapados y se construyó encima de ellos. Eso sí, los elementos encontrados, como el cuenco de cerámica del celler de la calle Turís, fueron llevados al SIAM, la Sección Arqueológica del Ayuntamiento de Valencia.

Además de los restos de estas tres bodegas encontradas en Patraix, se tiene constancia documental de la existencia de dos más. Así, existe un documento notarial del año 1460 en el que se hace inventario de los enseres encontrados en la casa del labrador Pere Vives tras su fallecimiento. Este documento da una idea de cómo eran las casas de Patraix en el siglo XV. En la vivienda de Vives, según consta en el inventario post mortem, había un celler o bodega para almacén de grano y para la producción y almacenamiento de vino, formado por tinas de roble y balsas (cups) para el pisado, fermentado y decantación del mosto, y tinajas y jarras de vino.

Así, en el documento, escrito en el valenciano de la época, pueden leerse informaciones como esta: ‘En lo celler de la dita casa foren trobades tretze gerres grosses buydes com en sa vida se diga que lo dit deffunct avia venut lo vi que en aquelles era’, ‘Un cup de roure ab son follador que cola dotze gerres poc més o menys’ o ‘un altre cup persemblant de roure e menys de follador que cola sis gerres’.

En otro documento de 1926 se hace referencia a la reforma de una antigua casa de origen medieval situada en la plaza de Patraix y perteneciente a la familia Benlloch (la Tía Sinera y el Tío Seraví), una de las familias de labradores más acaudalados de Patraix. Su estructura se parece mucho a la anterior. Es una casa de dos alturas con una bodega en la planta baja, situada junto al corral y la cocina.

Todas estas construcciones dan idea de la importancia que ha tenido la agricultura en Patraix desde la Edad Media y

hasta los albores del siglo XX. De hecho, según el padrón de 1849, el 70% de las 88 unidades familiares del pueblo basaban su forma de vida en el campo, ya fuera como labradores propietarios de las tierras o como jornaleros. El resto se dedicaba, principalmente, al artesanado textil (sogueros y tejedores).

De este rico pasado agrícola dan cuenta numerosas alquerías, algunas ya desaparecidas, como las famosas de Pontons o Salavert, y otras aún en pie como la de los Frailes. Asimismo, en la zona que rodea la plaza de Patraix todavía se conservan algunas casas medievales que dan un carácter muy especial al barrio. Así, tres de estas viviendas se encuentran en la calle Alcudia (números 7, 9 y 11) y otra en el número 12 de la calle Marqués de Elx.

Además de estas antiguas casas con 500 años de historia, hay otros elementos que recuerdan el pasado de pueblo de Patraix, como su plaza peatonal, epicentro del barrio, dominada por el campanario de la iglesia (siglo XVIII).

Patraix. Un barrio con sabor a pueblo. Un pasado agrícola. Una tierra de lagares.

Si quieres conocer más sobre el barrio de Patraix te invito a leer el libro ‘Patraix: de poble a barri‘, obra de Javier Mozas, Carlos Barquero y Víctor Algarra, que se acaba de reeditar.

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