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Viña Lidón, un chardonnay de cielos azules y nubes blancas

25 June, 2021

Texto y fotografía: Rubén López Morán

No queda otra que amar la vida. Sobre todo cuando te ofrece un cielo azul ultramar, atravesado por un ejército de nubes blancas que parecen batirse en retirada. La amas porque, aunque a veces la misma vida te hace ver la copa medio vacía, otras en cambio se llena de un brillo amarillo pajizo con destellos dorados, entretejido con pinceladas a frutas tropicales y vainilla, sobre una base de sabores vivos; una copa que te lleva hasta una parcela sita a los pies de la Casa de don Ángel. Una residencia de fábrica modernista, que se alza al regazo de la Sierra del Negrete, en el término municipal de Utiel, donde se extiende una denominación de origen singular: Pago Vera de Estenas.

Una historia familiar

Vera de Estenas es una bodega entrañablemente familiar. Liderada en la actualidad por Félix Martínez y ayer por su padre, Francisco Martínez Bermell, quien en 1981 plantó el primer viñedo de la variedad francesa Chardonnay de la comarca Utiel-Requena. Unas cepas que cumplen hoy 40 años de vida y 25 añadas de producción de un vino blanco extraordinario. Un vino que expresa con lucidez y transparencia el paisaje que lo alumbra. Un valle de márgenes dilatados que lame las orillas de unas montañas radiantes, de calcáreo espinazo, y cubiertas de pinos y plantas aromáticas. Unas vertientes de textura pedregosa, donde las viñas se rizan tanto por los vientos del norte como del sur, siempre bajo la atenta mirada de un sol mestizo: celtibérico.

Enología imaginativa

Así y todo, esta exuberante puesta en escena nada sería sin la mano del hombre. De su ambición y audacia. En el caso que nos ocupa, porque de la elaboración de un gran vino versa este reportaje, del método empleado para conseguir una obra de arte que emociona hasta el tuétano con solo acercar la nariz: Viña Lidón. Un método que Félix Martínez explicó con una sencillez y generosidad proverbiales a una concurrencia rendida y prisionera ante sus ideas. Y que desgranó abriendo botellas guardadas en la cava de la Casa de don Ángel, pertenecientes a las añadas 2003, 2013, 2015 y 2020.

Un procedimiento que se basa en la fermentación en barrica nueva de roble francés, con dos meses de crianza sobre sus lías, y con puntuales batonage o remontados manuales para conseguir un vino con recorrido, muy vivo, complejo y con volumen. Esto es, un Chardonnay hecho en Valencia. Una auténtica temeridad. No en vano, de loco de remate le tacharon en su momento y más cuando la primera añada salió al mercado con un coste elevado: 1.000 pesetas. Aun así, lo tenía claro el bueno de Félix: “Si no lo vendo, me lo beberé con mis amigos”. Y vive Dios que lo vendió y lo sigue vendiendo aquí y en medio mundo, además de bebérselo con sus amistades y con todos aquellos que aprecian y admiran lo que se llevan a la boca. En esta ocasión, un bellezón líquido.

Cocina Oscar Torrijos

Para redondear las bodas de plata de Viña Lidón 2020 –su nombre viene de la tradición del padre de Félix, el sr. Martínez, de nombrar los viñedos según iban naciendo sus nietas-, Félix y su familia contaron para el maridaje con un cocinero de excepción; para muchos el gran referente de la cocina valenciana: Oscar Torrijos. Quien preparó unos platos basados en la gastronomía local, con embutidos y chuletitas de cordero de Carnicería Vergara de Requena, pimientos asados llegados de la vega del río Magro, aunque también preparó un salmón a la brasa de una tersura y melosidad inigualables, y un sencillo y memorable gazpacho, que para eso presidía la mesa un vino blanco.

Una vez servido el menú, compartió mantel y conversó con los comensales. Un servidor aprovechó la ocasión para tirarle un poco de la lengua. Recordó entonces con un deje de melancolía la bodega de su establecimiento, ¡que llegó a almacenar 25.000 botellas!, a sus clientes, familias acomodadas de la Valencia de principios de los noventa, y aquellas grandes comidas de negocios. Que sirvan estas palabras de homenaje a su figura. Y qué mejor broche que brindando con un Viña Lidón 2020, mientras se filtran entre las hojas fragmentos de cielo.

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