8 October, 2015
José Antonio López
Desde la vuelta ciclista no había vuelto a visitar el puerto de Valencia. Recuerdo que comentaba con mis compañeros el marco incomparable, y que no tienen otras ciudades costeras de España, que nos dejó la Copa América. Desde el edificio Veles e Vents se disfruta de una tranquilidad que, difícilmente, se puede encontrar en otros lugares. Cielo, mar y relax, mucho relax.
En uno de esos momentos de intervalo de la salida de la prueba ciclista, paseé por los alrededores del emblemático edificio. Me encuentro con un lugar que me llama la atención. Se llama Destino Puerto, Food&Fun. Necesito volver.
Y como todas las cosas buenas ocurren porque tienen que ocurrir, el pasado lunes volví a la zona y descubrí la taberna marinera llamada Destino Puerto.
Me encontré en un local distinto. Para que se hagan una idea, los que no lo conocen, cuando llegas al aparcamiento del Veles e Vents te encuentras con la agradable sorpresa de que tienes dos horas de aparcamiento gratis. Fantástico. De ahí, tras subir una mínima escalera, abres los ojos ante una gran terraza chill out. Sofás comodísimos, cojines, elegancia…acogedor. Es el sitio ideal para tomar un aperitivo a mediodía, compartir una agradable comida y volver a la hora de cenar, además de darte un homenaje con una copa por la noche. Silencio. Brisa marina.
Junto a esta terraza un restaurante, taberna, que tiene todos los componentes marineros que atraen y agradan. Una parte, al aire libre, otra acristalada. Una informal, la otra más selecta, incluso un espacio infantil para que los niños, si van en familia, puedan disfrutar con todos los juegos del mundo mientras los padres disfrutan de un día que, sin duda, será inolvidable.
Sobre las doce de la mañana, cuando quedo con Paco Vila, el creador de este espacio, me entusiasmo por minutos ante la vista del mar y el cúmulo de sensaciones que me invaden.
Paco es una persona muy inquieta. Me cuesta seguirle. Es esa persona que está a punto de acabar una cosa y ya tiene en marcha otra. Ama lo que hace. Lo disfruta. Te contagia.
Viene del mundo de la noche. “No tengo antecedentes de hostelería, los conocimientos que tengo los he adquirido por mis estudios y por mis viajes”.
Sin embargo, sí hay un nexo de unión. El abuelo Rafael tenía un puesto de pollos y embutidos en el Mercado Central. El otro abuelo, Vicente, era panadero. Ya, desde muy pequeño, hacía sus pinitos en el contacto con la gente.
La Cervecería Madrid, templo donde los haya, es uno de sus negocios. Recordamos mutuamente, la maravillosa Agua de Valencia que se servía allí y que creó escuela.
La Copa América le brinda una oportunidad a Paco de hacer algo distinto. Abre la bocatería Defender en el mismo local que ahora está Destino Puerto. Se enamora de la zona y sigue abriendo otros negocios como es el de un restaurante japonés Harajukup (espero haberlo escrito bien) con un socio que ya dominaba el arte de la gastronomía japonesa. Más adelante vendría Mist un restaurante especializado en cocina mediterránea.
La gastronomía le tira. Empieza a estudiar y decide cruzar el charco y estar un tiempo en Miami y Nueva York.
“Es increíble lo que puedes aprender allí. Están todas las cocinas del mundo e, igualmente, cocineros de prestigio universal. La fusión de culturas, el placer de aprender, el interés por triunfar. Toda una experiencia”.
Es una etapa de mucho trabajo y mayor aprendizaje. “Ya no es solamente la cocina, sino el trato exquisito al cliente y el respeto hacia la casa donde trabajas. Te encanta captar al comensal y demostrarle todo lo que sabes y le puedes ofrecer buscando la máxima excelencia”.
En esta etapa, Paco tiene contacto con cocineros tailandeses, japoneses, europeos, americanos… necesita estar en un lugar el tiempo necesario para aprender y buscar otro donde ampliar sus conocimientos. Es un tiempo de gran riqueza cultural y experimental que le lleva a servir y atender desde las más grandes personalidades, hasta las más humildes.
Vuelve a Valencia con la idea clara de montar lo que él se enorgullece en decir que es una Taberna Marinera. Todos sus esfuerzos y sus conocimientos los vuelca en conseguir su objetivo. Un local cómodo y atractivo en un marco incomparable. Un equipo de cocina especializado y motivado. Una brigada de camareros que cuida hasta el más mínimo detalle y una cocina que es la que nunca olvidó. La compra diaria de los mejores productos y el respeto por los mismos en el momento de su elaboración.
“No puedo olvidar que nací junto al Mercado Central. Necesito estar allí, todos los días”.
Seguimos hablando y disfrutando “hay que venir al mar” repite una y otra vez y yo le aplaudo.
Nos traen unas huevas rebozadas para abrir boca, que quitan el sentido. Decidimos probar algún que otro plato, ya que la hora que se nos ha hecho con la conversación lo requiere.
El cazón en adobo; las grandes croquetas caseras de pollo, jamón y marisco; la tempura de verduras; el pulpo a la brasa con aroma de romero; el arroz meloso con rape y calabaza; los huevos escalfados con salsa de mariscos y tostas de hojaldre; la presa ibérica al Pedro Ximénez con espuma de patatas a lo pobre… No podemos olvidarnos de la bandeja de fritura de pescado o el arroz meloso de pollo de corral. Buenos vinos. Excelentes postres.
Evidentemente no lo probamos todo, pero lo que tuvimos ocasión de degustar, es para ponerle nota alta.
Destino Puerto abre todos los días. Tiene un menú diario de 11€ que incluye entrantes, plato fuerte, bebida y postre. Dispone, igualmente, de un menú infantil. Los fines de semana el precio del menú es de 18€. Hay que recordar que tienen dos horas de parking gratuito y que la tercera hora vale 1€. El tiempo que estén en Destino Puerto, no tiene precio. Para reservar en el teléfono 637 620 926.
Ya me dirán.
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