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Castelló, la tierra del renacer y del buen vino

13 enero, 2021

Texto: Pedro R. Arias / Fotos: Fernando Murad y Antonio Pradas
Castelló siempre ha sido una tierra de excelentes vinos. El origen vitivinícola de esta provincia valenciana se remonta a la mismísima época de los fenicios, entre los siglos VIII y IX a. C. Pero no fue hasta el periodo romano cuando se inició la verdadera expansión de la vid y el vino por varias de sus localidades más emblemáticas, como Les Useres, Almedíjar o Sant Mateu. A lo largo de su era más dorada, del siglo XVI al XX, destacaron varios de sus vinos, como el Murviedro de la zona del Palancia-Mijares o el Carlon del Maestrat, ambos alcanzando un importante reconocimiento fuera de nuestras fronteras.

Sin embargo, a principios del siglo XX dos acontecimientos decisivos supusieron el declive de los vinos de la terreta. Por un lado, la llegada de la filoxera en 1902, un insecto procedente de América del Norte que atacó de una manera brutal la viticultura mundial, devastando los viñedos y arruinando las zonas vitivinícolas de España. Y, por otro, la Ley del Estatuto de la Viña del Vino y de los Alcoholes que supuso la prohibición de la plantación y venta de cepas y el consumo de vinos de variedades híbridas. Lo que propició el arrasamiento y abandono de miles de hectáreas de viñedos y de los cuatro mil agricultores que vivían del vino tan solo resistieron doscientos.

Pero como buena uva nunca muere. A principios de los años noventa y tras la pérdida de casi una generación de viticultores en toda la región, resurgió un movimiento impulsado por un pequeño grupo de supervivientes que decidieron unirse con el fin de crear lo que hoy se conoce como la Indicación Geográfica ‘Vins de la Terra de Castelló’. Una figura de calidad que garantiza la producción de obtenidos íntegramente de uvas cultivadas en viñedos de las tres subzonas vitivinícolas: Alto Palancia-Alto Mijares, Sant Mateu y Les Useres-Vilafamés.

Actualmente, la entidad la componen quince bodegas de distintos puntos de Castelló que velan tanto por la calidad y la prestigiosa personalidad de sus productos como por el reconocimiento de sus vinos en el mercado nacional: Alcovi, Almarós, Barranc dels Cirers, Bellmunt & Oliver Viticultors, Besalduch, Valls & Bellmunt, Castells i Montoliu, La Canetana, Barón d’Alba, Cooperativa de Viver, L’Estanquer, Bodega Flors, Mas de Rander, El Mollet, Vino y Cultura, Bodega Les Useres y Vega Palancia.

Juan Carlos Pavía, actual presidente de la IGP Castelló, valora positivamente la trayectoria de los vinos de la provincia durante estas dos últimas décadas, ya que las bodegas castellonenses han sido capaces de subirse a un tren en marcha y de alta velocidad. «El principal logro de nuestros bodegueros es haber vuelto a tener la ilusión de elaborar vinos en nuestra tierra tras tantos años de sequía«, sostiene.

Esta recuperada ilusión por hacer vino también ha hecho posible que la provincia valenciana se esté convirtiendo poco a poco en uno de los principales enclaves de enoturismo, a través de actividades y visitas a las bodegas reunidas en la Ruta del Vino de Castelló. Una asociación de empresarios que supone un nuevo impulso para el turismo del vino y la gastronomía local, dando visibilidad a las hermosas poblaciones de producción vitivinícola en las que los visitantes podrán encontrar la verdadera esencia de la vida agrícola más tradicional.

Les Useres, Sant Mateu, Canet lo Roig, Viver, Soneja, Benlloch, Cabanes, Vilafamés, Segorbe y Sant Jordi son algunos de los municipios que conforman esta interesante ruta. Espacios únicos donde poder disfrutar de catas de los mejores productos autóctonos, degustar platos de gastronomía local o descansar en acogedores alojamientos a escasos kilómetros del Mar Mediterráneo.

Sergio Garrido, presidente de la Ruta del Vino, afirma que en los últimos años han crecido en números de socios, ya que las bodegas castellonenses han visto en la Ruta una herramienta perfecta para crear sinergias y aunar esfuerzos con el fin de conseguir una mayor captación de turistas interesados en el mundo del vino. «Castelló es una zona bastante virgen en el sentido del turismo de interior y enoturismo, por ello, estamos trabajando para recibir un mayor turismo que esperamos que poco a poco terminemos alcanzando», señala.

Sin duda, toda una demostración de cómo vendimia a vendimia Castelló ha sido capaz de reinventarse y resurgir de sus propias cenizas gracias a la pasión y dedicación de su gente por sus vinos.

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