15 noviembre, 2023
Jorge Corella
Hoy en día hablamos con normalidad de la Denominación de Origen Valencia. Sin embargo, para hablar del origen de la cultura vitivinícola en esta demarcación geográfica debemos remontarnos a tiempos pasados, concretamente a aquellos siglos en los que los fenicios ocupaban las tierras íberas.
Estos pobladores de la actual península aportaron importantes avances generales pero, sin duda, una de las grandes herencias que dejaron fueron las plantaciones de vides. Esta incursión en el mundo de la agricultura fue todo un acierto, ya que las nuevas plantaciones se adaptaron perfectamente al terreno y al clima del lugar.
Según avanzaba la historia, las actividades vitivinícolas fueron ganando protagonismo en la vida de la provincia, tanto a nivel agrícola como en el ámbito comercial, consolidándose el vino como uno de los productos de mayor relevancia en la región.
El periodo más importante para la estabilización y consolidación de la viticultura en la provincia coincidió, no por casualidad, con la estancia de los romanos en la península ibérica. Los avances técnicos, tecnológicos y estructurales traídos por los ciudadanos que rendían pleitesía a los diferentes emperadores de Roma fueron diferenciales en las prácticas agrícolas en tierras íberas.
De hecho, aunque antes de la llamada romanización ya hubo constancia de actividades vitícolas, la llegada del Imperio convirtió al vino en una de las mercancías más usuales de los puertos de la actual provincia de Valencia.
Por otro lado, la llegada de los árabes a la península siglos después no supuso ningún impedimento a la proliferación de la actividad vinícola, es más, los avances agrícolas que llegaron con el dominio musulmán favorecieron el cultivo de vides en tierras valencianas.
A pesar del gran éxito cosechado por la viticultura a lo largo de la historia, no sería hasta 1932 cuando la DO Valencia, previa aprobación del Estatuto del Vino, se oficializaría como una de las denominaciones más representativas e históricas del sector vitivinícola nacional.
El siguiente paso dado por parte de la DO Valencia no llegaría hasta finales de los años 50. En 1957 se aprueba el Reglamento del Consejo Regulador para los vinos de la provincia de Valencia, amparados bajo las Denominaciones de Origen ‘Valencia’, ‘Utiel-Requena’ y ‘Cheste’.
El 16 de noviembre de 1976 aparece publicado en el B.O.E. el Reglamento de la Denominación de Origen Valencia y de su Consejo Regulador. Este Consejo Regulador se ha caracterizado por sufrir diversas modificaciones con el objetivo de adaptarse a las necesidades de los últimos años.
Por último, el 4 de agosto de 2022 se hizo oficial un cambio en los términos territoriales de la DO Valencia. Esta modificación redujo su superficie y dio lugar a la actual DO Valencia y su Consejo Regulador.
La función de este Consejo Regulador no es otra que garantizar el origen y la calidad de todos aquellos vinos que forman parte de las 64 bodegas de la marca ‘DO Valencia’. Estas firmas se reparten por las 8.376 hectáreas con las que cuenta esta Denominación de Origen.
Todas estas bodegas se distribuyen en cuatro subzonas: Moscatel, Valentino, Clariano y Alto Turia. El Alto Turia, ubicado en el noreste de la provincia de Valencia, es uno de los terrenos que adquiere mayor valor gracias a su declaración como Reserva de la Biosfera por parte de la UNESCO.
En esta zona, la viticultura predominante es la de alta montaña, caracterizada por contar con unas parcelas situadas entre los 700 y los 1100 metros de altitud, adaptándose a climas extremos que fusionan rigurosos inviernos y secos veranos que aportan a los vinos la personalidad propia de los vinos de altura, elaborados principalmente con las variedades merseguera, macabeo y bobal.
Valentino es un territorio más bajo —entre los 200 y los 600 metros de altitud— que se ubica en la zona central de la provincia y que se caracteriza por un viñedo en el que predominan las variedades merseguera, macabeo, planta fina, tintorera, tempranillo y merlot.
La Moscatel de Valencia es una zona ubicada en el corazón de la provincia en el que la cepa predominante es la moscatel. Esta variedad se beneficia de un clima cálido y soleado, influenciado por la brisa del mar Mediterráneo.
En el caso de la zona de Clariano, las variedades más características son las de monastrell, forcallà, tintorera, verdil y tortosí, favorecidas por una orografía que se distingue por unos terrenos entre los 400 y los 700 metros de altitud, a lo que se suma una brisa marina propia de este valle ubicado en el sur de la provincia.
La viticultura es un elemento fundamental para entender la esencia de la provincia de Valencia, pues más allá del aporte económico es el reflejo de la realidad sociocultural de la provincia. De hecho, parte de los municipios que forman parte de esta provincia no podrían entenderse sin la influencia de las vides y sus paisajes.
Actualmente, la viticultura en la DO Valencia da trabajo a 2156 viticultores, que se reparten principalmente entre la zona Moscatel, seguido en número por la zona Valentino y Clariano, siendo la zona Alto Turia la menos numerosa.
En cuanto a las variedades, entre los blancos se trabaja principalmente con chardonnay, macabeo, malvasía, merseguera, moscatel y verdil; mientras que en tintos las principales cepas son: bobal, cabernet-sauvignon, merlot, monastrell, pinot noir, tempranillo y tintorera.
Otro de los puntos que diferencian a la DO Valencia es su comercialización mayoritariamente externa, es decir, más allá de la frontera nacional, representando un 70% de las ventas totales. Dentro de los compradores principales, destacan países como Rusia, Alemania, Reino Unido y Canadá.
En definitiva, la esencia de la DO Valencia y su Consejo Regulador gira en torno a la defensa de un territorio, su paisaje y una viticultura basada en las variedades autóctonas que convierten a esta provincia en un lugar único.
Salvador Manjón, presidente de la DO Valencia
Desde su llegada a finales del 2021 en sustitución de Cosme Gutiérrez Ruiz, Salvador Manjón ha desempeñado como presidente de la DO Valencia un papel en el que la innovación, la apuesta por las cepas autóctonas y la defensa de los territorios valencianos se han convertido en los principales baluartes de su programa.
Su atrevida apuesta por una imagen más fresca y moderna ha ayudado a mejorar la visión que proyectan hacia sus consumidores, aportando valor añadido a una causa en la que los vinos de la DO Valencia adquieren una importante cuota de mercado en las propias fronteras de la Comunitat Valenciana y fuera de ellas.
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