Mª Carmen González
Las plazas de prácticamente la totalidad de las ciudades centroeuropeas albergan en estas fechas los tradicionales mercados navideños: espacios llenos de magia en los que encontrar todo tipo de regalos, decoración navideña, degustaciones de productos típicos y en los que poder deleitarse los sentidos con las luces de colores, el olor a pino fresco o canela y el aroma dulzón del… vino caliente.
Sí, aunque en otras latitudes más meridionales pueda parecer poco menos que un sacrilegio tomar un vino caliente, las bajas temperaturas que se registran en estas fechas en el centro de Europa, hacen que esta bebida, endulzada y aromatizada con diferentes especias, sea todo un regalo: un reconstituyente capaz de calentar el cuerpo y el espíritu.
Las variedades son numerosas, y los nombres también: Glühwein en Alemania o Vin brulé en el norte de Italia, por ejemplo, pero la esencia siempre es la misma. La bebida que aromatiza estos mercaditos navideños está elaborada con vino, normalmente tinto pero también puede darse con blanco, azúcar, cáscara de limón o naranja y especias varias, entre las que no suele faltar el clavo, la canela y el anís estrellado. Según los gustos, hay quien le añade pasas, jengibre o laurel.
Otra bebida de curioso nombre elaborada con vino y que se toma en el Trentino es el Parampampoli que, por sus ingredientes, anima como un porompompero. Y es que al vino se añade grappa (un tipo de aguardiente), café, azúcar, miel y diferentes especias, y se sirve ‘alla fiamma’. Como si de una queimada gallega se tratase, se prende fuego al preparado y se sirve flambeado en resistentes tazas de cerámica.
La visita a estos mercados navideños es una tradición que nos transporta a un lugar mágico: nieve en el suelo o en los árboles, villancicos y melodías navideñas sonando de fondo, árboles de Navidad, luces de colores, pesebres y preciosas casetas de madera en las que encontrar todo tipo de adornos navideños, juguetes artesanales, quesos, dulces típicos…
En Alemania y la región italiana del Trentino-Alto Adige encontramos algunos de los mercados más bonitos, merecedores de una visita. Los ‘Christkindlemarkt’ germanos suelen abrir el primer domingo de Adviento y cerrar entre el 22 y el 24 de diciembre. Están ubicados en las principales plazas, junto al tradicional abeto y la famosa ‘pirámide de la Navidad’, y ofrecen todo tipo de productos, entre los que no falta el típico Cascanueces.
En el mercado de la ciudad amurallada de Nuremberg son típicas las muñecas comestibles hechas con ciruelas pasas, higos secos, uvas pasas y nueces, además del pan de especias. Ciudad con gran historia en la que puede visitarse también el Museo del Juguete. Otro mercado imprescindible en Alemania es el de Stuttgart, donde podemos impregnarnos de su ambiente medieval recorriendo el ‘Viejo Castillo’, la iglesia colegial o la ‘Schillerplatz’.
Dresde tiene el mercadillo más antiguo de Alemania, que ofrece artesanía y decoraciones navideñas procedentes de las montañas de Erzgebirge. Colonia, famosa por su catedral, tiene cuatro mercados de Navidad en los que poder realizar todas nuestras compras. Recomendable también el mercado de Bremen, con más de 170 puestos completamente diferentes unos de otros; el de Lindau, a orillas del lago Costanza, o el de Leizpig, que se remonta al siglo XV.
El norte de Italia, concretamente la región montañosa del Trentino-Alto Adige, también celebra mercados navideños en los que degustar un buen vino caliente o ‘vin brulé’. Estos espacios suelen alargar su apertura, como en España, hasta el 6 de enero, fecha en la que llega la Befana cargada de regalos y caramelos.
En la provincia de habla alemana del Alto Adige-Südtirol encontramos cinco mercadillos con una particularidad. Han sido certificados como ‘Green Event’, es decir, respetuosos con el medio ambiente, ya que ofrecen productos regionales, de estación y con ingredientes biológicos, usan platos y cubiertos reutilizables, evitan las bebidas en lata y hacen una gestión eficaz de sus residuos, entre otros.
En la capital de provincia, Bolzano, podemos disfrutar del ‘mercatino’ en un marco medieval incomparable con los Dolomitas como telón de fondo. La plaza del Duomo de Bressaonone acoge uno de los mercados más bonitos, a los pies de su catedral barroca. En esta ciudad es imprescindible la visita al Palazzo Vescovile, que acoge el Museo de los Pesebres. Vipiteno, por su parte, tiene otro bonito mercado junto a la Torre de las Doce, en el que no falta un belén realizado con figuras talladas a mano y abetos decorados con frutas y dulces.
En Trentino destacamos el mercado de Trento, donde degustar el ya citado parampampoli, y en el que no falta un tren histórico, así como la casita del ‘Babbo Natale’ –nuestro Papa Nöel– y los elfos. Por último, la pequeña localidad de Levico Terme acoge, en su nevado parque, un coqueto mercado con muchas actividades, entre ellas una muestra de belenes y un gran desfile histórico de la corte de los Habsburgo.
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