18 enero, 2023
Luca Bernasconi
Seguro que mis cinco lectores se han portado de manera encomiable en 2022 y han sido agasajados con vinos extraordinarios por los Reyes Magos. Yo me he atrevido a pedir algún que otro deseo, pero no estoy seguro de que que se vayan a cumplir.
He osado demandar para 2023 que aparezca por estos lares una figura como la de Blas Cerón —se merece un artículo aparte—, capaz de crear una verdadera escuela de profesionales inquietos y comprometidos con el vino. Desde mi relativa experiencia estoy observando cómo los numerosos cursillos de vino (La Wine & Spirit Education Trust [WSET], etcétera) están formando a particulares cada vez más competentes, pero seguimos con la acuciante necesidad de más profesionalidad en las salas valencianas. Y cuando digo valencianas me refiero a la capital del Turia porque, si bien desconozco el panorama castellonense, me siento capaz de poder afirmar que en Alicante hay proporcionalmente más y mejores sumilleres que en València, empezando por David Rabasa y José Antonio Navarrete.
Puesto a expresar deseos, me gustaría también que clonaran a Alberto Redrado (L’Escaleta), con su capacidad de ir en contra de las modas, con su criterio bien definido y con la mirada siempre puesta en todo el globo terráqueo, para descubrir nuevos proyectos y productores potencialmente interesantes. ¡Qué cansado me tienen los Ganímedes académicos! Los que se llenan la boca con expresiones áulicas para describir según qué aroma y no son capaces de catar más allá de Ribera del Duero. Hartazgo me causan también los fenómenos mediáticos, los magos de Instagram, que se aúpan a formadores o a gurú tras haber descorchado un par de botellas. Por no hablar de la grima que me provoca el autoproclamado sabiondo, que con su mirada altiva te escancia el vino, despreciándote poco disimuladamente por no saber enumerar todos los crus de Gevrey Chambertin. Entre los sumilleres pedantes que infestan nuestras salas y los histriónicos sonrisas que rellenan botellas, se le está haciendo un flaco favor al servicio de nuestro néctar favorito.
Ojalá los astros nos envíen un personaje estilo Bernat Voraviu de Alkimia (Barcelona), capaz de fascinar al cliente con su sabiduría, sin displicencia y con naturalidad. También me gustaría que, entre los nuevos faraónicos proyectos que siguen surgiendo con frenesí imparable en nuestra amada ciudad, hubiera alguien capaz de renunciar al emolumento del diseñador fashion en pos de una inversión seria en bodega. Menos abrazos bajo lámparas de mil euros y mejores vinos fluyendo en copas adecuadas sería el lema ideal para el 2023. Asimismo desearía que entre la nueva moda de los wine-bars aparecieran profesionales que se desmarcaran en su oferta. La mayoría están cortados por el mismo patrón, se proveen de los dos o tres distribuidores oligopolistas y adolecen de falta de personalidad en el planteamiento de la carta de vinos. Qué bonito sería tener sitios con una selección atractiva de jereces o de burbujas por copa, por explorar un territorio relativamente virgen. Me llenaría de alegría tanto como poder esquivar el verdejo en el bar de la esquina.
Hay brotes verdes: la labor de profesionales como Salvatore Catalano (Ricard Camarena), Hernán Menno (El Poblet), Eva Pizarro (Fierro) o Yelko Suárez (Arrels) se merecen una apuesta más decidida por parte de los estrellados propietarios, que tienen que mentalizarse de una vez por todas con la importancia del vino y adecuar sus bodegas al nivel excepcional de la propuesta gastronómica. Desde la punta de la pirámide, creo que el movimiento para mejorar la oferta de vino en la mayoría de establecimientos puede volverse ineluctable y beneficiar a toda la comunidad de enópatas.
En fin, brindo para que el 2023 vea el final de la guerra y el adviento de Baco y sus sacerdotisas. Salut!
Se advierte al usuario del uso de cookies propias y de terceros de personalización y de análisis al navegar por esta página web para mejorar nuestros servicios y recopilar información estrictamente estadística de la navegación en nuestro sitio web.
0 comentarios en