7 diciembre, 2022
Berta M.ª López
«La apuesta exitosa de una afición compartida» define literalmente el germen y desenlace del proyecto que lideran Marisa y Jorge Jiménez-Vila. Su trayectoria poco o nada tiene que ver con el mundo del vino, pero debe ser genética la pasión que sienten por todo lo que rodea al viñedo. Tanto, que en 2017 decidieron poner nombre a ese interés común que les mueve por el vino, una bodega que manifiesta de manera clara el vínculo entre ambos: su apellido.
En Bodegas Jiménez-Vila Hnos. están empeñados en elaborar vinos que hablen del territorio. Una promesa que han materializado con referencias que ponen en valor las uvas autóctonas de la zona. Apuestan por la calidad antes que por la cantidad, un pensamiento que da sentido a su técnica manual y al mimo que le dan a sus cuatro referencias.
Han sabido introducirse en el mercado encontrando desde el principio un valor diferencial, que ha acabado siendo ejemplo para muchos. «Fuimos de los primeros en trabajar con viñedos ecológicos en la zona de Utiel-Requena», cuenta Marisa. Y es que cuando uno tiene la ilusión, encuentra su hueco entre la multitud. Ellos ha dejado de lado la inmediatez y se han centrado en ofrecer referencias que reflejen en la copa el cariño que sienten por lo que hacen. «Provocar felicidad y disfrute con un vino es algo gratificante», sonríe Jorge. Un sentimiento tan adictivo que les hace no olvidar nunca el motivo de todo esto: un sueño.
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