David Carot: el líder que convirtió una cooperativa en el motor de una comarca

Berta M.ª López

David es uno de esos líderes que no tiene límites porque su ambición supera los parámetros establecidos. Y es precisamente esa filosofía, junto al trabajo de su equipo, lo que le ha llevado a convertir la Cooperativa de Viver en una de las empresas de agricultura más destacadas de la provincia de Castelló y de la Comunitat Valenciana. Las tierras familiares fueron testigo de sus primeras andaduras en el mundo agrario hace ya más de 16 años; un camino que inició junto a su hermano. A sus espaldas custodia una firme experiencia con la que capitanea exitosamente la Cooperativa.

El trabajo de David Carot, junto a un brillante equipo gestor de la bodega y el excelente trabajo de los socios, están dando continuidad al excepcional trabajo de Ismael Sanjuán, quien fue presidente de la cooperativa durante más de una década en la etapa que supuso el despegue definitivo de la cooperativa. Todos ellos se han encargado de dinamizar la economía de una comarca atrayendo visitantes que quieren conocer de primera mano dónde y cómo nacen los excelentes productos que llevan deleitando a sus consumidores desde hace 20 años. Si hay un producto que les diferencia, ese es el aceite de oliva. La afamada reputación de su oro líquido ha sido el trampolín que les ha impulsado a desarrollar flamantes proyectos, a cada cual más retador. Su «buque insignia» Lágrima compite ahora con Ohsade, el primer virgen extra ecológico de la Cooperativa. Un reciente desafío que se enmarca en el marco del emprendimiento en la agricultura ecológica y todo lo que ello supone.

La renovación forma parte de una estrategia que les mantiene en una consolidada posición aventajada. Su apuesta por el mundo del vino es una de sus inquietudes más novedosas. Hace cinco años que decidieron lanzarse de lleno en un mundo que les ha permitido dar a conocer aún más sus productos. Una idea, un objetivo y una ejecución tan bien definida que en media década ya ha conseguido encontrar su hueco y lo más importante, a su público. «Para nosotros, poner un producto más de calidad en el mercado es muy significativo», afirma con orgullo. 

Califica de incierto el futuro de la agricultura. Los elevados gastos y la falta de relevo generacional son los principales inconvenientes de una profesión que le apasiona. Un amor que le obliga a tener esperanzas por la prosperidad en el medio rural. Él se ha convertido en el mejor arquetipo para predicar ejemplo de victoria en un sector exigente, pero muy gratificante. «Las ganas de trabajar son esenciales y contar con un proyecto cooperativo es un gran apoyo», declara.

Le hablamos de ilusión y nos contesta con «muchas». Matices que nos hacen comprender que las casualidades tiene más de empeño y constancia que de azar. David no deja de ponerse metas y cuando uno sabe dónde va, tiene parte del camino recorrido. Ahora el ímpetu común se centra en construir una comunidad energética local. «Estamos a la espera de que nos den el visto bueno para empezar a crear energía en techados solares tanto del Ayuntamiento como de la cooperativa e intentar dar una solución también al problema eléctrico afectado por el alza de precios. En la Cooperativa queremos conseguir una electricidad limpia y más barata», cuenta.

En definitiva, un camino de conquistas, fruto del trabajo y tesón de un equipo que lleva años empeñado en poner en valor la figura de cada uno de sus socios y la vida en los pueblos. 

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