16 agosto, 2022
Pedro G. Mocholí
La localidad valenciana de Anna se encuentra en la Canal de Navarrés, siendo uno de los parajes más bellos del interior de nuestra Comunitat.
La gente es afable y próxima, y a escasos minutos del centro se encuentra el lago de Anna, que da gran visibilidad a la comarca.
Recuerdo como si fuera ayer mi visita al lago hace más de 45 años. El verano era muy intenso y la natación estaba siempre muy presente. Los domingos que no había competición o travesía (algo muy común en todos los puertos de la Comunitat), solíamos hacerlo muy de domingueros, buscando siempre algún lugar donde pasar el día en plan más tranquilo y próximo a la naturaleza.
Y un domingo de julio, los padres decidieron pasarlo en el lago de Anna.
El lago recibe agua de varios manantiales y, en sus aguas, anidan numerosas especies.
Sin lugar a dudas su referente más turístico y popular, pero por fortuna no es el único, porque en Anna encontramos el restaurante Lar Galego que es un magnífico complemento gastronómico para disfrutar de un maravilloso día a menos de una hora de nuestra ciudad.
El Lar Gallego fue creado Antonio Rodríguez y Ángela Hernández. Él gallego y ella valenciana, de Ayora, se conocieron en París, ‘la ciudad del amor’, y qué mejor que casarse estando allí.
En 1986 decidieron volver a España y se encontraron Anna que los acogió con los brazos abiertos. Allí comenzaron con un modesto hostal de 12 habitaciones y, gracias a la buena mano de Ángela para la cocina, se incluía la comida o la cena.
El buen ritmo de trabajo y la gran aceptación que tuvo, hizo que en 1991 decidieran ampliar y abrir un restaurante junto al hostal, al que bautizaron como Hostal Mesón Lar Galego.
En Galicia la gastronomía es santo y seña, y al ser Antonio gallego, proveniente del pueblo de Cervaña (Pontevedra), fueron las especialidades gallegas las que comenzaron a ser el gran atractivo de la casa; sobre todo, el pulpo a la gallega.
El tiempo no pasa en balde y el relevo generacional llega de la mano de sus hijos, los mellizos Ramón y Salvador, que poco a poco se van haciendo con la responsabilidad, facilitando que sus padres se puedan merecidamente jubilar, y teniendo claro que todo aquello que ambos levantaron con tanto esfuerzo y sacrificio va a tener continuidad gracias al compromiso de sus hijos.
Y así ha sido, ambos han sabido delimitar sus tareas, haciéndose cargo Salvador de la sala y la bodega, mientras que Ramón se ocupa de la carta y la cocina.
Aunque el local es de inspiración gallega en sus propuestas encontramos platos del entorno y de proximidad. En todos ellos el producto es de una gran y cuidada calidad, sorprendiéndote la depurada técnica y elaboración que Ramón nos ofrece en todos sus platos.
Esa misma sensación la encontramos en la sala y la bodega, que es cuidada por Salvador, encontrando que en el aperitivo nos ofrece una copa de vino de Jerez Tío Pepe en Rama, un vino de Jerez que se embotella sin filtrar, ni clarificar, encontrando una gran intensidad aromática; levaduras, frutos secos (almendra), ideal para el aperitivo que nos ofrece; sardina ahumada con guacamole y encurtidos. Delicadeza al tiempo que sabor, y el rico contraste que le aportan los encurtidos y que con este vino van a la perfección.
En un restaurante gallego nunca puede faltar un reconfortante caldo gallego, y ese el siguiente plato que llega a la mesa. Disfrutar de este caldo es una delicia, sobre todo ahora que los grelos se encuentran en su mejor momento; grelos que llegan del mercado de Orense y que son los únicos que utiliza Ramón en la elaboración.
En la cocina de Ramón predomina el sabor. Es la esencia que transmite el producto, y así lo seguimos encontrando en el salteado de mar y montaña; calamar de anzuelo y chorizo criollo (longaniza parecida al blanquet), ingredientes que saltea con delicadeza y buen juicio para unificar los sabores, con equilibrio y refinamiento y dándole un toque aromático con una ramas de tomillo.
Cambiamos de vino y nos vamos a un tinto, Beronia Edición Limitada 2015. Un vino que se elabora de las uvas pertenecientes a los mejores pagos de la bodega después de una cuidada selección. Destaca por su color, pero sobre todo por sus aromas, en los que encontramos frutos rojos (grosella, moras, frambuesas), toques minerales y leves toques de cacao. En boca es equilibrado y goloso, encontrando toques de fruta y regaliz, posee un final largo y prolongado.
Es el momento de los tomates, sobre todo si son rosados, así nos los presenta Morales, el fiel jefe de sala que es un derroche de simpatía y buen quehacer. Acompañando a los tomates, finas lascas de ventresca aportan un toque más dulce a unos deliciosos tomates.
No nos falta una sorprendente ensaladilla ‘rusa’ que enriquece con huevos de codorniz y que se rompe dejando una untuosa sensación.
Si hemos empezado con un caldo gallego, no puede faltar un buen pulpo a feira, un pulpo que nos ofrece una cocción perfecta. Encontramos textura y también sedosidad, lo que delata la perfección de la cocción y nos recuerda a un pulpo que probé en la localidad coruñesa de Mugardos (muy cerca de Ferrol) y que tiene fama por alimentarse de camarones. Un pulpo que, además de la milimétrica cocción, ofrece mineralidad y un ligero toque muy sutil de pimentón ahumado.
Aunque no es un asador, la carne que ofrecen es excepcional. Llega de Bandeira (Pontevedra), que desde hace años es uno de los mataderos más afamados de España por la carne que ofrece.
En este caso es una chuleta de Rubia Gallega de corto tiempo (no llega a los tres años) y la maduración de la chuleta apenas sobrepasa los treinta días, encontrando una gran terneza y un sabor fresco, con ligero toque mineral. La grasa que vetea la pieza es blanca y aporta una deliciosa jugosidad. Además de la chuleta, Ramón nos ha cortado un solomillo de la misma pieza, el sabor es mucho más dulzón, apenas mineralidad, deshaciéndose en el paladar como si fuera un suspiro.
Unas carnes que acompañan al Edición Limitada de Beronia con gran elegancia y persistencia.
Y siguiendo con las tradiciones gallegas, la tarta de Santiago es otro gran clásico que elabora el propio Ramón y que destaca por la riqueza de la almendra que utiliza. Complementan los postres el toque de chocolate de la Bomba de Ferrero Rocher y la Maceta del Lar Gallego, que acompañamos con Brut Nature de Vilarnau. Fresco, persistente y de una burbuja fina.
Hay que reconocer que el viaje tiene premio, pues si agradable es visitar el Lago de Anna, el complemento ideal es comer con Salvador y Ramón en el Lar Galego. Son agradables, hospitalarios y unos grandes profesionales que aman su trabajo y así lo transmiten a sus clientes. Felicidades.
Lar Gallego. Calle Mayor, 181. Tel.: 962 210 573.
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