5 noviembre, 2021
Pedro G. Mocholí
Siempre que tengo que poner rumbo hacia el norte, de manera obligada tengo claro que la parada es en la localidad riojana de Fuenmayor.
Allí se encuentra el Asador Alameda, un restaurante donde se da la cohabitación perfecta en la gastronomía; una primera parte donde hallas una afable y consistente cocina tradicional basada en las verduras de temporada y en los conceptos básicos de la gastronomía, defendidos de manera excepcional por Esther Álvarez, y en segundo lugar, la cocina de las brasas donde encontramos a su marido Tomás Fernández, sin lugar a dudas uno de los cinco mejores parrilleros de España.
He parado una y mil veces, y tengo claro que volveré a parar tanto como me sea posible, principalmente porque nunca defraudan; sea la época del año que sea, siempre encuentras una cocina sencilla, cariñosa y, sobre todo, sincera. Basada en el amor por el producto y la elaboración concisa, precisa, en la que perdura el sabor y la honestidad.
Hace una semana puse rumbo a la localidad de Briñas, pero tenía claro que la comida iba a ser en el Alameda, pues ya había quedado con unos amigos para disfrutar de la hospitalidad de Esther y de Tomás.
Eran las dos de la tarde cuando cruzaba el umbral de su puerta con la misma ilusión que lo había hecho en todas mis visitas, pensando que era la primera vez que lo hacía.
En muchas ocasiones, acudes a un restaurante con ilusión, y esa emoción siempre la vives cuando lo visitas, y uno de los que más me transmite esta sensación, es sin duda, el Asador Alameda.
Las croquetas de jamón de Esther son de una impecable untuosidad, persistentes de sabor, y de una gran sutilidad. Comer una es un acto de fe, de compromiso con su cocina, pues puedes comer una inmensa cantidad.
Estamos en época de alubias blancas, así que un guiso de pochas acompañadas y enriquecidas con unas costillas fue el siguiente plato. Mantecosas, suaves, deliciosas.
El primer vino que abrimos fue la última novedad de Mariano García; Cartago 2015, Paraje del Pozo, un vino de la D.O. Toro. Una conjunción de aromas pretenciosos: mineralidad, frutosidad. En boca plenitud y disfrute.
Para continuar, qué mejor que un champagne, y si es Millésimé, mejor: Bérêche & Fils. Premier Cru 2016. Un Blanc de Noirs (100% Pinot Noir).
No faltaron los hongos pasados por la sartén, de gran jugosidad, con matices de frutos secos y monte bajo.
La chuleta llega, bueno, llegaron dos chuletas para ser sincero, ambas sublimes, pero siendo exacto, la segunda salió algo mejor al llegar algo más cálida. Toques sedosos, penetrables, y sobre todo con matices dulces, naturales. La carne se la suministra Cárnicas Luismi y hay que reconocer que en Luismi, las excelencia es una norma en sus piezas Premium.
Y continuando con la excelencia, qué mejor que finalizar estas inolvidables piezas con un Calvario 2010, un vino que nos trajo a su creador Miguel de Gregorio.
Como coincidencia, y como caído del cielo, coincidimos con el gran Custodio Zamarra, conocedor como pocos de la vinoteca española, sumiller del mítico Zalacaín, y ahora disfrutando de una merecida jubilación, que no hacía sino visitar a sus amigos bodegueros. Esa mañana, acompañado de matrimonios amigos habían visitado a Telmo Rodríguez en Remelluri.
Una vez llegados al postre, la tarta de queso es de obligada demanda; como toda la comida, inolvidable.
Plaza Félix Azpilicueta, 1. Fuenmayor (La Rioja).
Tel.: (+34) 941 45 00 44
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