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D.O. Yecla, alta calidad en tierras adversas

25 noviembre, 2021

Pepelu González

Al noreste de la Región de Murcia, concretamente al norte del altiplano, se encuentra Yecla, un municipio que alberga, en su totalidad, una de las tres denominaciones de origen protegidas de esta Comunidad Autónoma. Una zona de transición entre la meseta y el mar Mediterráneo en el que reina, de manera imperial, la uva monastrell. Una variedad que se acopla a la perfección a los escarpados y pobres suelos compuestos, principalmente, por la presencia de rocas calizas y tierras áridas de carácter arcilloso.

La cultura del vino está implícita en esta pequeña zona desde la presencia de los fenicios. Una civilización que asentó los primeros viñedos en un lugar en el que predominan los largos períodos de sequía. Posteriormente, con la llegada del Imperio Romano a la Península Ibérica, fueron estos quienes, con sus conocimientos, comenzaron a elaborar vino entre los siglos I y III. 

La llegada de los árabes a España, a partir del siglo VIII, sirvió para que el cultivo de esas vides no entrase en decadencia. Su entendimiento sobre la agricultura y el regadío, además de dotar a los campos españoles de mayores capacidades, fueron empleados para revivir esas cepas con el fin de poder consumir sus frutos y elaborar mosto sin fermentar. Un objetivo muy diferente al de las antiguas civilizaciones que habían habitado todos y cada uno de los rincones de la región de Yecla.

La increíble expansión del viñedo perteneciente a la DO Yecla no se llevaría a cabo hasta mediados del siglo XIX. Un crecimiento que fue impulsado gracias la llegada de comerciantes franceses a las costas del sur del Mediterráneo. Estos, que escapaban de la devastadora crisis causada por la filoxera, quedaron encandilados por el potencial que ofrecían las tierras de Yecla en el sector vitivinícola. Por ello apostaron y promovieron la creación y plantación de un mayor número de viñedos. El fin: poder exportar esas grandes elaboraciones que, a día de hoy, continúan enamorando a los paladares más exquisitos con cada uno de sus sorbos, principalmente fuera de nuestras fronteras.

En la actualidad, esa extensión de viñedo no ha variado en exceso. Aproximadamente 4.333 hectáreas componen su Denominación de Origen. Valles con suelos de tipo calizo, de carácter endorreico, que cuentan con una superficie arenosa, en la que predomina la arcilla. La orografía de Yecla hace que exista una gran oscilación en la altitud de sus viñedos, tanto que podemos encontrar cepas entre los 535 y los 800 metros sobre el nivel del mar. Esto, sumado a la baja calidad del suelo, hace que la producción, aunque en algunos rincones de la región sea baja, proporcione un producto excelso. Uvas, generalmente monastrell, de una calidad exquisita, de las cuales florecen vinos de un nivel superior. 

Esta Denominación de Origen tan peculiar cuenta con nueve bodegas adscritas: Bodegas La Purísima, Bodegas Castaño, Barahonda, Bodegas Viña Vista, Conde de Montornés, Bodegas Candela e Hijos, Bodegas Evine, Casa Boquera y Viñedo Casa de las Especias. Todas ellas tienen la variedad monastrell como eje central sobre el que giran sus esfuerzos. Una uva capaz de florecer en cepas plantadas en suelos extremadamente pobres, creciendo en terrenos arenosos y soportando las inclemencias meteorológicas como las que suelen darse en Yecla, con largos inviernos fríos y veranos secos dotados con altas temperaturas.

La Purísima es uno de los buques insignia de Yecla, con una extensión de viñedo de, aproximadamente, 3325 hectáreas. Y, cómo no, también concentra su potencial alrededor de la monastrell. Su forma de elaborar en ecológico es ampliable a los esfuerzos de todas y cada una de las bodegas que componen la DO Yecla, cuidando la tierra sin utilizar productos químicos tóxicos, abonos, pesticidas o herbicidas. Esto puede ser gracias a las condiciones climatológicas que suelen darse en esta zona de la península. Características como la altitud de los viñedos, la escasez de lluvias, dado que estas se concentran, única, general e históricamente, en los meses de otoño y primavera, la oscilación de temperaturas de invierno a verano y la baja calidad de los suelos, hacen que, de sus cepas, broten unos frutos de alta calidad de manera natural.

Los vinos de Yecla, con el paso de los años, han ido conquistando países fuera de nuestras fronteras. Tanto que, en la actualidad, cerca del 95% de la producción se destina fuera de nuestras tierras, consiguiendo estar presente en más de cuarenta países. Unos nueve millones de litros de vino al año de variedades como la monastrell, syrah, merlot o petit verdot reposan en las barricas y depósitos, de hormigón o de acero, esperando ese ansiado viaje que sirva para poder saciar los paladares de todos aquellos apasionados del vino, que busquen unas elaboraciones en las que predomine el equilibrio, que muestren una alta intensidad aromática y contengan una gran concentración frutal.

Bodegas Castaño es otro de los pilares fundamentales de la región, así como una de las referentes en el panorama vitivinícola del sureste de la Península Ibérica. Sus terrenos están divididos en cuatro parcelas las cuales, unidas, suman aproximadamente 500 hectáreas. Entre sus paredes reposan vinos de carácter mediterráneo dotados con una gran capacidad floral y aromática. Unas elaboraciones que llevan el sello de la zona, poniendo en valor el nombre de Yecla allá donde van.

De generación en generación continúa, al pie del cañón, una de las bodegas más conocidas del altiplano. La familia Candela continúa al frente de Bodegas Señorío de Barahonda, un lugar en el que se puede observar el poder que la naturaleza ejerce envolviendo al edificio con sus vides. Un paraje idílico en el que perderse, disfrutar de buena comida y de mejores vinos en sus eminentes instalaciones.

El resto de bodegas que componen la DO Yecla también hacen una excelente labor dentro de esta peculiar Denominación de Origen Protegida. Además, la uva monastrell, como no podía ser de otra forma, también es la pieza clave en torno a la que giran sus esfuerzos. Una variedad autóctona sobre la que orbitan, cuales satélites, las Bodegas Viña Vista, Conde de Montornés, Bodegas Candela e Hijos, Bodegas Evine, Casa Boquera y Viñedo Casa de las Especias. Lugares en los que las labores del campo continúan realizándose de manera tradicional, cuidando la uva desde que brota en forma de minúsculos racimos, hasta que se convierte en vino, sin el empleo de productos que puedan alterar esos sabores y aromas tan puros de la tierra.

Un territorio especial que cuenta con una gran diversidad de planes enoturísticos. Experiencias que te ofrecen evadirte de ese bullicio propio de las grandes ciudades y conseguir conectar de un modo especial con la naturaleza. Poder disfrutar de esos parajes que cuentan con unas cualidades únicas, ya que solo se dan en esta zona del país y acompañar, por supuesto, todos y cada uno de estos momentos con buenos vinos. Elaboraciones nacidas de esa uva monastrell que florece en los escarpados campos repletos de rocas caliza de Yecla, luchando contra la dura climatología de la región, con el fin de sorprender a todas y cada una de las personas que deseen, al menos una vez en la vida, perderse en este lugar y descubrir la magia que sobrevuela todos los rincones de una denominación de origen única.

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