25 marzo, 2021
Mar Lafuente
Desde la parte sureste de Albacete hasta el norte de la provincia de Murcia nacen vinos con unas características muy singulares: los vinos con Denominación de Origen Jumilla. A pesar de que esta denominación agrupa parte del territorio de dos provincias distintas, como son Murcia y Albacete, las tierras tienen una cosa en común que les unifica. Se trata de lugares con unas condiciones de clima, suelo, orientación y variedad de uva que combinadas crean el ‘equilibrio perfecto’ para la producción de vino. Hoy descubrimos uno de los municipios que forma parte de la DOP Jumilla: Tobarra.
Atravesando la autovía de Murcia nos encontramos con Tobarra, una localidad que pertenece a la provincia de Albacete y concretamente a la comarca de Campos de Hellín. Sus orígenes se remontan a la antigüedad, ya que se encuentran restos íberos y romanos alrededor del pueblo, entre ellos la Necrópolis de Santa Ana o Alborajico. Es una zona predominantemente llana, pero hay algunas sierras que alcanzan los 1052 y 1040 metros de altitud, el Cerro Madroño y el Cerro Berrueco respectivamente. Una localidad que destaca por sus fiestas, patrimonio, gastronomía y también agricultura, ya que los viñedos forman parte del día a día de muchos de sus habitantes.
Cuando se habla de Tobarra lo primero que viene a la cabeza son dos acontecimientos con los que se distingue e identifica a esta zona: la Semana Santa y el Tambor. La Semana Santa, declarada de Interés Turístico Regional y Nacional, es una fiesta que dejará con la boca abierta a todo aquel que la viva por sus procesiones, tronos e imágenes, pero sobre todo por el singular acto de la Bendición del Viernes Santo en el Calvario. Además, el Miércoles Santo se da lugar a la ‘tamborada’ que son unas 104 horas al sonido de los tambores sin descanso, ininterrumpidas.
En esta localidad también se puede visitar el primer Museo del Tambor del mundo en el que el visitante puede ver más de 50 tambores de todo el mundo. Pero no es lo único. Entre sus lugares de interés se puede visitar la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción del siglo XVI, el Santuario de Nuestra Señora de la Encarnación y Santuario del Cristo de la Antigua o el Convento de los Franciscanos Observantes de San José entre otros.
Durante las fiestas de Semana Santa, los habitantes de Tobarra se ponían manos a la obra para elaborar sus platos más tradicionales como los caracoles, el gazpacho manchego, el atascaburras, el ajo mataero o los guisos de conejo. Unos platos típicos y tradicionales que combinan a la perfección con los vinos que elabora la Bodega Nuestra Señora de la Encarnación, la única bodega de esta zona que pertenece a la Denominación de Origen protegida Jumilla.
En 1964, 57 viticultores con una gran tradición y experiencia en la elaboración de vino artesanal ponen en marcha la Bodega Nuestra Señora de la Encarnación. Un proyecto que con los años ha ido creciendo cada vez más hasta alcanzar en la actualidad un total de 400 socios y unas 2.500 hectáreas de viñedo que hacen posible una producción de unos seis millones de kilos de uva.
El proceso de ampliación y renovación que ha ido sufriendo a lo largo de los años está dando sus frutos, vinos de alta calidad. Esto es posible por las modernas tecnologías que se han instalado en la bodega para la elaboración del vino, desde la entrada de la uva hasta su embotellado. Entre algunas de sus instalaciones están las prensas neumáticas, innovadores sistemas de maceración, nave de elaboración y crianza de vinos en barrica, zonas destinadas a laboratorio de calidad… Pero esto no es lo único que convierte a sus vinos en vinos de alta calidad, las tierras tienen un gran peso en el resultado final.
Los viñedos de la bodega se encuentran entre unos 400 y 800 metros de altitud con suelos calizos y arcillosos calcáreos. Se caracterizan por tener un clima con influencia del mediterráneo con temperaturas que oscilan entre los cero grados en invierno y los 38 en verano. Unas condiciones extremas pero perfectas para el cultivo de la variedad principal de la DOP Jumilla, la monastrell. Esta uva se caracteriza por su gran resistencia a la sequía y la rusticidad de los suelos, además de ser muy resistente a los hongos.
Con estas características nacen vinos como Señorío de Tobarra o Ribera Alta del Mundo, dos monovarietales de monastrell que vienen de viñas que se plantaron sin portainjerto, algo que les proporciona un potencial aromático que queda muy bien reflejado en el vino. Unos vinos que continúan representando la tradición y la esencia de aquellos pequeños agricultores que impulsaron la bodega, pero que gracias a la modernidad y nuevas tecnologías han conseguido perfeccionarlos.
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Un comentario en
Rafael el 8 junio, 2024 a las 6:58 pm:
Tierra alta del mundo es un muy buen vino calidad precio.y el
Selección tierra alta crianza he comprado varias botellas para degustarlo
ya veremos que tal