Merseguera, los blancos de moda que nacen en la montaña

Jaime Nicolau
Las modas y el mirar hacia lo de otros para situarlo por encima de lo nuestro ha sido un mal endémico en el sector del vino español, pero especialmente en el arco mediterráneo. El fenómeno de ir arrinconando hasta casi su desaparición a uvas autóctonas en beneficio de otras foráneas ha hecho que, durante mucho tiempo, los vinos perdieran buena parte de su personalidad, esa que es capaz de otorgarle el lugar en el que nacen. Un lugar en el que crecen felices, en su hábitat natural, variedades que han estado ahí toda la vida. Y si crecen felices y son capaces de expresar todo su potencial, trasladan a aquel que prueba los vinos que de ellas se elaboran a esos paisajes mágicos. Es lo que los enólogos llaman tipicidad. Es lo que, en un mundo tan globalizado como es el vino, nos permite diferenciarnos en el mercado.

Una de esas variedades es la merseguera. Se cultiva en todo el arco mediterráneo, si bien el 70% se concentra en la Denominación de Origen Valencia, y dentro de ese porcentaje, la mayor parte en el Alto Turia. Aun así también se da en Utiel-Requena, Alicante o las zonas productoras murcianas. En todo caso, viñedos de altura, porque es precisamente en zonas de pronunciada altitud donde la merseguera alcanza niveles excepcionales. En el Alto Turia encontramos vinos elaborados con merseguera en varios proyectos bodegueros.

Terra d’Art representaría el extremo en lo que a altitud se refiere. «Viñedos viejos, suelos arenosos y gravosos, alturas de hasta 1200 m nos dan como resultado la máxima expresión de la variedad merseguera. En el caso de la uva blanca, desde el principio queríamos sacar el máximo partido a la merseguera, por lo que trabajamos la variedad para que produjera racimos pequeños y que en el mejor de los casos, obtuviéramos tan solo 1,5 kg por planta».

FLOR DE AHILLAS: Visualmente es un vino limpio y brillante, con tono amarillo pajizo que destaca con una lágrima muy lenta y que nos hace intuir la untuosidad que tendrá en la boca.

LA MADURA: La máxima expresión conseguida a partir de una merseguera de viñas viejas. Las cepas han sido cuidadosamente seleccionadas, de zonas donde la altitud ronda los 1000 m. Con una producción de tan solo 0,5 kg. Por cepas en terreno arenoso, donde el horizonte superficial ronda los 20 cm de profundidad. La mineralidad de estas rocas areniscas le confiere al vino propiedades altamente minerales, que junto con crianza en barricas de maderas nobles especiales, ensamblan un conjunto único, diferenciado y característico.

Aleph Wineries es una firma asentada en tierras manchegas, pero que cuenta con interesantes parcelas de merseguera en la zona del Alto Turia valenciano. La gama Aleph Natural son vinos de parcela, de viñedos seleccionados por su geología o antigüedad. Expresan la pureza del varietal y, especialmente, de los suelos en que son cultivados. «Para ello los vinificamos sin aditivos enológicos con una técnica impecable que no tolera defectos y que busca una experiencia palpitante y fluida en el degustador».

ARENISCAS DE BARRESA: Color dorado intenso con reflejos verdes. La nariz se abre sobre un fondo netamente mineral que recuerda a la cal mojada y a la lluvia. Enseguida aparecen los aromas frutales con notas de corteza de limón amarillo, maduro. La aireación intensifica la sensación mineral y despliega aromas golosos de brioche que le dan un carácter achampañado. En boca posee un ataque graso y fluido, lineal, arropado por la finesse de una elegante materia cítrica. Retrogusto muy persistente remarcando una notable mineralidad calcárea.

GRAVAS DE BALDOVAR: Color dorado claro con reflejos amarillos y verdosos. Nariz sobre flores blancas y corteza de limón verde que con la aireación despliega un velo de mineralidad y garriga. En boca posee un ataque vivo y equilibrado. En el paladar medio y final evidencia una suave linealidad muy fluida. Retrogusto delicado y persistente con recuerdos de flores blancas y garriga.

La llegada de Bodegas Vegamar al Alto Turia ha supuesto un motor enorme a la dinaminación de una comarca en torno al mundo del vino y todas las actividades que este es capaz de generar a su alrededor como el enoturismo, la gastronomía. Mediterráneos de Altura hace honor a una filosofía en la que el enclave es fundamental. La apuesta por la autóctona merseguera ha tenido un rotundo respaldo de la crítica. «Nuestros viñedos se encuentran en un entorno muy natural, rodeados por el río Tuéjar y el río Túria, espectacular por su belleza y excepcional para el cultivo de la vid y los frutales por su microclima, único en la zona de Los Serranos, sin presencia de otro viñedo alrededor que nos permite singularidad».

HUELLA DE MERSEGUERA: De color amarillo verdoso cristalino. En nariz presenta una intensidad alta, con recuerdos a fruta fresca, madura y con ligero matiz floral. En boca encontramos buena textura, sabroso, con peso de fruta y acidez fresca en el final. Un vino ideal para maridar con arroces de pescados, mariscos y verduras a la plancha.

Otra de las firmas que apuesta por la merseguera es Baldovar 923. «Empezamos el viaje, buscamos el lugar ideal para albergar nuestro proyecto, recuperar el cultivo natural de la uva merseguera. Sabemos que la idea de rehabilitar alguna de esas viejas cooperativas abandonadas daría al proyecto el componente vecinal y participativo que queremos. La aldea de Baldovar nos abre sus puertas, una oferta que no podemos rechazar: resucitar su antigua bodega. Estamos en casa».

CAÑADA PARÍS: 100% merseguera de las aldeas de Alpuente en estado puro. Un vino sutil, fresco y mineral, que refleja sin complejos el binomio terroir-variedad. Cañada París representa el terroir de Baldovar, que se refleja en una marcada mineralidad acompañada de la suave pero viva acidez de la merseguera.

Abandonamos el Alto Turia para irnos hacia tierras requenenses. Allí brilla con luz propia, al tiempo que ha elevado la merseguera a figurar entre los grandes vinos blancos españoles, el proyecto que Mustiguillo y Toni Sarrión emprendieron con Finca Calvestra injertando las viñas viejas de bobal con esta variedad blanca, mimando la viticultura y trabajando con delicadeza los suelos, un sello muy marcado en todo el proyecto de Mustiguillo. Finca Calvestra supone la máxima expresión de una finca excepcional. Junto a él su hermano pequeño, Mestizaje, en el que cada vez pesa más la variedad autóctona. Ambos ecológicos.

FINCA CALVESTRA: Es el fruto de un largo trabajo por recuperar una variedad indígena casi perdida. Proviene de un viñedo mediterráneo de montaña, a 900 metros de altitud. El suelo está compuesto de margas, roca arcillosa saturada de cal. Todo el viñedo en vaso. 95 puntos en Decanter o 92 para Parker, dan una pincelada del tipo de vino que es Finca Calvestra.

MESTIZAJE: Nace en un viñedo mediterráneo en suaves colinas. Rodeado de pinos, carrascas y olivos en las lindes sobre un manto de romero, hinojo y tomillo. A 900 metros de altitud y con un suelo calizo con textura franco-arenosa. Es un vino perfecto para aperitivos, carnes blancas, ahumadas o marinadas, ensaladas, mariscos, moluscos de concha, pescados, pastas… espectacular con guisos y arroces marineros.

Cerraríamos esta entrega de merseguera de la mano de Sericis Cepas Viejas, de Bodegas Murviedro. Sericis es un vino blanco muy aromático y de gran personalidad, ideal para acompañar en ensaladas, calderetas de pescado, fideuà, paellas, mariscos y carnes blancas. También es un excelente aperitivo.

SERICIS CEPAS VIEJAS MERSEGUERA: Color amarillo con matices verdosos, muy brillante. Nariz de intensidad media con notas de fruta de hueso madura, acompañadas de componente floral, acabando con suaves toques de hinojo, balsámicos. En cuanto al sabor, en boca resulta untuoso, con peso en boca, recuerdos a albaricoque, orejones. Un vino con aires de mediterráneo, acidez de equilibrada y una sensación de longitud notable. Muy persistente.

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