5 marzo, 2021
David Blay
Hace 10 años los expertos pronosticaban que en la década de los 20 un 60% de las profesiones serían nuevas. Ignoro si ese es el porcentaje exacto, pero es evidente que la tecnología y hasta la pandemia han transformado el escenario laboral al que nos abocamos.
Podría parecer que aquel vaticinio no afectaba al mundo del vino, establecido desde hace años (y hasta siglos) en roles muy concretos. Evolucionados sí, pero similares a los clásicos.
Pero los nuevos conceptos laborales son capaces de flexibilizar las certezas adquiridas. E impregnar de nuevas propuestas unas tierras destinadas a cultivarse y ser vendimiadas, pero con unos procesos inimaginables hace tan solo una década.
Por tres motivos se diferencian los vinos de Pablo y Karel, pareja personal y equipo profesional responsables del concepto Winery On Creations, donde se unen la economía colaborativa, el arte y las referencias a distintos países y épocas de la historia.
El primero de ellos fue el de buscar aproximaciones a personas con bodega propia a las que ofrecer un win-win. Las encontrarían en Yecla, sede de la uva monastrell y casa de los hermanos Candela, con quien se cerró el tándem inicial.
El segundo recae en la figura femenina del binomio, empeñada en reflejar a través de la vista lo que posteriormente los consumidores encontrarán dentro de la botella. De ahí, por ejemplo, el diseño de la icónica Catrina (calavera ceremonial del día de muertos en México) que etiqueta su colección ‘DEMUERTE’, donde hasta seis componentes diversos se mezclan con la variedad autóctona de la región.
Y el tercero, por supuesto, debía llegar como consecuencia de una época donde la incertidumbre da paso a la creatividad. Bajo la inspiración del movimiento punk de los años 70, su segunda línea ha sido bautizada como ‘F***ING GOOD WINE!’. Y transmite la fuerza de la reinvención y la rabia trasladada entre dos períodos a los que separan 50 años.
¿Puede el vino ser considerado arte? Posiblemente sí, si planteamos que requiere una elaboración artesanal, una inspiración previa y provoca sentimientos viscerales en quien lo consume.
Posiblemente por ello hayan pasado en cinco años de producir 3.000 botellas para ser vendidas localmente a distribuir más de 150.000 en 22 países diferentes. Y merced a su capacidad de reinvención, es factible que como muchos otros emprendedores, sean capaces (una vez más) de volver a salir adelante.
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