26 febrero, 2021
Mar Lafuente
Los abuelos, esas personas especiales que llenan de felicidad los recuerdos de nuestra infancia. Para los nietos son un amor irrepetible y único. Un amor incondicional, desinteresado, profundo y puro que solamente con ellos sentimos. Y es justo “la confortabilidad que nos da estar con nuestros abuelos, que cuidan de ti sin exigirte nada, ni siquiera la mínima educación y completamente gratis” lo que Mara Bañó, enóloga Les Freses, quiere contagiar con su nuevo vino: Paquita Mut.
La bodega alicantina, situada en Jesús Pobre, cuenta con dos hectáreas y media de moscatel de 65 años. Hasta hace un par de años todo lo que salía de aquí se iba al coupage de Les Freses, pero comenzaron a vinificarlo por separado y el resultado “me gustó un montón porque la viña vieja te da otras texturas. Es un poco como las personas mayores, te dan otra experiencia, otro mensaje más maduro y sincero” asegura Bañó.
Se trata de una viña muy pedregosa en la que no se puede entrar con el tractor y, por ello, tiene mucho laboreo manual y da muy pocos kilos. Una viña muy madura, aunque atractiva para la enóloga, como ella dice “si es fácil no es divertido”.
De estas viñas viejas de moscatel nace el nuevo vino de Les Freses, un vino que reencarna a la abuela de Mara Bañó, Paquita Mut, pero que aclara “no quiero que sea solo mi abuela, sino un homenaje al esfuerzo de nuestros antepasados”, como por ejemplo los que trabajaron esa viña de 65 años. También la etiqueta va en sintonía con el nombre, es una fotografía de su abuela el día de la boda de sus padres, pero con la cara tapada, ya que lo que se quiere transmitir es que podría ser cualquier mujer de 65 años de esta zona.
A diferencia del vino Les Freses que viene de viña joven y, por tanto, “es muy ácido, muy fresco, sociable y muy flamenco; las viñas viejas son más amables, más tranquilas y con sabores más profundos” señala la enóloga. Paquita Mut tiene aromas a rosas secas, al talco que tenían las abuelas en los tocadores; y en boca es muy tranquilo, muy relajante, donde se nota la madurez, un vino que te acompaña.
Para Mara Bañó, Paquita Mut es buena compañera de una propuesta gastronómica, que sea un poco más compleja y elaborada. Lo recomienda como acompañamiento perfecto para pescados, aves o carnes ligeras y considera que armonizaría muy bien con salsas cremosas con queso, salvia o aceite de oliva.
Sin duda, un vino muy singular que nace en las mismas viñas donde se encuentran los restos de lo que fue la primera bodega de Europa en el siglo VI a.C. Y un vino que, además de rendir homenaje a los antepasados, es una reivindicación de la felicidad de cuando éramos pequeños y el sentimiento de que “cuando estás con tus abuelos todo te da igual, estás super seguro y sabes que hay barra libre de todo, cosa que con tus padres no”, añade Mara Bañó.
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