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La elegancia de regalar una botella de vino

5 enero, 2021

David Blay
El año nuevo debería traernos una vida nueva. Al menos, en cuanto a propósitos se refiere. Pero si algo ha quedado claro durante 2020 es que queremos disfrutar del vino, sea en casa o en los restaurantes. Y que, en los gastos básicos, siempre acaba cabiendo un vermut, un blanco o un espumoso.

Nos lo enseñó el confinamiento, pero también la (cautelosa) vuelta a la normalidad. Las conversaciones con los sumillers y jefes de sala acabaron casi siempre en la misma conclusión. Al menos durante el verano. Se había consumido más y mejor que antes del mes de marzo. Alertados, quizá, por lo que ya estamos viendo repetirse con restricciones más severas a la vuelta de la esquina.

Decía Don Draper en la inolvidable serie ‘Mad Men’ que el único regalo que debes llevar a una casa cuando te inviten a cenar es una botella de vino. Con ella siempre quedarás bien. Y la reflexión venía nada menos que del Nueva York de los años 60. Posiblemente el lugar y la época más efervescentes de los últimos 100 años.

Todavía es pronto para dar a conocer las cifras de ventas durante estas Navidades, pero si atendemos a las fotos, vídeos y stories de las redes sociales existen dos denominadores comunes.

El primero, que el hecho de pasar las fiestas en familia, no tener que conducir (en la mayoría de los casos) y necesitar exorcizar los demonios de los 366 días salientes nos llevaron a darle al apartado líquido el mismo status que al sólido.

Y el segundo, al menos en nuestro entorno cercano, es el de ver etiquetas conocidas casi en cada mesa. Utiel-Requena, Valencia, Fontanars o Alicante estaban muy presentes, lo que por fin confiere a lo próximo el reconocimiento de alto nivel que tanto tiempo parecía habérsele negado.

Por desgracia, da la sensación de que volverán a pasar semanas (si no meses) hasta que familiares, amigos o simplemente conocidos nos inviten a sus domicilios para poder establecer una velada gastronómica conjunta. Y que, incluso en las terrazas, ya bien equipadas contra el frío como contaba Paula Pons en Guía Hedonista, no podremos estar demasiados alrededor de una mesa aunque sea simplemente para conversar 30 minutos en torno a una copa de vino.

Uno de los regalos navideños que más ilusión me hizo en diciembre fue una caja de sidras asturianas seleccionadas que me enviaron mis amigos de la Editorial Kurere. A lo que yo contraataqué con el pack de seis vermús Vittore de Valsangiacomo.

Es hora, otra vez, de cuidarse. Por eso, ya que no podremos regalar presencias obsequiemos a la gente con momentos. Y pocos hay más gratificantes que sentarse a una mesa hogareña invernal descorchando una botella de nuestros mejores productos.

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