11 noviembre, 2020
David Blay
Que Europa nos consume (de manera positiva, se entiende) es evidente. Y que, tras muchos años, hemos conseguido romper con calidad y buena gestión empresarial la barrera de Estados Unidos, también.
Sin embargo, en tiempos de globalización (a pesar de un nuevo momento de volver la mirada hacia lo local) y de opciones digitales reales para dar a conocer los productos autóctonos quizá haya que dejar de dar por sentado que estos sean los dos principales mercados a los que se destinen la mayoría de esfuerzos. Y girarse hacia quien, si bien fue el origen de la situación vírica actual, ya se recupera y hace crecer en dos dígitos su economía.
Asia es y será el gran consumidor del siglo XXI. Sus ciudadanos idolatran aquello que ven al otro lado del hemisferio y se han roto poco a poco las diferencias culturales y las trabas burocráticas. Y, aunque todavía lejos de los dos grandes totems consumidores de etiquetas patrias, siempre completan numéricamente el podio de lugares donde comienzan a sonar fuerte nombres de las Denominaciones de Origen autóctonas.
Aun así, los números aparecen ciertamente oscilantes y siguen siendo curiosos, lo que debe llevar a pensar qué estrategias concretas se deben plantear para incrementar o al menos consolidar las cifras que se arrojan a día de hoy. Sobre todo porque si algún continente tendrá la disposición de compra intacta en los próximos meses será precisamente el suyo.
Bien conocen estos vaivenes en Utiel-Requena, donde si bien el viaje de sus tintos a Oriente supone casi un 10% de su exportación, los blancos apenas arrojan un 2’4% y los rosados un 1’6%.
En contraposición, los números en la DO Valencia son bastante superiores. Porque aunque como ya hemos repasado Europa y América (sobre todo la primera) se llevan claramente la mayoría de las ventas, países como China o Japón acaban importando casi tres millones y medio de botellas. O lo que es lo mismo, cerca de un 13% de la producción destinada al exterior.
Pero quien mayor penetración parece alcanzar a nivel porcentual es Alicante. Donde la segunda posición cae también del lado estadounidense, pero apenas por unos cientos de botellas. No en vano, el tercer mercado (y con signo creciente) es el chino, superando incluso al consumo en territorio español.
Y a partir de aquí, se abre ya el abismo. Aquel al que nos asomaremos en el último capítulo de este informe. El que engloba el resto de lugares donde el vino valenciano se compra, se bebe y se regala. Y allí donde, posiblemente, haya que conseguir una mejor llegada para paliar un demasiado incierto año 2021.
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