12 agosto, 2020
David Blay
En la era de Trump y el proteccionismo, unidos al soporte de lo cercano y lo local por convicción o por la obligación contraída a raíz de la pandemia, es normal que miremos hacia lo nuestro como primera opción.
En el caso vinícola, además, el buen hacer de las Denominaciones de Origen y de los bodegueros ha hecho el resto, posicionando algunos caldos de la Comunitat Valenciana entre los mejores de España, en ocasiones de Europa y hasta a veces de todo el planeta.
Sin embargo, no deberíamos olvidar dos preceptos fundamentales: que no traicionamos a nadie si de tanto en tanto consumimos productos de otras regiones, en primer lugar. Y, sobre todo, que podemos caer en el error de pensamiento que nos lleve a asegurar que lo propio es insuperable sin haberlo contrastado con lo ajeno.
Es por ello que en esta segunda entrega de ruta por los Mercados del territori buscamos algunas de las etiquetas y botellas que llegan procedentes del resto del país. Que no olvidemos que es un referente mundial desde hace ya décadas.
Transitando esta vez de Norte a Sur, hacemos parada en Vila-Real, que además de por los éxitos deportivos de su equipo de fútbol sigue destacando por un trato preferencial a los productos de proximidad (que no son Coquelin y Parejo, precisamente).
No es habitual encontrar una parada con una buena página web. Menos aún independiente de su puesto, ya que muchos optan por integrar en el site central sus características y productos para mayor comodidad del visitante online. Pero Santiago Manrique no solo es diferente por esta circunstancia o por poseer un perfil de Facebook enormemente activo. Lo es también por iniciar su visita virtual con la Vinoteca, por delante de productos como los embutidos o las delicatessen.
La división por Denominaciones de Origen (donde incluso se incluyen botellas sin D.O.), tipo de vino o precio facilita enormemente la búsqueda al navegante, con prácticamente cualquiera territorio presente en su oferta. Eso sí, los interesados deberán esperar un poco si quieren visitar su lugar físico, porque se han tomado unas seguramente muy merecidas vacaciones entre el 3 y el 23 de agosto.
Al calor de plazas menos turísticas (pero no menos transitadas), abandonamos en Valencia el Mercado Central para bucear en el de Algirós. Y lo hacemos además en un stand poco común, porque su cometido principal es el de vender jamones, pero ayudan a acompañarlos de la mejor manera con una selección de vinos españoles bajo la elección experta de Pedro y José Manuel Gómez.
De hecho, su apuesta se basa en bodegas pequeñas para ofrecer maridajes diferentes a unos clientes que después de años de relación ya se dejan aconsejar. El último ejemplo es el Lagunero, de Ribera del Duero, que se ha convertido en un Must durante los últimos meses.
Y cerrando el tránsito cerca de la zona interior alicantina nos encontramos en el Mercado Central de Ibi con La Despensa de Andrés. Una suerte de paraíso de los quesos nacionales e internacionales que ofrece desde 1991 el asesoramiento indicado para combinar los sabores escogidos con los tragos deseados.
Lo más demandado para combinar suelen ser vinos tintos, nos cuentan, donde la recomendación más repetida en los últimos tiempos es el Viña Aliaga, procedente de una bodega de la Ribera Baja de Navarra, a los pies del Moncayo.
Con la Comunitat y España solventadas, aunque sea en medio de una crisis turística, cerraremos la semana que viene con la búsqueda de joyas que excedan nuestras fronteras. Porque apoyamos el consumo del producto de proximidad, pero eso no significa que no nos abramos siempre a nuevas posibilidades.
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