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«En Alicante se hac\u00c3\u00adan los vinos m\u00c3\u00a1s caros del mundo»

16 julio, 2020

Mar Lafuente
El encanto y la tradición del mundo del vino fue, entre otras cosas, lo que hizo que David Carbonell, copropietario de Vins del Comtat, se lanzase a trabajar en este sector. La bodega fue fundada por su padre, que colaboraba muy de cerca con ellas, pues se dedicaba al mundo de la maquinaria vinícola, una profesión muy tradicional en Alcoy. Reacio a dedicarse a lo mismo que su padre en un primer momento, estudió la carrera de sociología, pero no pudo evitar enamorarse de este mundo que como bien él dice “se hunde en las raíces de la cultura de nuestra tierra”. Apostando por las condiciones excepcionales que ofrecen las montañas alicantinas y por la historia que esconde el viñedo alicantino, el bodeguero ha decidido sumergirse en un nuevo proyecto: el vino Fondillón Luis XIV, un vino que le dejó los pelos de punta desde que pegó el primer trago.

P.- Vins del Comtat tiene años de trayectoria ¿en qué momento se encuentra el proyecto?

Vins del Comtat es un proyecto que ha ido creciendo desde que se puso en marcha en 1997. Para mí lo más importante es que desde los años 2012/2013 entramos la segunda generación y dimos un giro favoreciendo las plantaciones antiguas de uva monastrell, principalmente de la zona de alrededor de la Sierra Mariola. En la zona de Banyeres y de Benejama encontramos una serie de viñedos muy antiguos en vaso y en secano de monastrell y otras variedades muy antiguas como la forcallat o la tortosa, entre otras. Lo que hicimos fue poner en marcha esos viñedos y elaborar una nueva línea de vinos que superaba a la anterior en la que los vinos de monastrell se mezclaban con variedades foráneas como la merlot o la cabernet. Ahora estamos muy centrados en ese tipo de vinos de viñedos de montaña, viejos en secano. 

P.- ¿Cómo ha vivido Vins del Comtat el confinamiento?

Los datos estadísticos que nos ha pasado el Consejo Regulador dicen que los meses de confinamiento hasta junio, tanto nacional como exportación, han provocado un 50% de reducción de las ventas en el sector. Pero cada bodega lo vive de una forma diferente. El tipo de vino de calidad, que es el que se consume en restaurantes, es el que más ha sufrido. También ha habido una parte que ha crecido, la de la venta online directamente a particulares. Pero tenemos que pensar que el modelo de consumo español de vino de calidad normalmente está asociado al consumo en restaurantes, entonces esa parte no se ha podido absorber por la venta directa.

P.- ¿Lo peor ha pasado?

Sí. Nosotros estamos unidos a la hostelería y esta está empezando a resurgir. La gente tenía muchísimas ganas de salir, yo el primero, después de tanto tiempo en casa. Desde luego el confinamiento le viene muy mal al vino de calidad, pero bueno si los restaurantes trabajan, nosotros vamos a trabajar. Ahora también está ocurriendo otro efecto y es que gran parte del turismo internacional se está viendo sustituido por turismo nacional. Aunque Alicante y Valencia son provincias muy turísticas, y esto puede tener un efecto negativo, yo no lo veo así, porque el consumidor nacional es un consumidor que cada vez sabe más de vino y que, además, quiere probar el vino de la zona, el vino local. Puede que este año sea bastante bueno en ese sentido.

P.- ¿Cómo crees que percibe el consumidor internacional los vinos de Alicante?

Pues por desgracia, en Alicante queda muchísimo trabajo. El nombre de Alicante es muy conocido, pero asociado normalmente a un lugar turístico y no tanto a una tierra de vinos. Alicante es un viñedo histórico del mundo, en los siglos XVII y XVIII el Fondillón y el vino de Alicante, era uno de los vinos más apreciados. Las listas de precios que tenemos nos demuestran que eran de los vinos más caros del mundo y los tomaban en las casas principales de las monarquías europeas. Toda esa historia por desgracia se perdió y yo creo que esto es lo que hay que recuperar y trasladar, tanto la rica historia como el gran presente en el que tenemos una variedad local como es la monastrell.

P.- Cuando hablamos de los vinos de Alicante decimos que tienen un carácter mediterráneo ¿qué queremos transmitir con esto? 

Nos referimos a una combinación de factores. El clima es muy mediterráneo. Tenemos una sequía estival muy marcada con la influencia del mar, que se cuela a través de los valles de la montaña alicantina y crea una brisa que le da un aporte a los vinos que los diferencian. Tienen el punto de humedad y el punto de marino, que en unos kilómetros más al interior, en otras denominaciones de origen colindantes, se pierde y son más propios de la meseta, con un carácter más continental. Para mí los vinos mediterráneos son vinos golosos y, en nuestro caso, son vinos de montaña mediterránea, completando esa sensación golosa y frutal que nos dan las variedades de aquí con una altura que te aporta una acidez y una frescura, lo que hace que esté enamorado de los vinos mi zona.

P.- ¿Qué peso debe tener el viñedo en un vino?

El viñedo, por ponerle un porcentaje, yo diría que un 80%. Es casi todo. Sobre todo, en los vinos tintos de crianza si no tienes un viñedo muy asentado, con muchísimos años de aclimatación, es muy difícil hacer un vino de calidad. Es la parte más importante.

P.- Te has embarcado en nuevo proyecto: el Fondillón Luis XIV ¿cómo surge?

Nace gracias a un proveedor de uva con el que tengo una buena amistad. Un día me enseña la bodega de sus antepasados, en un pequeño pueblo de Alicante, en la Cañada. Es una bodega que cerró en los años 60 cuando se crearon las cooperativas, como la mayoría de las bodegas de la zona. La curiosidad vino cuando vi que tenía una gran sala de barricas, en la que elaboraban, además de vino joven a la venta a granel, vinos de postre, fondillones y vinos rancios. Esta sala permaneció con los toneles llenos y decidimos probar el vino que contenían, la sorpresa fue que estaban extraordinarios. Habían pasado unos 50 o 60 años como mínimo sin abrirse.  Actualmente diez de las barricas son de mitad del siglo XIX, con lo que intuimos que es fácil que la solera fundacional también sea de mitad del siglo XIX. Estamos hablando de casi 200 años de vino. Fue una experiencia extraordinaria probarlos y que se te pongan los pelos de punta. Tenían concentración y profundidad. Desde ese momento decidimos asociarnos y trabajar para que el Consejo Regulador certificara estos vinos y ya en diciembre salió con la marca Luis XIV, con una vejez superior a 50 años.

Ferrero y Carbonell, Colección de Toneles Centenarios, S.L.

P.- ¿Cuáles son los objetivos de este proyecto?

En este proyecto tenemos tres misiones claramente definidas. La primera es la conservación de los propios toneles que son una joya en sí, son una antigüedad muy frágil. La segunda misión que tenemos es ir más allá de la comercialización y la crianza de los vinos, queremos apostar por la elaboración de fondillón nuevo cada año. Desde la cepa los años que permita la climatología. Y la tercera es intentar que la tradición de los vinos rancios de la provincia de Alicante vuelva a tener el esplendor que tuvo un día. 

P.- Fondillón Luis XIV ha conseguido muy buena puntuación en la Guía Peñín 2021, convirtiéndose en el vino más valorado de la región ¿cómo has experimentado esto?

La verdad es que ha sido una alegría muy grande, sabíamos que tendríamos una buena puntuación porque son vinos que suelen gustar en este tipo de guías, pero no esperábamos tanto al ser la primera vez que se probaba. Además, en un momento difícil para estos vinos tan exclusivos y con todo el tema del virus.

P.- ¿Cómo le ha afectado a este nuevo proyecto el confinamiento?

Sí, bueno, pues realmente se ha parado. Pero lo que comentábamos nosotros es que si este vino ha podido aguantar 50 años, pues perfectamente podía hacerlo tres meses sin ningún tipo de problema. Es un proyecto que, más allá de la viabilidad económica, nos une a él un gran sentimiento de, como digo, histórico, de trabajar bien, de hacer las cosas como toca y no tenemos ninguna prisa. La verdad es que con la puntuación el mercado asiático se ha interesado un montón.

P.- ¿Cómo definirías al Fondillón Luis XIV?

Es la combinación de un vino muy antiguo con una madera muy antigua. Un vino eterno con graduación alcohólica natural, que tiene muchísima vida. La profundidad y la concentración que surge, por un lado de la evaporación que hubo durante tantos años en esos toneles pero, al mismo tiempo, también de la propia vejez de estos vinos. En resumen, para mí es vejez y profundidad.

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