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El minifundio como una filosofía de vida

15 mayo, 2020

Jaime Nicolau
El minifundio está de moda. Más allá de eso, hay personas que tienen alrededor de él un modo de vida. Una vida de creencias en que se puede y se debe trabajar por dar valor a todo lo arraigado a un territorio, a un paisaje, a una tradición… es una filosofía de vida. Una de esas personas es Juan Cascant, delineante de profesión, de esa época en la que era una carrera de mucho prestigio, pero ‘enamorado’ eternamente de lo suyo por vocación. Desde que hace unos 17 años entrara en el mundo del vino, las pequeñas parcelas, las microviñas, han marcado profundamente su camino. Hoy es feliz en su parcela de Alcosser de Planes, a caballo entre su querido Muro d’Alcoi y Beniarrés, la tierra de su familia política.

Y es que a este delineante apasionado de la acuarela, y de la música, y de la literatura… le picó de manera definitiva el mundo del vino, de la viña y del paisaje de manera casual, descubriendo una zona productora como es Somontano, con un grupo de amigos.

A sus 59 años reconoce que sus convicciones y pensamientos le han llevado a no ser un personaje cómodo en según qué escenarios. Pero no va a cambiar. Está tan convencido de su filosofía que morirá con ella.  El humanismo, la creatividad, los oficios antiguos… Si unes todo eso al descubrimiento de una zona vinícola que le enamora, corría el año 2003, empiezas a trazar las primeras pinceladas de todo el recorrido de Juan Cascant en estos 17 años. Tiene claro que su escenario es su cultura. Recurre para su osadía de intentar hacer vino a uno de los nombres más importantes de la enología valenciana, Rafa Cambra. Y aquello cambió la vida de Juan para siempre. Porque Rafa Cambra es de esos enólogos apasionados por su trabajo y tan generosos que son capaces de volcar toda su sapiencia en un proyecto en ciernes. Hacen sus primeras inversiones en herramientas tecnológicas para elaborar vino y allá va la sorpresa cuando reciben unas puntuaciones muy elevadas en una de las guías de referencia en España. Para bien o para mal, aquello ya no podía parar. Solo tenían una cosa clara, su carta de navegación era el campo. Era la ecología cuando todavía no era una moda, convencido de que la etiqueta ecológico no debiera existir, y sí la de ‘No ecológico’, para señalar los productos que no son verdad, que no respetan nuestro paisaje y nuestra tradición.

Juan Cascant reconoce que se han cruzado en su camino personas que le han marcado y se siente un privilegiado. Pero también él ha forzado ese cruce de caminos, a veces sin pensarlo. De esas primeras añadas, tomó una botella y la envió nada menos que a Josep Lluis Pérez, en el Priorat. Acompañó el envío de esa botella de un e-mail que, para su sorpresa, despertó el interés de aquel mago de la enología por su proyecto. Tanto que viajó hasta tierras alicantinas para conocer a Juan. Allí nació una relación espectacular que perduró.

Con el proyecto lanzado, a Juan se le ocurrió trazar iniciativas para poner en valor el minifundio del territorio, las variedades locales… y así nació Microviña. Y comenzaron los congresos y las conferencias en universidades de una filosofía de vida. Empezaron a ganar adeptos a la causa. Todos tenían que cumplir los cinco mandamientos sagrados:

1.- Poder constatar que el agricultor ha ganado justamente.

2.- Haber obtenido la uva mediante Buenas Prácticas Agrícolas, desde variedades autóctonas, con respeto al ecosistema.

3.- Constatarse que la bodega forma parte activa de la sociedad donde esté instalada, aportando y cooperando en su entorno.

4.- Diseñar su promoción teniendo en cuenta la cultura del lugar donde nace el producto: Música, Poesía, Lengua, Literatura, Arquitectura, Pintura, Gastronomía

5.- Generar acciones relacionadas con la Educación entre la gente joven en escuelas, intitutos y universidades. En definitiva, aportando lo máximo posible desde todas las vertientes a la consecución de la ‘DIGNIDAD’ del ser humano mediante una Economía de Equilibrio que aspire a lograr el ‘Bien Común’.

El proyecto enamora, hasta el punto que Juan Cascant llega a dar una conferencia en Harvard, y en valenciano, pero también en el Club de Encuentro Manuel Broseta… La filosofía ha calado.

Celler del Minifundi
Y este largo camino ha llevado a Juan a una nueva etapa en la que, en principio, quería tomarse las cosas con mucha más calma, manejando parcelas de minifundio de su familia, un paraíso que asoma al río Serpis, a medio camino entre Muro d’Alcoi y Beniarrés. Celler del Minifundi es una nueva senda en la vitivinicultura, más pequeña y al estilo de Juan Cascant.  Celler del Minifundi es fiel al Sello Microviña y trabaja buscando siempre sensaciones y emociones que permitan vivir dignamente cerca de nuestras raíces.

Allí recibe multitud de visitas de aficionados al paisaje, a la naturaleza, a las tradiciones… al mundo del vino. En un rincón mágico que dibuja una experiencia inolvidable. Y allí nacen dos referencias, de momento, Cavall de Foc y el Vermú Ferrer, bajo el sello de Celler del Minifundi. El primero nace de un poema que dedica un amigo a su figura. El segundo, directamente es el apodo por el conocen a su familia política, pues su suegro era el Ferrer de Beniarrés.

Cavall de Foc
Este vino se muestra a los ojos con un color rojo picota profundo, brillante y vivo. En nariz presenta una mezcla compleja y agradable de fruta especiada, junto a una explosiva mineralidad que enlaza con notas frutales agradables, mantenidas y redondeadas durante su reposo en roble viejo. En boca brota la bravura y juventud de un vino aún por amansar, que lo hará en la copa en un instante, o en la botella en el tiempo. ¡Tengan paciencia! La potencia del alcohol está domada por una acidez fresca y un tanino suave que se niega a marcharse. Sin embargo, tiene una longitud muy considerable, así como el recuerdo inevitable a los sabores de la tierra caliza de Alcosser de Planes, cerca del río Serpis que lo acaricia, y al frescor de las montañas que rodean esta microviña. Todo lo que está presente en este vino, lo hace de manera sutil configurando un conjunto equilibrado que promete una larga progresión.

Cavall de Foc es un vino de Juan Cascant. Con sulfitos muy por debajo de la exigencia ecológica y la autoexigencia de los vinos biodinámicos.

Vermut Ferrer
La base vínica es vino de uva malvasía y macabeo de las microviñas del Celler del Minifundi. Maceración de 45 días con 35 botánicos según la antigua receta magistral. Endulzado con azúcar caramelizado y encabezado hasta 15º con alcohol de primera calidad. Finalmente, y antes del embotellado, se redondea durante siete días con un conjunto de hierbas recogidas y seleccionadas por Juan Cascant.

El minifundio y la microviña como filosofía de vida.

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