2 febrero, 2020
Jaime Nicolau
Eran otros tiempos. No entendíamos de 4G ni de internet. Menos aún de redes sociales. Los niños de la EGB buscábamos otros modos de entretenernos cuando el cole lo permitía. Para los que éramos de ciudad una excursión al campo en familia o con amigos era un planazo. Daba igual si era para un almuerzo, una paella o una torrá. Era un acontecimiento y como tal lo esperábamos. Hoy los móviles les embelesan, las tablets y los cascos han ocupado en la mochila el hueco de los bocatas, las canicas o los tirachinas. Para los niños de la EGB que vivían en los pueblos ha cambiado menos. Aquellos salían al campo a menudo a acompañar a sus padres, tíos o abuelos, y se entretenían mientras éstos trabajaban las viñas, los almendros o los olivos. Se apresuraban a acercarse al arroyo para ver si encontraban peces o ranas. Buscaban en los árboles nidos de aves o entre las viñas algún conejo o liebre. Hoy, pese a ser de la generación digital los niños que viven en los pueblos siguen teniendo mucho más contacto con el medio rural, con la naturaleza.
De esa generación es Francisco Javier Armero, un biólogo de Requena apasionado de la naturaleza que ha publicado un nuevo libro, ya lleva unos cuantos, en el que ha querido detenerse en La Naturaleza en la Meseta de Requena Utiel. 50 ensayos repartidos en las estaciones del año, ilustrados con fotografías de los amigos con los que comparte pasión (alguno de ellos de reconocido prestigio en la Comunidad Valenciana). Con los que pasa sus ratos libres poniendo casetas para murciélagos u otras pequeñas aves. Con los que admira la presencia de árboles centenarios. Con los que escucha desde un risco el canto del búho real o contempla el vuelo de un águila perdicera. Un trabajo admirable que bien se recoge en este libro de la editorial Tundra.
Un trabajo tan recomendable, como el de intentar que ese medio rural siga latiendo porque de él depende, en mucha más medida de lo que pensamos, buena parte de la salud del planeta. Un trabajo que invita a que se visite una comarca de la que hemos hablado mucho. Casi siempre en clave de vino, pero también en clave de territorio, de patrimonio cultural, de un entorno privilegiado y único. Y este libro, sin hablar específicamente de vino, si lo hace de ese mismo territorio. De su entorno natural. De sus rincones mágicos.
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