25 junio, 2019
Rafael Apolinar
Tras muchos años sin visitarlo por motivos de lejanÃa –fÃsica, que no afectiva–, vuelvo a reencontrarme con Placer Bobal, el salón de los vinos de la Denominación de Origen Utiel-Requena. Descubrir copas con alma de Bobal más allá de los Pirineos es por desgracia complicado. Demasiado. Asà que algo nervioso, como quien se reencuentra con un antiguo amor, subo las escaleras hacia el lugar de la cita, el salón Diana del Hotel Las Arenas. Vanidoso y elegante, lo es con motivo, pues aparece siempre custodiado por las olas que la brisa esculpe en el Mediterráneo. La primera alegrÃa, el abrazo con el bueno de Diego Pérez, cara amable de la Denominación, profesional como pocos, compañero de promoción y, sobre todo, amigo desde aquel tiempo de aula, apuntes y degustaciones. Recojo gustoso mi acreditación y traspaso, ilusionado, el umbral que me transportará al lado mágico del espejo.
Imposible comentar en estas lÃneas, por obvia cuestión de espacio, todos los vinos de Bobal degustados durante el festejo. Sin embargo, todos y cada uno de ellos, incluyendo también los que, por obvia cuestión de cantidad, no fueron catados, presentan el indudable respaldo cualitativo de una D.O. consagrada a la conquista de la excelencia. Asà que me he visto obligado a hacer una pequeña selección de aquellos que, por una razón u otra, han accionado algún resorte extra de entre los muchos, constantes y deliciosos estÃmulos recibidos. Como dice la manida frase, son todos los que están pero no están todos los que son.
Inicio mi periplo con La Novicia 2017, de Bodegas Jiménez Vila. Viste de oscuro, pero su seriedad queda diluida por la liviandad que le otorga un estampado de blancas palomas con cierta reminiscencia hÃpster. Elaborado en exclusiva con uva de Bobal, muestra una extraordinaria intensidad aromática que une copa y nariz de manera casi fÃsica, palpable. Sus notas son de fruta negra: mora y tostados en armonÃa. Se intuye que su paso de tres meses por barrica han sosegado, para bien, sus muy vivos y envolventes taninos. Equilibrado, bastante largo en boca, continúo maravillado por el brÃo de sus aromas.
Como todos los vinos de Bodegas Hispano Suizas, siempre ataviados de manera distinguida y reconocible, descubro su Bobos Finca Casa la Borracha 2016. De cuidada elaboración, tras 10 meses en barrica de roble francés aparece complejo en nariz, con recuerdos sutiles a madera de cedro que envuelven notas de cereza. De paladar sedoso y volumen rotundo, muestra toques de grosella roja de muy fresca acidez de la mano de suaves torrefactos. En esta sabrosa botella tampoco se junta nuestra querida Bobal con ninguna variedad hermana, ni autóctona ni forastera.
Unos pasos más allá descubro Bercial Ladera los Cantos 2016, de Bodegas Sierra Norte. En esta pausa del camino la animosa Bobal se entremezcla con la sobria y casi siempre agradecida –a pesar de las modas– Cabernet Sauvignon. 65% de la primera y 35% de la segunda equilibran una hermosa y potente alianza. Realizan la fermentación maloláctica en barricas de roble francés, en las que dormitan durante 18 meses más. El resultado es un vino muy complejo en nariz, con aromas intensos a tabaco y también a fruta negra madura (ciruela pasa), nada pesados y sà frescos. En boca la complejidad se hace todavÃa más patente, persiste el tabaco con recuerdos balsámicos y algo especiados, deviniendo menos madura la fruta aún negra. Tanino pulido y muy bien integrado en su estructura. Persistente, largo.
Confieso que el Bobal de Estenas 2018, alegre y burlón, me confundió en un primer momento y me llevó a una senda ilusoria y paralela pero no por ello menos atractiva. 100% Bobal, sus aromas invocaban aquellos procedentes de las maceraciones carbónicas: frescos, golosos a mora, florales y con leves notas herbáceas… El trampantojo residÃa en su elaboración, que Félix MartÃnez Roda, con esa amabilidad de la que siempre hace gala, me contó. Fermentado el mosto en hormigón a la manera de antaño, el vino ya estabilizado descansa cuatro meses en tinaja de barro, quedando asà los rasgos afrutados de la Bobal bien ligados. El resultado es un vino con mucha personalidad, auténtico, que despliega toda la idiosincrasia de la variedad y, a la vez, lo hace singular. En boca es ligero y su acidez le induce a desbordar frescura.
Me tropiezo en la última etapa de esta excursión con una auténtica joya desconocida hasta entonces para mÃ. El vino Parsimonia Bobal de Autor 2017, de Bodegas Vibe, fermenta en barrica de roble francés, donde se mece a ritmo de battonage durante cuatro meses con lÃas finas y cuatro meses más de apacible crianza. Bobal, solo Bobal, exhibe un panel aromático complejo y elegante, con unas notas principales de arándano maduro y toffee. Con una acidez serena, con un tanino muy fino, con un equilibrio suave… perdura y perdura en boca, sin rastro de ese punto agreste que, en algunas ocasiones evidencia la uva Bobal. Este Parsimonia de Autor me tiene encandilado.
AquÃ, y ahora allá, y luego acullá, me paro y me entretengo charlando de vino, de uvas, de terroir, de técnicas, del mercado del vino, y sobre todo, de la variedad estrella de la fiesta. El tiempo se para en cada conversación. Recupero momentos y sensaciones pasadas ahora renovadas. CreÃa que os conocÃa al dedillo, vinos de Bobal, pero en estos años en los que os perdà la vista habéis añadido distintas capas a vuestro carácter. Habéis evolucionado, progresado, diversificado… sois más poliédricos, más complejos y, no obstante, habéis resistido a la tentación de vender vuestra alma. Me dijeron que se estaban haciendo las cosas bien y que habÃas encontrado el buen camino. No se equivocaba quien me lo reveló. ¡Cuánto añoraba tu indómito beso, Bobal!
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