9 abril, 2019
El viñedo y la industria vitivinícola son el principal factor dinamizador de la economía de muchos pueblos de la Denominación de Origen La Mancha, lo que contribuye a fijar la población en zonas sin muchas alternativas. Está demostrado que la densidad de población es mayor en los municipios donde se cultiva más viñedo.
Así, en número de habitantes, según datos del INE 2018, los municipios con más viñedo inscrito en la DO La Mancha –Villarrobledo, Socuéllamos, Alcázar de San Juan, Tomelloso, Campo de Criptana y Manzanares– superan todos ellos los 10.000 habitantes, estando la media de conjunto de estas seis poblaciones por encima de los 20.000 habitantes.
El viñedo no solo supone un factor dinamizador en la economía de los municipios manchegos, también asegura una garantía de sostenibilidad ambiental ante las amenazas del cambio climático en la mitad sur peninsular y las consiguientes consecuencias de desertificación.
Tradicionalmente, el viñedo también se ha caracterizado por su oferta estacional de empleo, ligado, básicamente, a las campañas de recogida del fruto como la vendimia, comprendida en el último tramo estival y gran parte del otoño.
La mayor superficie de viñedo mundial se encuentra en Castilla-La Mancha, con unas 473.811 hectáreas (según datos de la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos ESYRCE en 2018), de las cuales más de 250.000 se encuentran en la Zona de Producción La Mancha y alrededor de 155.000 hectáreas están acogidas a la Denominación de Origen La Mancha, enfocada a la producción de vinos de calidad.
Todo ello a pesar de los planes de reconversión y una relativa disminución del 17 % en superficie los diez últimos años, que no ha restado capacidad ni calidad productiva al viñedo manchego, donde el 40 % de la superficie en Castilla-La Mancha sobrepasa la longevidad de la planta con más 30 años de edad en la vid y, además, se puede presumir de tener una diversificación varietal difícil de encontrar en cualquier otro lugar del mundo.
La Mancha, heredera cultural de la triada mediterránea en el cultivo del olivo, el cereal y, sobre todo la vid, mantiene vivo su pulso a la sangría demográfica que viven otras zonas rurales del resto de España gracias, precisamente al arraigo social y económico de la viticultura en gran parte de sus municipios.
Así, en número de habitantes, según datos del INE 2018, los municipios con más viñedo inscrito en la DO La Mancha (por este orden: Villarrobledo, Socuéllamos, Alcázar de San Juan, Tomelloso, Campo de Criptana y Manzanares) superan todos ellos los 10.000 habitantes, estando la media de conjunto de estas seis poblaciones por encima de los 20.000 habitantes.
Unas estadísticas que se corroboran si cruzamos los datos de los diez primeros municipios con mayor superficie de la DO La Mancha con el número total de viticultores inscritos, unos 14.730. De ellos, casi el 50 % corresponden a la provincia de Ciudad Real, con 6.871 agricultores registrados. Es más, seis de las diez localidades con mayor viñedo son de Ciudad Real. A continuación se sitúan Cuenca, Toledo y Albacete con 30.930, 30.759 y 18.734 hectáreas, respectivamente.
Los datos reflejan la importancia del viñedo para la comunidad castellanomanchega en base al reciente Plan Estratégico del Sector Vitivinícola Regional elaborado por la Universidad de Castilla-La Mancha, que ha contado con la colaboración y participación de la Dirección General de Agricultura y Ganadería, y de la Dirección General de Industrias Agroalimentarias y Cooperativas de la Consejería de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. En el documento base se parte del análisis de la estructura productiva del sector para establecer un diagnóstico económico y potencial comercializador en las líneas de estrategia presentes y futuras.
El estudio, que analiza la viabilidad del sector en un contexto de relevo generacional, sostenibilidad y profesionalización como retos futuros, también subraya el papel vertebrador del viñedo para todo el conjunto de la Comunidad castellanomanchega. «La relación superficie de viñedo por habitante, para cada término municipal, pone de manifiesto que la densidad de población es mayor en los municipios donde se cultiva más viñedo”.
Además, establece una correlación directa entre los rendimientos medios por hectárea y los valores de población, señalando “que los valores más altos de rendimiento por hectárea, a nivel de término municipal, se distribuyen en torno a espacios centrales de la región”.
Tradicionalmente, el viñedo también se ha caracterizado por su oferta estacional de empleo, ligado, básicamente, a las campañas de recogida del fruto como la vendimia, comprendida en el último tramo estival y gran parte del otoño.
Unas pautas de comportamiento y empleabilidad que han sufrido también notables cambios con la paulatina transformación del sistema de cultivo en La Mancha. Como aseguran los datos facilitados por la Junta de Comunidades, de 2007 a 2017 se ha incrementado en un más de 160% la superficie de viñedo en espaldera en Castilla-La Mancha, pasando de las 68.448 a las 181.036 hectáreas.
Un dato que, si bien demuestra una consecuente mecanización también supone un factor de mayor demanda laboral continua a lo largo del año y menos estacional, ya que el viñedo en espaldera requiere de una mayor atención especializada en labores específicas de poda, tratamiento y cuidado de la vid durante toda la campaña.
El viñedo no solo supone un factor dinamizador en la economía de los municipios manchegos, también asegura una garantía de sostenibilidad ambiental ante las amenazas del cambio climático en la mitad sur peninsular y las consiguientes consecuencias de desertificación.
En un marco contextual para la geografía manchega, marcada por una fuerte insolación, unas precipitaciones anuales inferiores a los 450 mm, y una severidad térmica en los meses de invierno y verano, donde los rigores de clima mediterráneo de interior imponen una limitación, la vid no solo se presenta como el cultivo ideal, sino que también asegura una cobertura vegetal que contribuye a mitigar la aridez del terreno.
El viñedo ha permitido también el desarrollo de una importante industria agroalimentaria en muchos pueblos manchegos, que hoy cuentan con bodegas y cooperativas equipadas con tecnología de vanguardia en lo que a elaboración de vino se refiere.
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