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Final de trayecto: Viñedos del Contino. Romanticismo en estado puro

29 octubre, 2018

Texto: Isabel Cremades / Fotografía: Fernando Murad
Terminamos hoy nuestro recorrido por el ‘mundo CVNE’. Tras haber disfrutado de las visitas a sus bodegas en Haro (CVNE e Imperial) y en Laguardia (Viña Real) nos dirigimos a Laserna, una pedanía del municipio de Laguardia, para conocer Viñedos del Contino.

Continuamos nuestra inmersión en la cultura del vino atendiendo a las explicaciones de nuestro guía, Javier Moreno.

2,4 km y llegamos a Laserna donde nos sumergimos de nuevo en la historia cuando nos encontramos con los nostálgicos restos del puente romano de Mantible (de origen cuestionado en fechas recientes), atravesado por el río Ebro y enclavado en la divisoria de las provincias de La Rioja y Álava. Un puente que tuvo 164 metros de longitud, cinco de anchura, treinta de altura y siete arcos de medio punto, de los que solamente se conservan dos. Una joya arquitectónica que algunos consideran inmortalizada por los clásicos Miguel de Cervantes en Don Quijote de La Mancha y Calderón de la Barca en una comedia caballeresca titulada La Puente de Mantible.

Un enclave privilegiado
Un viñedo noble y singular protegido por el Cerro de la Mesa y abrazado por un meandro del río Ebro.

Con una exposición sur el viñedo desciende suavemente hacia el río en ligera pendiente en un terreno de permeabilidad adecuada y profunda, que permite el desarrollo de las raíces en busca del agua. Se extiende en tres terrazas de suelo arenoso calcáreo en las capas más profundas y arcilloso calcáreo en las capas medias y superficiales, en que abundan los cantos rodados propios del terreno aluvial.

El Contino
Estamos en tiempos de los Reyes Católicos quienes concedían la distinción de ‘Contino’ al oficial de una guardia de cien soldados que velaba ‘de contino’ (continuamente) por la seguridad de los monarcas y de su familia.

El contino don Pedro de Samaniego fue beneficiado con la propiedad de Laserna, donde vivió durante un tiempo. De ahí el nombre de la bodega.

Viñedos del Contino es fruto de la visión de José de Madrazo Real de Asúa (gerente de Viña Real), junto a la del enólogo Basilio Izquierdo. En 1973 se decide su fundación en la Finca San Rafael, propiedad de la familia Pérez Villota, uno de los mejores proveedores de CVNE. Inicialmente se denominó Sociedad Vinícola Laserna y se empezó a elaborar en Haro.

En este momento se plantean hacer algo diferente. Quieren construir una bodega rodeada de sus viñedos. Viñedos del Contino se convierte así en una de las primeras bodegas de la DOCa Rioja que apuesta por el modelo bordelés de ‘château’.

El proyecto arranca con una parcela de 10 hectáreas destinada al Gran Reserva de Viña Real. Poco a poco fue creciendo. Se arrancó el cereal y fueron plantando más viñas.

El conjunto abarca varios pabellones de distintas épocas entre los que preside una casa solariega del s. XVIII rodeada de 62 hectáreas de viñedo. Desde El Cortijo, al otro lado del río, se puede observar una maravillosa panorámica de la propiedad.

En los años 70, con las obras de remodelación, descubrieron los calados subterráneos que se remontan al s. XVI y que se incluyen entre los más antiguos de La Rioja. Tienen una capacidad para unas 400.000 unidades y es donde realizan la crianza en botella con las condiciones idóneas de temperatura y humedad. Una curiosidad, en un rincón todavía se conserva un arco apuntado de ladrillo estilo mudéjar, señal de una antigua almazara.

En 1985 se restauró la antigua casona y en 2004 se inauguró la nueva bodega de vinificación.

En Viñedos del Contino conviven en perfecta armonía tradición e innovación. Es la historia de una finca que quiere conservar el carácter rústico local en su arquitectura y disponer de instalaciones modernas para alcanzar la máxima calidad y personalidad en la elaboración de sus vinos. Para ello cuenta con una moderna nave de vinificación, con mesa de selección y depósitos de tamaño reducido.

La proximidad del viñedo a la bodega permite realizar un sistema individualizado de recolección de uvas. De forma que sea posible la separación de las diferentes parcelas de la finca, según variedades y cualidades.

La esencia de Viñedos del Contino reside en que toda la uva utilizada en la elaboración de sus vinos provenga exclusivamente de sus viñedos. No se compra nada de fuera. Quieren que sus vinos expresen el terruño. Vinos de finca, con todas las ventajas y desventajas que el modelo conlleva, y en una constante búsqueda de la calidad. Lo que explica que en los años 77, 79, 92, 93 y 2013 no elaboraran ningún vino.

La gama abarca: Contino Reserva, Contino Gran Reserva, Contino Blanco (desde 2009), Contino Graciano y Contino Garnacha (representan el rescate de las uvas autóctonas para elaborar monovarietales) y Contino Viña del Olivo, un vino que aporta un toque moderno al tempranillo de Rioja.

Una característica de estos vinos es la utilización de la variedad graciano en el ensamblaje. En los años 90 quedaba menos de un 1% de esta variedad en toda la Rioja. Tras muchos estudios e investigación, su enólogo, Jesús Madrazo, decidió rescatar esta variedad del olvido. Se trataba de una sentimental apuesta por una uva local que consideraba muy peculiar e interesante. De hecho fue la primera bodega en elaborar un monovarietal en 1994.

Los viñedos están repartidos en ocho parcelas: ‘San Gregorio Grande’, ‘Don Vicente’, ‘San Gregorio Encina’, ‘El Olivo’, ‘Triángulo’, ‘Ribera Viconsa’, ‘Juanrona’ y ‘Tabla Laserna’.

La primera parcela debe su nombre a San Gregorio Ostiense, santo protector del viñedo. Cuenta la tradición que el santo pasó por las tierras de esta finca. Su figura aparece en el anagrama de la bodega y en las etiquetas de sus botellas.

Entre las parcelas más emblemáticas y admirables encontramos la de El Olivo, la más antigua de Contino. Ocupa seis hectáreas, fundamentalmente de tempranillo, y debe su nombre a la presencia de un olivo monumental de más de 700 años de porte majestuoso que dibuja una maravillosa estampa paisajística.

En la nave de vinificación hay tres depósitos (cada dos hectáreas para un depósito) destinados a elaborar Viña del Olivo. Se elabora siempre que la calidad sea excelente. En 1997, 2002 y 2006 no elaboraron este vino.

Nuestra visita comienza en un bonito y bien conservado patio empedrado con cantos rodados.

A la izquierda, se sitúa la vivienda principal. Una antigua casa de muros de mampostería recubierta de hiedra, a la que el otoño comienza a teñir de rojo sus elegantes hojas, que está edificada sobre los impresionantes calados y en cuya entrada vigila la armadura original de nuestro fiel contino don Pedro de Samaniego que nos da la bienvenida y nos invita a viajar en el tiempo.

A la derecha, el edificio donde estaban la antigua fragua y un viejo almacén de tractores ha sido rehabilitado, desde el máximo respeto a la historia y a la memoria, como sala de catas y recepción de visitas. Se ha convertido en un mirador abierto a la viña donde deleitarse con las privilegiadas vistas y donde se disfruta de una estrecha relación con el entorno.

El empleo del hierro como material común, incluso en el mobiliario, y de la madera en las cubiertas, en perfecta combinación con la piedra, resaltan los valores de la bodega: elegancia, sencillez y sofisticación.

Han tenido un gusto exquisito y no han pasado por alto ningún detalle. Nos llama la atención un expositor de vinos de hierro sobre un acabado de cajas de madera. Una muestra de la botella número 1 de cada añada (de cada una de las marcas) nos permite recorrer la historia de la bodega y ver la evolución de las cosechas, de las botellas y de las etiquetas. Una exposición en toda regla.

Después de un paseo por los viñedos, donde se respira historia y paz a partes iguales, volvemos a la sala de catas donde degustamos Contino Blanco 2016 y Contino Reserva 2014 acompañados de un aperitivo de embutidos y quesos de la zona.

Cerramos aquí una experiencia completa que nos ha permitido profundizar y sentir la magia que atesoran estas bodegas.

Próxima parada: Viña Real. Tradición y modernidad

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