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¿Por qué nadie habla de La Pitanza?

Vivimos tiempos de aperturas continuas. Novedades constantes. Evoluciones de proyectos que comenzaron siendo una cosa y ahora son otra totalmente distinta. Se premia la creatividad. La innovación. Pero, curiosamente, al mismo tiempo se busca lo tradicional.

Es evidente que el ritmo de opciones culinarias en la ciudad de Valencia ha crecido de manera tan salvaje que difícilmente alguien repite local. Al menos si puede evitarlo. Pero no suele estar de más recordar que hay lugares comunes a los que siempre puedes acudir en un momento de nostalgia. O, simplemente, de búsqueda de sabores seguros.

Hacer de un tomate relleno de bonito, un canelón de pato y foie y unas croquetas tus entrantes sempiternos podría parecer, a ojos de algunos, insuficiente. Pero hablamos de una materia prima cuidada. Bien presentada. Y servida a un precio que ya era razonable en el entorno de la crisis y hoy se antoja casi hasta obsoleto.

Promover platos de cuchara como los garbanzos con carabineros o la sopa de castañas parece que sea una maledicencia gastronómica en la era de Instagram, pero el caso es que están tan buenos (y a veces los necesitas tanto) que deberían ser obligatorios en casi todas las cartas. Porque no hay nada de malo en un caldo con respecto a la opinión externa que vayan a transmitir de tu capacidad en la cocina.

Y, por supuesto, seguir apostando por arroces con productos de temporada. Nunca pasa de moda en su mesa el arroz con setas y codorniz, pero a eso le añade el hecho de ser uno de los pocos donde puedes tomar un arroz en fesols i naps.

¿Hay que cambiar para seguir gustando o aquello que funcionó debe mantenerse (y si es posible mejorarse) para seguir atrayendo a los que te descubrieron? ¿Son la sopa de maíz con foie y arena de quicos, sus tiernísimas carrileras, su cordero horneado durante dos días o su bacalao peores platos que aquellos que (parecen, solo parecen) más elaborados?

Y la pregunta más importante: ¿se puede sobrevivir en la era de la búsqueda continua de lo nuevo, donde la oferta está tan sobredimensionada que te sabe mal repetir en un lugar por miedo a perderte otro que todavía no has visitado? Pues La Pitanza, de momento, lo hace.

ME ENCANTÓ.- Que sigan ofreciendo un menú de alta calidad al mismo precio que hace años.

A PEDIR SIEMPRE.- De día, arroz meloso. Cualquiera.

PUEDE GANAR PESO.- Nunca había probado sus arroces secos y la paella clásica me gustó menos que otros.

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