3 marzo, 2018
David Blay Tapia
Estadísticamente, más de la mitad de nuestros ‘amigos’ en Facebook no son tales. En realidad, aceptamos o agregamos a conocidos, gente conectada con personas de nuestra confianza o incluso en algunas ocasiones alguien que nos da buena espina. Y sin embargo, apenas tenemos pudor en mostrar nuestra vida, bien sea pública o privada, exponiéndonos a juicios y comentarios a cargo de gente que en realidad no tiene conocimiento nuestro más allá de una aplicación de móvil.
Es curioso este comportamiento en personas de una cierta edad, desinhibidas totalmente desde la aparición de las nuevas tecnologías pero a quienes sentarse en una mesa con desconocidos les impone tanto respeto que deciden perderse una experiencia gastronómica de alto nivel. Porque eso es a lo que aspiraba Fierro cuando se fundó hace apenas tres años. Y, definitivamente, es en lo que se ha convertido. Para los no iniciados, se trata de un restaurante único en España situado en el barrio de Ruzafa. Lo compone una única mesa para 12 comensales, donde mientras te sientas en unos muy cómodos taburetes ves cocinar y servirte platos a Germán Carrizo y Carito Lourenço, ganadores de una Estrella Michelin en El Poblet de Quique Dacosta en una vida anterior. A ellos se une como tercera pata Eva Pizarro, conocedora de la otra parte de la gastronomía TOP valenciana al haber colaborado con Ricard Camarena y hoy la encargada de visitar bodegas y bodegueros casi secretos para ofrecer maridajes con y sin alcohol.
Donde, por primera vez, un vino condiciona un plato y no al revés. Desde hace un tiempo, además, para completar los soportes de la hipotética silla que sostiene el proyecto aparece un joven llamado Piero, cuya influencia está siendo tan grande que los entrantes de la cuarta temporada (no es una serie, pero casi porque mejora con cada capítulo) están basados en la tradición italiana. Ahí comienza ya lo nuevo. Porque cenar (solo viernes y sábados, con reserva a través de la web y por 80 euros por persona) en Fierro son muchas cosas, como escenifica un vídeo grabado por los comensales más habituales.
Es experiencia ver en directo cómo te cocinan lo que te vas a comer. Es conversacional elegir si quieres solo hablar con tu acompañante o te abres a comentar con la mesa entera, aunque sea la primera vez que veas a toda esa gente. Y sobre todo es equilibrado, con unos platos basados en sabores que luego potenciarás con las (numerosas) copas que se degustarán. No haré demasiados spoilers. Al fin y al cabo, en internet está el nuevo menú y poco más se puede aportar visualmente. pero sí hablaré de cinco cosas que identifican a esta iniciativa. Y que la hacen única, a pesar de que no haber recibido todavía los plácemes que merecería en las de no ubicarse en la ciudad en la que lo hace. – Se mantiene la empanada mendocina. Hay quien pensará que no es alta cocina, pero es un MUST imprescindible – Hay vinos que solo probarás ahí. Eva ha conseguido incluso una tirada de algunas botellas que ni siquiera están etiquetadas – Muchos de los entrantes se toman de un solo bocado. Y puede parecer que estés en un lugar de cocina de diseño del que saldrías con hambre. Nada más lejos de la realidad – Germán y Carito son asesores de Cinco Jotas. Recuerda eso cuando pruebes la carne – Y, cuando vayas, estate atento a una palabra: berberechos. Posiblemente, su plato del año ME ENCANTÓ El ya citado plato de berberechos maridado con un vino muy especial A PEDIR SIEMPRE. No hay carta, pero repetiríamos empanadas de cien en cien PUEDE GANAR PESO Alguno de los entrantes, muy sabroso pero quizá escaso para ser un simple bocado.
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