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Patapuerca. Del cerdo, hasta los andares

5 enero, 2018

J. A. L. – Foto: Fernando Murad
Me comenta mi amigo (y jefe) Fernando que va a ganarme la apuesta en encontrar y disfrutar de sitios muy, pero que muy especiales. Si quien me reta es Fernando (amigo y jefe) le cojo el guante y que comience el torneo.

La verdad es que llevo las de ganar, pero, estarán conmigo, que no voy a darle ventajas.

“Vale Dios que se le une, a Fernando, Isabel, mi otra jefa y amiga con lo cual, uno, servidor, hace mutis por el foro, deja a los Reyes Católicos en lo suyo y voy, como vasallo en la búsqueda, no de algo importante, sino vital”.

Estoy en la búsqueda de Patapuerca.

En la calle Historiadora Sylvia Romeu, a la altura del número cuatro, está Patapuerca. Ya, me preguntan cómo ir y es muy sencillo. Entre la calle Poeta Mas y Ros y la Plaza del Cedro. No es tan difícil y además, se puede aparcar. De momento.

Estoy en Patapuerca y tengo que pensar cómo entrar en un local distinto.

No hay de nada y… se vislumbra de todo.

Hay unas mesitas de madera en la puerta que no te dicen nada pero te gritan que te sientes en unos ”taburetes” incomodísimos de los que no querrás levantarte.

Me espera Óscar, un profesional de la construcción que no sabe, ni le interesa, freír un huevo. Él, a lo suyo. En su Rincón de Ademuz prepara un concierto y todo lo que conlleva en el tema de sonido porque no le queda más remedio que diversificar su trabajo ante la crisis de la construcción.

Isa, se junta al grupo. Es la otra parte de Óscar. Son uno.

En las fiestas del Rincón de Ademuz se encuentra un ingeniero de sonido que empezaba y una drag queen que marcaba estilo. Entre ellos, el puñetero (con perdón) del pañal y el arco y ya tenemos el conflicto.

Óscar e Isa, Isa y Óscar… «mi padre, Rafael, quería ponerme como nombre Isabel. Mi madre, Celia, quería que me llamase Elisa. Me quedé en la mitad dando gusto a todos».

Se encuentran, amigos, dos rabos de lagartija que acaparan todo lo posible por saber y aprender hasta llegar a la hostelería. Antes, la música, el diseño, la historia, la filología… todo estudiado en profundidad hasta que el jazz… les une con otro gran arte, la hostelería.

Ya lo he dicho.

Hago hincapié antes de invitarles a Patapuerca.

El local es pequeño pero suficientemente grande como para albergar a la amistad.

No le hace falta nada más. Madera, madera, madera… luminosidad natural, mobiliario cómodo, ambiente que te invita a hablar, susurrar. Todo lo han hecho Óscar e Isa “con esas manitas que Dios les ha dado” y disfrutar del mejor jamón y queso del mundo. Por supuesto que hay otros sitios, pero hoy, hablamos de Patapuerca,

“Porque quería un nombre especial que estuviese unido a lo que realmente queremos y amamos. Es la búsqueda de lo sencillo, de lo que está ahí pero no sabemos ver, de la obra bien hecha de gente que da su vida por un producto que no nos llega a todos”. Filóloga la moza e investigadora que bendito sea el momento que se encuentra con Óscar, que un pequeño problema le impide seguir con su trabajo y se viene a Valencia de la mano de Isa que le invita a ser profesional en el corte de Jamón.

Hay que estudiar y prepararse, y no es fácil. Son dos y ahora, el aguijón de la hostelería les ha picado. Óscar, a por los jamones “gracias a Redondo Iglesias que confió plenamente en nosotros”. Isa, por los quesos y por los vinos.

Compran una furgoneta y “se tiran al monte” en busca de bodegas singulares y productores artesanales, de quesos, embutidos, salazones y de todo aquello que sea diferente, incluidos platos rápidos que, si te entregas unos segundos a tus recuerdos revives momentos únicos que te emocionan.

Patapuerca no es un sitio donde se vende jamón y vino. Este es un local que está lleno de profesionalidad ganada a pulso y de una ilusión que te envuelve. Suena, de fondo el jazz. Casi en silencio. Ganan enteros las conversaciones y los comentarios compartidos. Hay admiración y silencios cuando Óscar invita a sus clases de cortador del mejor jamón. Hay admiración cuando Isa habla de quesos… ¡Dios, cómo lo siente! Y juntos comparten vinos con aquellos amigos que les visitan cuando y en el lugar que quieren.

Aquí hay mucho más que jamón y queso. Pero no quiero hablarles de una extraordinaria cecina de León o del chorizo o de la sobrasada o de… podemos compartirlo. Son días, en estos comienzos de año, para estar bien con todos.

Vale. Pero, Patapuerca es un punto y aparte.

Es Isa y Óscar.

Grandes.

Patapuerca. C/ Historiadora Sylvia Romeu, 4. Tel.: 96 326 97 71/ 633 529 343.

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