12 mayo, 2017
José Antonio López
Javier Morcillo, el dueño del fondo del mar con permiso de Poseidón, me retó a probar todos los platos (o gran parte de ellos) que se elaboran con algas. Cada vez está más seguro de que, con el tiempo, dependeremos de ellas para tener nutrientes sanos y efectivos. Servidor entiende poco pero con su ayuda y la de muchas personas más, conseguiremos llegar a la verdad.
Alguien me dijo, en un momento de mi vida, que veníamos del mar.
Yo, casi nací en él. En Torrevieja, Santa Pola, Alicante y mi gran Malvarrosa.
Ahí queda eso.
Acepto el reto y, amigos, esto es lo que sucedió.
El Restaurante El Cabanyal está en la calle La Reina 128. En Valencia. Con la cantidad de obras que hay a su alrededor, te pasas de calle y número, seguro. Pero está ahí. Lo que lo diferencia es que te vas a encontrar con una casa normal cuyo elemento de distinción es un pequeño rótulo que pone Restaurante El Cabanyal.
El timbre anuncia tu visita. Como en cualquier casa de toda la vida. Es una casa. Es vida. Hay que llamar.
Bienvenido a una casa. Lo que es. Un salón con espacios muy diáfanos, una cocina un poco más grande lo normal y Maribel, todo lo que quieres buscar y todo lo que puedes encontrar.
En el rincón de la sala hay una contraventana abierta para que el rayo de sol de la tarde, entre.
En El Cabanyal no hay tiempo, hay sensaciones.
En cada estación del año hay algo diferente.
El alma es la misma.
Maribel se sienta en ese mágico rincón que, sin saber por qué todo el mundo elige, y espera que los comensales acaben de disfrutar de una sobremesa que casi se junta con la cena. Le esperan sus hijos, pero sabe, que su trabajo es lo que manda en su vida… como le ocurrió cuando regentaba una inmobiliaria y las circunstancias le obligaron a cambiar de rumbo.
Y se encuentra Maribel con la oportunidad. O “lo que es una necesidad se convierte en pasión” de comenzar una nueva vida. Y lo hace. Y busca a gente maravillosa como es Mari Fe, “Chiqui”, que cree en su proyecto y se mete en la cocina. Ni le tosan. Sabe lo más que los viejos del lugar, cada día más jóvenes. Y piensa Maribel que, juntas, y con algún campeón más, serán capaces de hacer sonreír a Vicente, el peque que todo lo sabe, y a María, que todo lo tiene por descubrir.
Y en este cálido hogar me estoy olvidando de Javier, que vino con todas las algas del mundo para demostrarme que debo volver al mar.
Le pido perdón.
Maribel sale al quite. Todavía me está estudiando. Hace una radiografía perfecta de la gente que va a su casa. Es suya. Está en su derecho.
Y le da una sardineta a Javier porque la última lechuga de mar no era tan perfecta como para hacer uno de sus platos estrella. Menos mal que “Chiqui” lo malcría y se le aguanta. No es posible la perfección con las algas. Todavía, en algunas partes del mundo, son libres.
Javier saca pecho y puede hacerlo. Va a ser padre dentro de muy poco y desea que su familia forme parte de este genial proyecto.
Hay humedad en los ojos de ambos, de Maribel como anfitriona y de Javier como proveedor.
Hay vida como la que recibe el restaurante, cada día, a través de los buenos amigos que le traen el mejor pescado fresco o simplemente comprueban que la carne tenga el punto exacto para ser cocinada.
Y nos presentó Maribel una titaina del Cabañal que además de los elementos tradicionales (algunos secretos de la familia) llevan el alga Codium.
“Me querían matar cuando añadí el alga a este plato sagrado. Ahora, todos lo piden”.
El Alga Codium potencia el sabor que se mueve entre el berberecho y el percebe. Es carnosa y aterciopelada. Es mar.
Y pasamos a las alcachofas confitadas con langostinos pelados y salteados. No me deja decir más. Añado. Sublime.
Seguimos con una sepia en su propia tinta con su “melsa”, buen aceite, mejor perejil y un extraordinario ajo. Sin algas.
Porque el grande de los grandes viene con los buñuelos de merluza con gambas con la espagueti de mar y envuelta en lechuga de mar.
De ahí viene el enfado de “Chiqui” a la hora de hacer el envuelto. Con perdón.
Como final y dejándonos muchos platos en la cocina que volveremos a probar, nos presentó Maribel, el arnadí.
Su arnadí.
Sin más.
Javier Morcillo me descubrió un nuevo espacio donde, además de la mejor y más cuidada gastronomía y un servicio de primera, hay un pequeño lugar donde se puede pensar mientras un rayo de sol interrumpe la penumbra de una antigua casa llena de luminosidad.
Es lo que vi y sentí. Es lo que les invito a conocer.
El Restaurante El Cabanyal está en la calle Reina 128. Su teléfono es el 963561503.
Bienvenido al mundo marino.
Llame para entrar. Y no crea que todo lo que les ofrece Maribel y su equipo son algas, que tiene para elegir todo tipo de platos hasta decir basta.
Desde pescados, arroces, carnes, mariscos y…
…Javier, sigue en su mercado de Ruzafa. Conforme entras por la puerta grande, dos paradas entre las mejores frutas y enfrente de una charcutería que nos vuelve a la paz entre el mar y la tierra.
Vale la pena.
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Un comentario en
Charo el 1 octubre, 2019 a las 8:21 pm:
Me encanta la descripción que haces del restaurante y de las personas que forman ese magnífico equipo que mi querida hermana a reunido. Me siento orgullosa de todo lo que a conseguido gracias a su esfuerzo y tenacidad.