21 abril, 2017
Por Maria Salvador y Vanessa Bó
Al mismo tiempo que los Reyes hacían entrega del Premio Cervantes al escritor Eduardo Mendoza, la cata Cervanvino rendía homenaje a la novela española más universal, El Quijote, en un claro alegato por el vino y la literatura del Siglo de Oro.
Las primeras referencias al vino aparecen en el Cáucaso unos 7000 años antes de Cristo, en ámbitos como la ganadería, el comercio y la artesanía, obteniendo cada vez más presencia en eventos festivos y religiosos, especialmente en la zona del Mediterráneo. Sin embargo, el vino llega a la Península con los fenicios y los griegos en el 800 a. C, se mantiene durante la Edad Media, incluido el periodo de Al Andalus, y entra en pleno auge en la sociedad castellana de los siglos XVI y XVII, con incipientes citas al vino durante el periodo literario español más rico.
De esa época ha recuperado la cata histórica Cervanvino, que se celebra anualmente, textos de plumas ilustres de nuestra literatura como Lope de Vega, Quevedo y Miguel de Cervantes. Celebrada este año en el hotel madrileño de Las Letras (Iberostar), los actores de la compañía teatral Escarramán nos hicieron descubrir los vinos blancos y tintos de La Mancha, servidos en tradicionales jarras de barro y elaborados a imagen y semejanza de hace cuatro siglos. Para acto seguido compararlos con los vinos actuales de las bodegas manchegas, de las variedades estrella de la zona, Airén y Cencibel /Tempranillo.
Tras la cata y como broche final, los asistentes han tenido la oportunidad de degustar vinos procedentes de las 11 bodegas pertenecientes al Consejo Regulador de las provincias de Albacete, Ciudad Real y Toledo.
El vino en el Siglo de Oro era una bebida nada elitista y su calidad variaba en función de la clase social que lo consumía. A menudo picado o avinagrado, se le solía añadir azúcar, miel o canela, práctica procedente de Roma. El vino era entonces un complemento de la dieta y era ecológico debido a condicionantes climatológicos, mientras que los vinos ordinarios se solían guardar en “pellejos”, preparados para aguantar el paso del tiempo.
En la obra El Lazarillo de Tormes la primera comida que se le ofrece al niño es la sopa de vino, pero no son las españolas las únicas menciones a esta bebida; el escritor Shakespeare cita frecuentemente en sus textos el Jerez y el Vino de Canarias.
Gregorio Martín-Zarco, presidente de la DO de La Mancha, ha afirmado que estas menciones son una muestra más de cómo el vino está ligado a nuestra literatura y cultura, “a la historia de los hombres y no solo en España, sino también en el extranjero, donde aparece como algo especial, diferente». «El vino está recuperando la parcela en la cultura que tenía y de hecho el mercado interior ha sufrido una subida”, ha añadido.
Porque ya lo dice la sabiduría popular: “por San Miguel, vino y miel” y “vino de un año, me hace daño; vino de dos, bendígalo Dios”.
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