Hablar de Napa Valley y la Borgoña es hacerlo de dos de los grandes ‘puntos cardinales’ del mundo del vino. Pero no sólo eso, también es hacerlo de dos zonas productoras que son ejemplo en materia de enorturismo, especialmente la primera. Ambas han sido una inspiración en la que se miran como si de un espejo se tratara algunas firmas que hoy conforman la oferta más destacada del enoturismo en la Comunidad Valenciana.
El primero de ellos tiene un referente claro en la Comunidad: Finca Hoya de Cadenas. Es el enoturismo en su máxima expresión. A lo grande, como todo en el país de las barras y estrellas. Es el proyecto enoturístico de Bodegas Gandía y, a día de hoy, el que más visitantes recibe anualmente en la Comunidad Valenciana. Con un impulso similar, aunque iniciado de manera especialmente fuerte hace dos años, encontramos el proyecto de Vegamar, la firma ubicada en Calles, que ha logrado fidelizar muchos seguidores a través de la bodega urbana Vegamar Selección que abriera hace año y medio en la calle Colón de Valencia.
Ambos puntos de influencia, Napa Valley y Borgoña, fueron dos de los viajes que iniciara un joven Toni Sarrión con el proyecto de Mustiguillo casi en ciernes. Allí se empapó de la manera de trabajar la viticultura y la elaboración, pero también tomó como si de una esponja se tratara todo lo que de experiencia turística se ofrecía en aquellas zonas productoras, en las que, ya por entonces, se contaban por decenas de miles los visitantes que cada año peregrinaban hasta las bodegas. Allí se dio cuenta el excelente enólogo que es Sarrión que, además de hacer buenos vinos, tenían que enseñarlos en el escenario idóneo. Y eso es hoy Mustiguillo, una bodega en la que se palpa la pasión por lo que se hace en cada rincón, y cada rincón está preparado para ser testigo de la admiración de los visitantes.
Otro que pateó como nadie el Valle de Napa y la Borgoña fue Pepe Mendoza, hoy un pilar fundamental en Bodegas Enrique Mendoza. Y lo mismo que Sarrión, vio la necesidad de cuidar el envoltorio con el mismo mimo que los viñedos y los vinos. Así nació la bodega de la firma en Alfaz del Pi, hoy otro centro de peregrinación obligatoria para los amantes del buen vino.
En el mismo saco de la excelencia podríamos situar a Hispano Suizas. La firma de Pablo Ossorio, Rafa Navarro y Marc Grin, nació con la misma filosofía: fusionar grandes vinos con el escenario idóneo. Hoy la sede de la firma es de visita obligada. Lo mismo se puede decir de Chozas Carrascal, un ‘chateau’ en pleno San Antonio de Requena, pedanía que también cuenta con la parada obligada de Dominio de la Vega, uno de los ‘templos’ del cava.
Otra de las firmas que va a cambiar el paso en la materia es la que regenta Adolfo de las Heras. Bodegas de Utiel cambiará la cara a finales de marzo de manera espectacular, con la finca El Renegado como base principal de operaciones. Otro que ha visto en primera persona y en numerosas ocasiones cómo se rentabiliza el enoturismo en Napa Valley. Y Adolfo es el empresario en estado puro. Así que su firma va a dar que hablar mucho en materia de turismo del vino. Y así podríamos seguir recitando firmas: Pago de Tharsys, todas las componen Terres dels Alforins, Vegalfaro… que han visto en el enoturismo uno de los pilares más importantes de cara al futuro, aunque también lo está siendo en el presente. En los dos modelos que han inspirado muchos de estos proyectos han descubierto un nuevo modelo de negocio.
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Un comentario en
María Saíz Lázaro el 7 marzo, 2015 a las 9:07 am:
la idea tiene mucho futuro porque está muy demostrado que en este tema como en casi todo lo que más funciona es el boca/boca y en el caso del valle de Napa llevan en ello más de 30 años.