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Bakery & Burger. Pasen y disfruten.

22 diciembre, 2016

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José Antonio López
En estas fechas tan especiales me he empeñado en hacer un reportaje distinto en un lugar igualmente distinto. Si me lo permiten, en un sitio más popular, incluso más dicharachero. Y lo encontré gracias a mi amigo César.

Estoy en la puerta de Bakery & Burger en Blasco Ibáñez, a la altura del número 29 esquina. Son las doce y media y parece que están regalando algo por la cola que hay.

Ni una mesa libre en el interior y tampoco en la terraza. Es un continuo devenir de gentes de todas las edades. Nadie se va. Prefieren esperar. El equipo de Bakery se multiplica para que todos tengan su sitio y se encuentren bien. Labor difícil, pero no imposible.

Salen unos y entran otros. Tengo tiempo de ver un local normal, sin grandes pretensiones ni en la decoración ni en el montaje. Una barra de servicio, una sala interior, cómoda hasta la eternidad, y una terraza bañada por un sol que se agradece después de tanta lluvia. En el centro una “mini tienda” donde se pueden comprar desde gominolas hasta portafotos (…).

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César Olmos lleva toda su vida en la hostelería.

“Desde que en la mili me tocó encargarme de la cantina, ya no he podido dejar de hacer lo que más me gusta, dar de comer y beber a las personas que buscan algo bueno, un poco distinto, pero dentro de lo normal”.

Después de la mili ha montado pubs, restaurantes, tabernas y, desde hace tres años, está al frente de este nuevo hijo Bakery & Burger.

César advierte mi cara de asombro en cuanto a que cada vez hay más gente y, lo que es más extraordinario, se esperan a ser atendidos o a que una mesa se quede libre.

“No hay ningún secreto. Yo creo que estoy dando lo que la gente me pide. Mi oferta gastronómica es la que la gente busca. Buen producto a un mejor precio, y sobre todo, que abarque a todo tipo de gustos, desde los más sencillos a los más sofisticados”.

Lo que queda es trabajo, trabajo y trabajo.

“Abrimos a primera hora de la mañana. Desayunos, almuerzos, comidas, meriendas, cenas y copas, que es donde estamos montando el fuerte ahora”.

Y perdonen pero me da la risa. Están promocionando las copas, en un local bendecido por la clientela.

El equipo es mágico. Se multiplica y además acierta de pleno en el servicio, sonrisa incluida, cuando ha de mover una o dos mesas para que los grupos se vayan acomodando. Aquí, a estas horas, un café con leche y un croissant. Justo al lado, una cerveza con buñuelos de bacalao, en todo el local, paz y amistad y, sobre todo, alegría. Ideal para cargar las pilas.

“Tenemos un desayuno desde 2,30€ y un menú diario desde 9,90€ de ahí en adelante. Además los combinados los hacemos de la forma tradicional. El gin tonic es eso, sin poner selvas ni macetas en la copa”.

Y aquí reímos con ganas porque ambos defendemos la postura de lo natural y no de lo cargado. Ustedes ya me entienden.

A las trece horas ya está todo reservado para comer, pero no sé cómo se lo monta César (ni me lo dice) para organizarse y que nadie se quede sin servicio.

Me siento un momento para probar algunas de las especialidades de la casa. Al mismo tiempo respeto el momento de más trabajo de César.

Ante mí, una copa de Azpilicueta crianza 2012 y con ella un plato de reyes, la ensaladilla rusa dispuesta a abrirse paso entre las mejores del reino.

En la carta, como sugerencias, las croquetas caseras, los nachos con guacamole y queso cheddar fundido, los fingers de pollo de corral con salsa barbacoa, los buñuelos de bacalao o las anchoas del cantábrico.

Cortas sugerencias, pero suficientes para abarcar a todo tipo de público.

Estoy con la ensaladilla, que es una más que generosa ración.

Leo e investigo los seis tipos de hamburguesas que se me ofrecen o la selección de bocadillos entre los que destaca el Bakery compuesto de mostaza antigua, pepinillos, cebolla caramelizada y ternera a la plancha. Así se hace.

Y mientras, me alegra ver que hay hasta un menú infantil. Recibo unos buñuelos de bacalao a los que respeto sin ir a por ellos, con la ilusión de que duren para siempre.

Extraordinarios.

Dejo el último vino para acompañarlo con una tarta de queso y arándanos realmente sabrosa.

Y sigue viniendo gente y no se notan ruidos indeseables ni voces más altas que puedan distraer el momento de disfrutar de una cocina sencilla y sabrosa.

Así es Bakery & Burger, en Blasco Ibáñez a la altura del 29 haciendo esquina.

César y su equipo a lo suyo, y un servidor agradecido por haber tenido la posibilidad de compartir un día de Navidad, con buenos amigos. Míos y suyos desde el momento en que se decida a visitarlos.

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