Jaime Nicolau / Fernando Murad
Señalaba Pablo Ossorio esta semana en la presentación de Esencia de Vegamar, tinto y cava, que estos dos productos de alta gama vienen a completar un proyecto que comenzaron rehabilitando los cimientos de la casa, con los varietales, y que suponen la llegada al ático de Vegamar. Y allí que nos llevaron Pablo, Tania Arastey y Mari Paz Quílez, la enóloga de la bodega, una figura que siempre destaca como fundamental el propio Ossorio, «pues es realmente ella la que ‘hace’, durante todo el año, los vinos». Lo mismo que la batuta como directora de orquesta de Tania Arastey.
La metáfora es más que acertada. La llegada de Ossorio a la dirección técnica estableció hace casi una treintena de meses un nuevo rumbo para la firma de Grupo Disber. Esa travesía se ha visto reforzada con notables galardones y reconocimientos a los vinos que fueron llegando a la saga. Los varientales Garnacha, Merseguera o Merlot Rosé, o productos de la bodega con giros notables como Vegamar Blanco o Crianza.
Y en estas estábamos cuando hizo su aparición en los certámenes internacionales Esencia de Vegamar tinto. Lo que sabíamos de él es que era un vino para el segmento alto pero, casi sin haberlo podido catar y conocer, ya estaba recogiendo galardones en prestigiosos concursos.
Cuenta con una imagen tan especial que incluso la etiqueta les ha causado algún pequeño quebradero de cabeza. Es una lámina de madera y obra, como es habitual en Vegamar, del Estudio Pedro González. También es obra de él el espectacular packaging de ambos productos.
Pero resulta que Esencia que el parto no iba a ser sencillo. Venían gemelos. Y al igual que el vino tenía en Ossorio el alma mater, en el cava de Vegamar el artista es José Hidalgo. El enólogo y gerente de Unión Vinícola del Este es el artífice de casi la mitad del cava valenciano. En el caso de este Esencia Hidalgo ha buscado la innovación a través de un vanguardista coupage de Chardonnay y Garnacha tintorera, trabajada esta última como blanc de noirs. El resto, 20 meses de botella y un producto que resulta espectacular. Tanto en sí mismo como en su presentación, pues la botella es especial e incluso el cierre de grapa le confiere un aspecto más que elegante.
Y así ha amueblado Vegamar su ático. No ha ido a lo fácil con muebles nórdicos. Se ha ido a la elegancia y la brillantez. 5000 botellas de cada producto, para que de verdad sea algo único y diferente. El precio: 20 euros en ambos casos.
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