Luis Toledano
Va a ser éste un blog algo inusual pues cada vez que me pongo a escribir me siento como El Llanero Solitario, llevando la contraria a todos mis colegas cuando llega la hora ociosa en el bar de Luismi.
En nuestro viaje vamos a ir viendo los diferentes puntos de vista que tienen los jóvenes como yo respecto al mundo del vino. Empezamos con una pequeña anécdota que me ocurrió en el bar en el que nos juntamos los viernes al terminar la semana. El bar de Luismi, nuestro particular Mauricio Colmenero.
El día comenzó intenso, después de una dura jornada de estudios me disponía a vivir una tarde ‘cervecera’ con mis colegas para debatir los planes del fin de semana. Esa tarde iba a cambiar la perspectiva de muchos, sin saberlo. Ya en el bar, mis amigos y yo nos encontrábamos sentados en una de las mesas que daba al expositor de Luismi, nuestro ‘barman’ de cabecera. Fijé la mirada en la cantidad de productos que había en la estantería, casi todos con más polvo de la cuenta. Y decidí salir de la rutina de siempre y probar algo nuevo. Ese detalle iba a ser más importante de lo esperado.
Con un partidazo de fútbol en televisión un viernes, esas cervezas fresquitas iban a tener un sabor aún mejor. Luismi tomaba nota de lo siempre, hasta que en un abrir y cerrar de ojos comentó: «Aquí falta uno por pedir», y con una mirada que imponía me dijo: «Tocayo, tú no has pedido». En ese momento, la indecisión se apoderó de mí. Volví la mirada de nuevo a esa gran variedad de bebidas del expositor, no sabía si la decisión iba a ser la correcta, pero la tomé. Le pregunté sobre una botella de color vino que tenía colocada en el borde de la estantería y que había dejado un círculo en la misma. Me dijo que eso era mosto. Le contesté que me pusiera un vaso. Los ojos de mis colegas se clavaron en mí. Yo no entendía por qué. Rápidamente Pablo fue al grano: «¿Qué coño has pedido?”. «Hay que salir de la rutina», contesté, sin darme cuenta de lo que mi respuesta iba a generar.
Comenzó un debate de ideas surgidas a borbotones de mi vaso de mosto. Por una parte, mis amigos defendían lo habitual y yo quería dar pie a la búsqueda de nuevos sabores. Me apreté, va por mi abuelo, dos vasos y el sentimiento de culpa no apareció en mí. Me parecía una bebida excelente para combinar con cualquiera de las tapas con bastante pringue, otra por el chache, que sirve Luismi. Además, que la bebida esa estaba de p.m. Ahora he convertido en un habitual el vaso de mosto con unas patatas bravas. A partir de esa tarde, surgió en mí la idea de investigar en el mundo del vino. Había dado el primer paso hacia todo lo que sale de la uva. La idea de probar algo nuevo, de conocer nuevos sabores, ya se había instalado en mí. En la segunda entrega les hablaré de mi propuesta para uno de nuestros botellones. ¿Saben por dónde voy no?
Se advierte al usuario del uso de cookies propias y de terceros de personalización y de análisis al navegar por esta página web para mejorar nuestros servicios y recopilar información estrictamente estadística de la navegación en nuestro sitio web.
0 comentarios en