12 agosto, 2016
Corrían otros tiempos. El tranvía llegaba todavía a la Malvarrosa. No tenía aire acondicionado ni el sigilo de ahora. Se le oía venir, más que se le veía. Los poblados marítimos, como casi todos los barrios entonces separados de Valencia, estaban salpicados de bodegas que dispensaban vino y licor a granel. La peregrinación hasta allí era notable. Onzas, medias onzas, chavos incluso de mistela, coñac, vino… Estamos bien metidos en el siglo pasado e incluso en el otro. Eran los barrios por los que paseaban para inspirarse Blasco Ibáñez, Sorolla o Benlliure. A un paso de su playa.
Pero Valencia creció y fue engullendo esos barrios que, sin saberlo, estaban firmando una sentencia casi de muerte. Los políticos y sus guerras iban a acabar con ellos. Pero volviendo al tema hoy, si recorremos esos barrios, una de esas bodegas emerge con notable belleza. Se trata de Casa Montaña, a la que Emiliano García ha convertido en un templo gastronómico y que, sin saberlo, representa una metáfora desgarradora.
La gente que entra en Casa Montaña se impresiona y admira el local y la casa que lo acoge, el mural de su fachada exterior, su puerta, sus enormes barricas, sus toneles. Emiliano ha hecho con Casa Montaña, lo contrario que los políticos con el barrio del Cabanyal-Canyamelar en el que se asienta. La ha mimado. Ha respetado su origen y ha sacado mucha punta a su encanto. Y muchos de los que admiran Montaña han pedido el derrumbe de medio barrio. Qué incoherencia. De hecho, sigue siendo punto de encuentro de políticos, empresarios y artistas.
Volviendo a Emiliano y Montaña. García es natural de Requena y esa mano se deja notar en una oferta que trata igual de bien la gastronomía que el mundo del vino. En Montaña se sirven vinos por copas, recordando aquellos años muy pasados. La oferta cuenta con una notable presencia de vinos autóctonos en constante rotación. Fíjense en la pizarra que corona la barra. Ahí tienen las recomendaciones.
En la parte gastronómica, lo que uno quiera. Desde tapear con un vermut casero con las afamadas habas estofadas de Montaña, hasta unas bravas que tardará en olvidar. Guiños al pasado del barrio marinero como las croquetas de bacalao, las clóchinas, el atún marinado, las anchoas o los pescados frescos, elevan un listón que rematan unas fantásticas carnes.
En Montaña van a poder olvidarse del tiempo, viajar a la época de sus abuelos, disfrutar de una notable oferta gastronómica y de grandes vinos. Volver a un pasado con mucha clase. Esa que nunca debemos olvidar y, mucho menos, dinamitar.
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2 comentarios en
Mari Fermi el 14 agosto, 2016 a las 11:36 am:
Casa Montaña, Establecimiento emblemático.
Bob el 14 agosto, 2016 a las 12:47 pm:
Gracias a Emiliano.Un luchador desde los 70 que se merece lo que ha conseguido.
Un gran abrazo