13 junio, 2016
Jaime Nicolau / Fernando Murad
Ya han comenzado con la cuenta atrás para el gran estreno. Como los grandes actores van sintiendo en el estómago las cosquillas del día grande. Mañana martes estrenan el proyecto más ambicioso de su dilatada trayectoria profesional. Los hermanos De Andrés: Javier, Jorge, Cristina y Miriam, nos reciben en un Veles e Vents al que, de la mano de su partner Heineken, han cambiado la cara para que sea referente gastronómico, cultural y formativo de la cocina valenciana. Saben que tienen un reto complicado, el de un edificio espectacular que todavía no ha sido capaz de empatizar con la ciudad. Pero también tienen claro el objetivo: dibujar una sonrisa en el Veles haciendo aquello a lo que su madre Lola les enseñó: «Ser unos grandes anfitriones». Y no lo dicen en balde, de hecho Javier recogió el Premio Nacional de Gastronomía 2013 al Mejor Director de Sala. Va en los genes. «Nuestra madre fue pionera en sacar un caldero de arroz al centro de la mesa», porque la gastronomía es disfrute y felicidad en compañía.
La fórmula por la que han optado en esta aventura es compleja a la vez que ilusionante. Quieren democratizar la gastronomía en este emblemático edificio. Así a partir del martes en el Veles e Vents podrán encontrar una Arrocería/Brassería a pie de agua, junto al canal. En la primera planta se ubicará una cervecería espectacular con una oferta más canalla. Y, para una segunda etapa, quieren llegar a albergar en el edificio la alta gastronomía que ya mostraron en La Sucursal, en el cielo del Veles. Pero la oferta es mucho más ambiciosa, y aquí es donde entra su partner Heineken. En la planta baja se alberga también un espacio cultural que combinará exposiciones de artistas locales con otros foráneos de prestigio internacional. Y por último, la etapa de formación, pues el edificio también es sede de la Fundación Cruzcampo y su ‘factoría de cocineros’ y albergará las prácticas del Grado gastronómico de la Universidad de Valencia. Sí, mucha tela. Así va a ser el nuevo Veles.
Y para ponerle la anhelada sonrisa al edificio los hermanos De Andrés tienen clara la fórmula: Javier y Cristina ejercerán lo que mejor saben hacer en la sala, mientras Jorge y Miriam la dibujarán desde los fogones.
A dos días de la inauguración sólo ellos saben cuán largo ha sido el camino. «Ha sido un proceso muy largo y costoso, pero no podía ser de otra forma porque es un edificio complejo a sí mismo. Lo que percibimos es que hay expectación porque se abra el edificio por primera vez con un sólo operador. Y esto es también responsabilidad con un proyecto que aglutina cultura, formación y gastronomía y con el que estamos ilusionados. Es el proyecto de nuestra vida. Es un edificio que nunca debió dejar de mirar a la ciudad y queremos que sea un edificio emblemático para los valencianos», señala Javier mientras sus hermanos asienten. «Tenemos muchas ganas de que empiece todo. Estamos emocionados, ilusionados y nerviosos a la vez», le secunda Miriam. Su hermana Cristina se acuerda de todos los años que llevan trabajando en ello, con proyectos comunes pero separados (dos de ellos, Coloniales y Vertical, siguen en marcha) y lo ve «con ganas de la reunificación (sonríen) y de estar todos juntos». Jorge desde los fogones, se atreve con un símil más taurino. «Yo me siento como los toreros que van por la mañana a ver el ganado a la plaza. Pero ya en capilla y nerviosos».
Con todo lo complejo que parece el proyecto, lo tienen tan claro que lo resumen en una frase de Javier: «queremos democratizar la gastronomía del Veles y que no fuera solo elitista. Que uno pueda encontrar según el momento del día o la apetencia personal una oferta». Y tienen muy claro cómo conseguirlo. «Lo primero que encontrará el visitante al entrar al hall, junto al espacio cultural, será una arrocería con concepto de brasa. Una arrocería contemporánea respetando la cocina tradicional valenciana. El arroz va a tener un protagonismo fundamental. Así lo ha tenido en nuestra historia. Luego encontraremos, una planta más arriba, una cervecería más canalla», explica Javier de Andrés –no podía ser de otra forma teniendo a Heineken de partner– que toma aire antes de continuar. «Es un espacio más abierto a todo el mundo con una oferta muy asequible y divertida, picante, ácida. En la tercera planta, en esta primera fase, llevaremos a cabo eventos. En un futuro cercano queremos que albergue nuestro restaurante gastronómico. Recuperar la filosofía de La Sucursal que nos dio una enorme visibilidad. Alta gastronomía y servicio reivindicando ese Premio Nacional al servicio de sala del que presumimos porque es una faceta que trabajamos mucho y a diario.
Y dicho todo así parece que es un proyecto muy complejo, pero cada uno tiene muy marcado su papel. Jorge lo resume con un «somos orgánicos. Uno es el músculo, otro el cerebro, otro el corazón y cada uno aporta lo suyo». De nuevo habla Javier, que hace de director en esta orquesta de grandes músicos. «Miriam va a estar al frente de los pequeños detalles. Desde ese menú diferente, control de calidad… Jorge está más para las grandes cosas. Las grandes celebraciones, los eventos… Miriam piensa en micro y Jorge en macro lo que les hace muy polivalentes. Y Cristina va a estar en la atención al cliente. Va a ser la sonrisa del edificio», sigue argumentando Javier.
Se hace un silencio porque ha tocado el punto clave. El objetivo que esta familia se ha propuesto conseguir con el emblemático Veles e Vents. «Hemos descubierto que los edificios pueden sonreír. Que pueden ser simpáticos o antipáticos para la ciudad. Y eso es lo que queremos lograr. Queremos dibujar una sonrisa al Veles. Y de eso se va a ocupar Cristina con la atención al cliente como una seña de identidad de la que siempre hemos presumido», explica convencido de cada palabra antes de que tome la palabra Cristina. «La clave es que tenemos que lograr que la gente que venga a este edificio se sienta como en su casa. Y también me parece importante que nos conozcan a todos y sepan nuestra historia familiar». Jorge se suma rápidamente. «Es muy importante esto último. Miriam y yo hemos estado muy metidos en la cocina y la gente nos tiene que poner cara. Tenemos que ser capaces de divertirnos trabajando porque eso será lo que transmitamos. Estamos felices porque este sitio está hecho para ser feliz. Es un centro de trabajo espectacular». Así es, pero también añade que esto una presión extra, pues «tenemos la responsabilidad de que para mucho turismo internacional estamos en un edificio que debe ser imagen de la ciudad y somos un poco embajadores con los clientes que vienen de fuera de Valencia», añade Javier.
Y es que en esta familia hostelera, quizás la más importante de la Valencia gastronómica, todos caminan en la misma dirección. Todos admiran a sus hermanos y les ven como los mejores en su campo. Miriam señala a Javier «como el motor, Jorge el creador con una cabeza que le va a 100 por hora y Cristina sería la más tranquila y la maestra de la sala. Aunque si tuviera que resumir cómo son todos tengo claro que muy creativos y, sobre todo, tremendamente trabajadores». Tampoco se olvidan de su excelente equipo. Jorge es el hombre de las frases directas. «La fuerza del lobo está en la manada», señala al hablar del excelente equipo con el que cuentan.
Jorge y Miriam comenzarán a dibujar la sonrisa desde los fogones. Lo tienen muy claro también. «Unir en un mismo espacio toda esta oferta hará que todo el mundo tenga hueco en el Veles gastronómicamente hablando».
Todos ellos empezaron hace 40 años en un bar en el que se divertían detrás de la barra. Les encantaba transmitir esa diversión a la gente. Y eso es lo que quieren seguir haciendo porque «la gastronomía debe servir para transmitir felicidad y diversión a la gente».
Y más allá de la gastronomía, el edificio va a ser también un espacio cultural. «Estamos encantados con nuestro partner Heineken y la faceta cultural va a tener un enorme peso con exposiciones de artistas valencianos, pero también internacionales. El programa de exposiciones va a ser brillante. También la parte formativa es muy importante. Tanto con la Fundación Cruzcampo con un proyecto muy maduro con el que llevamos cuatro años. A esto hay que sumar la formación universitaria acogiendo las prácticas del Grado de Gastronomía de la Universidad de Valencia. El Veles es inmejorable para la formación.
Y así es como se resume el proyecto que arranca el martes. Fogón encendido, puertas abiertas y ser unos excelentes anfitriones son las armas de la familia De Andrés para que el Veles vuelva a sonreír.
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Un comentario en
Paula Sintes el 14 junio, 2016 a las 3:28 pm:
Enhorabuena! Siempre es una satisfacción revivir un edificio «antiguo» y,éste, sin serlo,se veía amenazado de muerte prematura. Para cuándo el bautizo, o,mejor dicho, la confirmación?