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Vinos de Parcela, de Pueblo y de Finca, para agarrarse con fuerza al origen

25 septiembre, 2025

Jaime Nicolau

El origen, lo que supone de esencia, singularidad y diferenciación, es cada vez más valorado por el consumidor. Hace tiempo que la Denominación de Origen València trabaja «escuchando» a quién va dirigido un producto como el vino. Hace escasas semanas veía la luz el primer Vino de Parcela de esta Denominación de Origen. Era un primer botón como muestra de un ejercicio que trae también las figuras de Vino de Pueblo y Vino de Finca. La idea es presumir de las unidades geográficas menores y su singularidad. Parcelas, Pueblos y Fincas capaces de dar una uva de gran calidad con la que hacer vinos singulares. La fórmula, a priori cargada de sentido común, está repleta de una burocracia excesivamente lenta en un sector que se mueve por campas. Ahora, después de todo ese recorrido administrativo, las nuevas figuras de la DOP València son una realidad.

«Hemos querido empezar desde el principio viendo qué es lo que está sucediendo con el consumo. El consumidor, especialmente el español, tiene una cultura vinícola muy limitada con respecto a franceses, italianos, alemanes e, incluso, portugueses. Incluso diría que hay países no productores tienen una cultura del vino muy alta, porque como no producen tienen que comprar y necesitan tener un criterio para poder elegir. Entonces tienen cultura vinícola. Por eso normalmente los anglosajones, que tradicionalmente no son países productores, tienen una cultura vinícola alta y de ahí además se explica que la inmensa mayoría de centros de formación como los Master of Wine o las revistas más prestigiosa sean anglosajonas. Y es que hemos pasado de un consumo habitual, cotidiano porque lo tenías ahí, a ese consumo en el que necesitas una cultura y una formación para poder hacerlo», analiza Salvador Manjón, presidente de la DOP València.

Y es que ese es el contexto en el que nacen las figuras comentadas. «A partir de ahí, nosotros lo que tenemos que hacer es poner en valor la diferenciación de nuestros vinos frente a los demás. Hoy una Denominación de Origen no necesariamente implica una diferenciación de calidad, pero si sigue manteniendo una diferenciación de origen porque es lo que da valor. Si queremos llegar a los consumidores, tenemos que poner en valor esa diferenciación que da el origen», explica Manjón. «Al final, la valorización es el objetivo final. Si no hay valorización, no hay relevo generacional, no hay mantenimiento de viñedo, no hay economía circular, no hay nada de nada», añade. Por eso conseguir esa valorización es el principal objetivo. Cómo alcanzarlo es lo que hay que definir y es donde ha trabajad la Denominación de Origen València. «Creemos que hay unos hechos diferenciadores que tienen un valor y por lo tanto nosotros lo que tenemos que hacer es ponerlos en la mesa y que el consumidor los conozca. Nosotros tenemos más de 200 kilómetros desde Alto Turia hasta Clariano, con una franja aproximadamente de 100 kilómetros o 120. Es decir,  tenemos una superficie mucho mayor que Rioja, o mucho mayor que otras denominaciones de origen, con cuatro subzonas con grandes diferencias entre ellas: de altura, clima, suelo, variedades… y con estas nuevas  figuras lo que pretendemos es convertir lo que pudiera parecer un inconveniente en una virtud y una diferenciación», reflexiona el presidente..

Y es que ese viraje del consumidor obliga a darle más información sobre el origen y lo que hace ese vino diferente. «El consumidor no quiere saber si es Alto Turia únicamente, por ejemplo. Quiere que le digas qué es Alto Turia y por qué ese vino es singular. Básicamente esa singularidad la tienes que conseguir mediante una diferenciación de origen. Por lo tanto, nosotros, todas las herramientas que queramos desarrollar para diferenciar nuestros productos y valorizar los en el mercado tienen que ir avalados por una diferenciación de origen», señala el presidente.

Es un proyecto al que han tenido que dedicar mucho tiempo pues los trámites administrativos para ello son los que son. «Lo primero que hicimos fue retomar un proyecto que ya venía de antes y que eran las unidades geográficas menores. Proyecto que otras denominaciones de origen han desarrollado más rápidamente que nosotros. Eso no significa que nosotros no lo tuviéramos desarrollado y no significa que nosotros no estuviéramos trabajando ya en ello desde hace muchos años. Ahora lo único que hemos hecho ha sido darle el impulso final y es por lo que ahora ven la luz las unidades geográficas menores  con todo lo que estos proyectos suponen administrativamente en un sector que funciona por cosechas y la parte administrativa evoluciona muy lentamente. Hace más de un año publicamos las unidades geográficas menores. Hace casi dos se aprobó en el pleno y fue enviada a la consellería. Vamos que estamos ante un proceso que lleva dos años ponerlo en marcha. Pueblo, Finca y Parcela son esas unidades geográficas menores. Cada una de ellas dentro de una subzona y dentro de una denominación de origen. Esto ha dado lugar a esas tres figuras de origen: Vino de Parcela y Vino de pueblo (ya aprobadas) y Vino de Finca (En Trámite y verá la luz en breve)», explica de manera didáctica Manjón. «Nosotros no podemos actuar sobre el consumidor, pero sí podemos actuar sobre darle la información para que le ayuden en la decisión de compra», añade.

¿Y qué intenta la DO València con esto?, pues que la diferenciación sea una de sus banderas y para eso ha ido algún paso más allá. «Nosotros intentamos aprovechar esa diferenciación para ir un paso más allá.  Queremos darle un valor mayor a ese vino. Para eso hemos sido mucho más restrictivos a la hora de las condiciones para elaborarlos. Primero las variedades que ya están limitadas a la parcela en la que está ubicada, o la finca o el pueblo. Pero luego, dentro de nuestras posibilidades podemos establecer cuáles son los rendimientos máximos por hectárea. Y para cada una de esas figuras establecemos una rebaja sobre el rendimiento máximo autorizado dentro de la Denominación de Origen. Es que de otra manera era inviable y quedarte a medio camino.  Si nosotros no somos capaces de transmitirle al consumidor que el valor de esa unidad geográfica menor es más alta, no estamos consiguiendo absolutamente nada. Por lo tanto, tenemos que intentar conseguir en la medida de lo posible que esa unidad geográfica menor, cuanto más pequeña sea la identidad geográfica, mayor será el valor», termina explicando Manjón.

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