José Antonio López
Empieza nuestra semana grande. Grande de verdad. Que vamos a disfrutar de las más grandes Fiestas del Mundo, con permiso de esas otras Fiestas también más Grandes del Mundo y que unen en amistad e ilusión a las distintas Comunidades y ciudades de España, que, pese a quien le pese, es nuestro país, donde vivimos, donde trabajamos cada día y nos sentimos orgullosos de él.
Quiero romper una lanza a favor de nuestros compañeros de hostelería de Valencia que comienzan unas jornadas de trabajo que rondan las tropecientas horas al día.
Todos están preparados para ofrecer el mejor servicio, cada uno de ellos en su área, y dejar muy alto el pabellón de nuestra tierra.
Con un par.
No están pensando en las horas, ni en la dureza del trabajo, ni en nada que no sea ofrecer, cada uno desde su sitio, la mejor gastronomía, el mejor servicio y una imagen inigualable y dignísima de nuestra ciudad y cultura. Hágase extensivo, por favor, a todas las ciudades que también celebran la tradición fallera.
Sin embargo siempre está el Tonto inútil que aparece cuando menos se le espera.
Todo está a punto, pero, el Tonto monta su puesta en escena en cualquier momento, en cualquier lugar. Empezamos porque es un individuo dispuesto a descalificar a todo el mundo. Proyecta sus frustraciones en los demás.
He oído conversaciones en las que se manifiesta la gran cantidad de pasta que van a ganar en la hostelería en nuestras Fallas. No se han parado a pensar en la inversión, las horas, la contratación de personal, la puesta a punto de los negocios, el esfuerzo en ofrecer lo mejor, a precios competitivos, que hay que hacer.
No.
El tema es que los bares y restaurantes están llenos.
El Tonto criticará que no se le atienda, en menos de diez minutos, a la hora punta de entrar en un abarrotado establecimiento.
El Tonto criticará que no puede entrar a los aseos de establecimientos si no consume, aunque sea un café, o por lo menos pida permiso para utilizarlos, cosa común y que la mayoría de veces es aceptada.
El Tonto derramará el jabón del servicio, acabará con las toallitas de papel, guardará en la bolsa esa copa de cristal que le ha gustado y, si puede, echará a correr para no pagar una consumición de unos cuantos euros.
EL Tonto se quejará de que la tostada está fría cuando ha estado ocupando una mesa de seis con un café y ha tardado dos horas en leer un periódico que, por cierto, es el de la casa.
Algunos Tontos colgarán en la red, bajo anonimato, lo mal que han sido tratados y servidos durante nuestras Grandes Fiestas.
Me estoy adelantando, lo sé, pero ya me dirán ustedes cuando, al finalizar nuestras Fallas, los Tontos se dediquen a desprestigiar nuestro gremio con opiniones magistrales que rayan en la imbecilidad.
Hoteles, bares, restaurantes, tascas, chiringuitos… todos estamos, en la Gran Familia de la Hostelería preparados para ofrecerles lo mejor de nosotros mismos. Podemos equivocarnos, y quién no, pero, en ocasiones especiales, una palmada en la espalda y una sonrisa hacen milagros.
Vivan las Fallas.
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