19 julio, 2024
Olga Briasco / Fotos: Alfons Rodríguez
Un manto verde se extiende en el horizonte dejando un paisaje único e inusual. Un lugar en el que la naturaleza ha ocupado la tierra con pinares que dan refugio a encinas monumentales y el ser humano ha moldeado un terreno cultivando vides que hoy crecen fuertes, algunas de ellas desde hace más de cuarenta años. Un paisaje de 540 hectáreas que hace 39 años cautivó a Adolfo de las Heras, que al verlo vio el lugar idóneo para comenzar un proyecto enológico que hablara de esa singularidad paisajística y de esa historia que se escondía tras la finca El Renegado. Para embotellar todo aquello fundó Bodegas y Viñedos de Utiel —hoy Bodega Nodus—.
Una historia que se ha construido poco a poco, cuidando aquella vid que hasta su llegada crecía casi salvaje, reestructurando el viñedo y siendo pionero en incorporar nuevas variedades, como la merlot o la cabernet. La vid era importante pero también ese entorno natural que protege las parcelas y las aísla las unas de las otras, otorgando esa peculiaridad que tiene el terruño. Sobre aquel territorio Adolfo comenzó un camino basado en la calma, la tradición, las raíces y el buen hacer que le llevó a embotellar vinos jóvenes, descubrir nuevos coupages —combinaciones de uva— y formas de elaboración.
Es fácil comprender esa responsabilidad desde la encina que preside la bodega. El aire, la paz y el silencio, solo roto por algunas máquinas que trabajan el campo, ayuda a entender la importancia de preservar ese terreno y el desafío de embotellarlo. Un reto que asumió Adolfo de Las Heras Polo cuando tomó el relevo de su padre en 1991. Lo hizo siguiendo el camino andado y respetando ese legado, pero aportando innovación, proyección y visión de negocio. También sumando variedades a las que ya había, que “mostraban una buena adaptación al tipo de suelo y clima”, como es el caso de la syrah, la chardonnay o la cabernet franc. De hecho, el propio Adolfo explica que “la chardonnay es una uva que se ha adaptado muy bien y da un buen vino”. Así, aunque la bobal ocupe el 80% del terreno, el otro 20% está conformado por hasta diez variedades de uva distintas —predominan tempranillo y chardonnay—, aunque en ese proceso de innovación se prueba la adaptabilidad de otras, como es el caso ahora de la albariño.
A aquella sala inicial de barricas se sumó una de más dimensiones, además de otorgar nuevas herramientas y tecnologías para hacer más eficiente el proceso, como esa línea de embotellado que no cesa de trabajar. “Apostamos por la tecnología para hacer mejor las cosas”, comenta el propio Adolfo. Entrar en esa sala es toda una experiencia sensorial, tanto olfativa como visual. Las barricas rodean un espacio en el que grandes depósitos de acero inoxidable copan la atención, más aún los que están fuera y quedan iluminados por el sol de verano. Gregorio Murcia, el bodeguero de Nodus, explica el proceso y detalla que la última fermentación en determinados vinos, comenta, se realiza en las barricas (de roble francés con distintos tostados y americano), que aportan “mayor complejidad”. Escucharle es entender los entresijos de la bodega, en la que lleva trabajando desde hace diecinueve años, y contagiarte de su pasión.
El salto cualitativo
Aquellos avances tecnológicos y de infraestructuras junto al buen hacer de Adolfo y su equipo permitieron elaborar vinos con mayores crianzas. Es así como como se pasó de Bodegas y Viñedos de Utiel a Bodegas Nodus en 2005. “El primer vino fue un chardonnay y su precio era de trescientas pesetas”, recuerda Adolfo riéndose. Ha llovido mucho desde entonces, tanto, que en la actualidad tiene una interesante colección de vinos comercializados con las marcas Nodus, Capellana, Chaval o El Renegado. Además, hoy todos sus vinos son ecológicos y la finca El Renegado cuenta con certificado ecológico. Datos que explica Almudena Dehesa, responsable de marketing y comunicación de Bodegas Nodus, y tercer pilar sobre el cual se sustenta la firma.
Paisaje y vino se vuelven a unir bajo una encina. Allí se descorcha un Nodus Chardonnay, uno de los buques insignia de la bodega. Es fresco, como el aire que corre allí, armonioso y con notas de fruta tropical y vainilla. Bajo Nodus también hay dos tintos, uno elaborado con Merlot (Nodus Merlot Delirium) y otro plurivarietal (Nodus Tinto de Autor). Una cata que permite entender la importancia del entorno y el clima para lograr esa excelencia en los vinos: “El invierno aquí es muy duro, pero más peligro tienen las heladas en primavera, que pueden estropear el viñedo cuando ya está la brotación hecha”. Debido a las altas temperaturas en verano, la vendimia de los blancos se realiza por la noche pues, al ser las temperaturas más suaves, permiten que la uva retenga mejor sus aromas. Por su parte, la vendimia de Ocho Encinas, que proviene de viñedos custodiados por encinas centenarias, se realiza a mano.
Una visita que pasa también por conocer el Mirador de Nodus, un gran ventanal con vistas a ese viñedo presidido por la encina y acondicionado para realizar eventos o celebraciones privadas. En sus paredes se aprecia la gran variedad de referencias que tienen, incluida la gama NGinVLC de ginebras o su vermut Descaro (blanco y tinto). Asombra ver la cantidad de referencias que tienen, y más pensando que hace diecinueve años comenzaron esta andadura. De esas etiquetas destacan las del vino joven de Bodegas Nodus En la parra y Chaval.
Una experiencia enoturística
Un proyecto consolidado en la parte vinícola desde hace años, pero faltaba recuperar la historia que se escondía tras la finca El Renegado y esa pared amarilla de la casa de labranza en la que todavía hoy se puede leer «colonia agrícola». Una historia que pudiera tocarse, sentirse y disfrutarse y qué mejor manera de hacerlo que convirtiendo aquella casa en un hotel. Y así nació el Hotel Entreviñas, que cuenta con una docena de habitaciones y dos apartamentos. Las habitaciones están muy bien cuidadas y tienen una personalidad única, algo que se añora en los nuevos alojamientos. Un lugar de descanso en el que disfrutar de este maravilloso entorno, pero también de una experiencia enoturística, ya sea realizando una cata, disfrutando de la vendimia nocturna, viendo las perseidas o dejándose llevar en una fiesta de verano.
Una oferta que completa el Gastrovino 8 Encinas, que ofrece una gastronomía tradicional asentada por los productos de la comarca. Desde principios de año está dirigida por Lorena y Quique, que hasta hace poco regentaban el conocido restaurante de El Chaparral (Serra). Ambos trabajan muy bien los arroces, pero aquí amplían la oferta para elaborar ollas, ajoarriero o perdiz escabechada. Todo ello armonizado con los vinos Nodus y disfrutando de una velada mirando al viñedo.
Propuestas que hacen aún más inolvidables las experiencias enoturísticas (Cata Dinámica, De la viña a la copa, Barricas y platos, Descanso Entreviñas y Viñedos y Sabores). “Todas nuestras catas se realizan en grupos reducidos para que las personas vivan la experiencia cómodamente”, explican. Tanto, que en 2023 más de dos mil personas disfrutaron de una experiencia enoturística. Y lo cierto es que descubrir este paraje, descansar bajo la sombra de alguna de las ocho encinas monumentales y beberse ese terruño a través de los vinos que elabora Nodus es una experiencia inolvidable, y más cuando en el Gastrovino 8 Encinas y el Hotel Entreviñas te sientes como en casa. Una visita a Bodegas Nodus en la que vuelves a conectar con la naturaleza, las raíces y con los pequeños placeres de la vida. Por algo Nodus significa unión e infinito.
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