David Blay Tapia
Si algo ocurre cuando ganas millones a espuertas (bueno, supongo, porque no es mi caso 🙂 es que te planteas fundírtelo o invertir. Al menos esas eran las dos opciones de la mayoría de los deportistas de élite de un tiempo a esta parte, aunque en los últimos años la crisis, los impagos de algunos clubes y la profesionalización de su entorno les han llevado a velar un poco por su futuro económico.
Muchos de ellos, acostumbrados a comer en los mejores restaurantes y a probar (en mayor o menor medida, según su grado de responsabilidad) los mejores vinos, ven en la hostelería una salida sencilla. Quizá no excesivamente lucrativa en comparación a sus cifras habituales, pero sí al menos acreedora de buena fama.
De hecho, hay muchos casos en todo el mundo de jugadores que han creado su propio concepto gastronómico… y a los que les ha funcionado. Es el caso del ‘Palapa del 10’ de Cuauhtémoc Blanco en Ciudad de México o de la mítica franquicia ‘Sportortas’ del colorido guardameta Jorge Campos, con presencia en California y Texas. Aunque no a todos les fue bien el camino, como ejemplifica su paisano Rafa Márquez, quien tuvo que cerrar en 2012 en Barcelona ‘La coronela’.
De lo que hay muy pocos es de verdaderos entendidos en viñedos, bodegas y caldos. Quizá porque elaborarlos supone mucho más que encontrar un local y dejarse asesorar en una carta determinada. Aquí se requiere conocimiento de la tierra, capacidad de decisión para saber si las barricas son las adecuadas, estar rodeado de gente que te diga lo que hacer y lo que no (algo a lo que ni por asomo están acostumbrados, habituados a séquitos complacientes) y visión de negocio a largo plazo.
Tanto es así que la primera aventura española de estas características acabó con la empresa en concurso de acreedores. Butragueño, Sanchís, Míchel, Martín Vázquez y Karanka crearon en La Mancha la Bodega Casalobos, en cuya aventura les acompañaban otros nombres ilustres como Miguel Bosé o Andrés Velencoso. Pero la cosa salió tan mal que en 2013 entró en quiebra y, pese a mantener su actividad, sigue buscando fórmulas para hacer frente a un crédito hipotecario de tres millones de euros.
Algo mejor pero con algún contratiempo está resultando la apuesta de Leo Messi. Pese a no ser de su propiedad, el argentino se vinculó a Casa Bianchi en su país y ésta rápidamente comercializó su vino ‘Leo’ (obviaremos la originalidad). Lo mejor que puede decirse de él es que el dinero recaudado a través suyo pasa directamente a causas benéficas, pero quizá no midieron bien el impacto de un nombre muy común, puesto que una bodega portuguesa tiene un producto con una nomenclatura similar y de momento les está impidiendo dar el salto a Europa.
Iniesta lo hace todo bien
Antes de hablar del sacrosanto goleador que dio su único Mundial de fútbol a España, lo haremos de un madrileño afincado en Valladolid que supo aprovechar su paso por la Ribera del Duero para establecerse, jugar muchos años en Primera División, llegar a ser internacional e invertir en un negocio que aún hoy sigue en crecimiento.
Creada en 2002 bajo la dirección de los hermanos José y Javi Moro (tercera generación de viticultores), su 10% de inversión le llevó a ser uno de los fundadores de ‘Cepa 21‘, donde a posteriori también ha colaborado económicamente Ronaldo. El bueno. El brasileño. Bueno, ya me entendéis :-).
Fue una de las primeras ‘bodegas modernas’ y no sólo ha crecido en número de botellas (empezó por 30.000 y ya se distribuye en más de 50 países) sino que tiene su propio restaurante y planea construir un hotel rural. Sí, hay lugares como éste sostenibles en España.
¿Y qué pasa en Fuentelbilla? Pues que la familia de Iniesta ya tenía viñedos en su día y él, que creció dando patadas a un balón entre aquellas cepas, optó por adscribirse a la pequeña Denominación de Origen Manchuela y empezó a cosechar medallas al tiempo que consolidaba su calidad futbolística… y humana.
Con la variedad Bobal como abanderada, dicen los que han probado ‘Corazón Loco’ que tiene personalidad. El tinto, por ser muy afrutado y acompañarse de Tempranillo y Syrah. El blanco, por las frutas tropicales que le confiere la original mezcla de Verdejo, Sauvignon Blanc y Moscatel. Y el rosado por su frescura.
Y si alguien no cree lo que le contamos, ojito a la Guía Peñín: 91 puntos para el Corazón Loco Premium 2010, 90 para el Dulce Corazón Blanco 2013, el Finca El Carril Tinto 2011 y el Finca El Carril Hechicero 2010. Y con 89 todavía rasca zona Champions el Corazón Loco Tinto 2012.
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3 comentarios en
Paola Giglioni el 1 julio, 2018 a las 6:49 am:
Curioso que hables de un «un madrileño afincado en Valladolid que supo aprovechar su paso por la Ribera del Duero para establecerse, jugar muchos años en Primera División, llegar a ser internacional e invertir en un negocio que aún hoy sigue en crecimiento» y no digas su nombre. Él es José Antonio García Calvo. Según el artículo, que está mal redactado por lo informal y su gramática, da a entender que este exfutbolista es uno de los hermanos José o Javi Moro.
Jaime Nicolau el 1 julio, 2018 a las 7:55 am:
Siento discrepar. El artículo está perfectamente redactado por un periodista muy profesional. Releemos una y otra vez el párrafo en cuestión y el futbolista en cuestión siempre ha querido estar en un segundo plano en este proyecto, pero muy lejos eso de la confusión que usted plantea. Su interpretación de la lectura es la que parece incorrecta. De todos modos, gracias por leernos y por su crítica constructiva. Saludos.
Toya el 18 abril, 2021 a las 5:37 pm:
No entiendo de fútbol pero de vino si entre un 1 y un 10 le doy un 3