31 diciembre, 2020
Cuando alguien ha sido bendecido con el título de restaurante de la semana en la Guía Hedonista, es evidente que encierra algo especial. Puede ser un plato, una historia, la valentía de abrir un negocio de hostelería en plena pandemia mundial o todo a la vez.
Lo que está claro es que Artes Gráficas, antaño cuna de la transición bocadillera del aparcamiento en el Paseo de la Alameda a las gradas de Mestalla, se está erigiendo junto a la calle Chile y adyacentes en uno de los referentes gastronómicos de la ciudad. Y Apapacho viene a completar un puzzle que parece, sin embargo, no tener fin en cuanto a piezas extra se refiere.
Ya se ha hablado de cómo Óscar Pecero (México) y Ana Llopis (Valencia) confluyeron en San Sebastián. Pero poco hemos profundizado todavía en cómo acompañar los productos de mercado que cada día exhiben ante su clientela.
Y no es un tema baladí, porque el Master en Sumillería por el Basque Culinary Center de la parte femenina del binomio confiere una personalidad propia a la carta de vinos. Hasta el punto de haber decidido apostar por no incluir la opción de maridaje en su menú degustación. Incluso en ocasiones ni siquiera esperar a que quien se siente pida consejo. Directamente rebusca en sus elecciones especiales, escogidas en base a productores poco conocidos por lo general, para completar la experiencia sin el yugo de los nombres clásicos.
Porque Ana ha decidido incluir a su tierra (y por ende, a diversas regiones de España) en sus ofrecimientos, pero también algunos de los caldos que más le han marcado en su trayectoria. Procedentes de Portugal, Francia, Chile o California. Con la espina de no haber encontrado todavía algo que le apasione en la cercana Italia.
Así, si miramos cerca encontraremos el Simeta, el Rafa Cambra Uno o el Micalet desde la tierra dels Alforins o el Bobos de Hispano Suizas cambiando el registro hacia Requena.
También podremos acogernos, cuando solicitemos recomendaciones, no solo al muy de moda Godello sino a muchos Riesling, una de las debilidades de la encargada de la sala.
Pero, sobre todo, constataremos tres certezas: que no hay momento malo para abrir si ofreces algo diferente, que la clientela local comienza a dar (por fin) la misma importancia a la carta sólida y la líquida y que incluso en las peores circunstancias hay gente pidiendo Mauro o 200 Monges.
Y eso que nos hemos dejado los tequilas que su suegro le trae cuando las fronteras con México están abiertas. Uno de ellos, por cierto, que solo se vende allí y que rara vez llega a territorio europeo. Pero eso, como decía Conan, ya es otra historia.
Se advierte al usuario del uso de cookies propias y de terceros de personalización y de análisis al navegar por esta página web para mejorar nuestros servicios y recopilar información estrictamente estadística de la navegación en nuestro sitio web.
Un comentario en
Teresa el 7 enero, 2021 a las 7:29 pm:
Bebimos 200 Monges, a la altura de todo.