30 June, 2021
Al volante del MINI 100% Eléctrico de ENGASA visitamos una de las bodegas más irreverentes y canallas del arco mediterráneo. Una inmersión 360º en una manera de ser donde DISFRUTAR es ley.
Texto: Rubén López Morán Vídeo y fotografía: Vicent Escrivà / Fernando Murad
Todas las buenas historias son las que pasan de padres a hijos, de abuelos a nietos. De generación en generación, con la intención de seguir creciendo; de seguir arraigando en la tierra, al fin y al cabo, de la tierra que están hechas. Como las que nos han traído hasta aquí: a La Font de la Figuera. Donde se asienta una bodega que hunde sus raíces desde 1950, y que tras tres generaciones de hombres y mujeres, ha modelado un paisaje tanto estético como ético, hoy amenazado por una forma de ver la vida incapaz de salir de las cuatro paredes de un despacho de una capital cualquiera.
De esto tratan estas pocas líneas que quieren alinearse en la cuartilla como las viñas sobre el campo infinito. De hablarles de una manera de entender la vida como un brindis. Un brindis por la vida que vale la pena ser vivida. Y en este caso particular, bebida también. Aquella que respira ilusión y esfuerzo por los cuatro costados. Aquella que se asienta sobre un mosaico que como una colcha de cuadros cae a los pies de una montaña modesta, acogedora, el Capurutxo, que vigila atento los caminos emprendidos por unas gentes que conocen muy bien de qué va esta historia.
Que la felicidad se cultiva a diario como las vides; que no nace espontánea, que, por el contrario, se dibuja en los surcos de las manos, de los rostros, porque estamos hechos de tiempo que pasa, de la lluvia y la luz que cae del cielo, y el precio que se paga por malbaratarlo es la libertad. Y que la única manera de aprovecharlo, de recuperarla, es vivirlo con y para los demás. Con la gente querida y con la que se cruza en tu camino: porque, qué somos sino caminos, caminitos, unos largos, otros cortos, unos rectos, otros enrevesados, llenos de curvas y curvitas, que a veces se les concede el deseo de brindar con una copa de vino en la mano. En este caso, con vinos Arráez, nacidos para beberse y vivirse.
Tres generaciones de viticultores
Toni Arráez Calabuig continuó el camino emprendido por su abuelo, por su padre. Recogió el testigo y siguió el suyo propio. Uno que le ha llevado por unos derroteros completamente desconocidos en el mundo del vino cuando aterrizó en la bodega familiar allá por 2007 tras bregarse en otros paisajes. Un trayecto que él describe como irreverente, gamberro, democrático, alejado de la grandilocuencia y arrogancia de otras épocas. Un camino que emprendió para devolver al vino al lugar del que nunca tuvo que ausentarse, el de hacernos humilde compañía. Que eso del cuerpo, la nariz, la estructura, el paladar, el ribete, la lágrima, todo eso está muy bien para los entendidos y los puristas, pero que sus vinos, aparte de sobrarles calidad y literatura, se beben muy bien, y se recuerdan aún mejor, porque si tus nombres y etiquetas no te diferencian en un mundo tiranizado por la imagen, estás muerto. Y vive Dios que los vinos de Toni están vivitos y coleando.
Con Mala Vida comienza todo
Con el Mala Vida comenzó toda esta aventura en 2010, fue el que marcó el eje directriz de un proyecto que les iba a conducir dos años más tarde a un Vivir Sin Dormir, toda una declaración de intenciones apoyado ya por un ejército de hombres y mujeres, un equipo de Vividores y Vividoras, que hizo suya la manera de ser de un Bala Perdida, porque a esta gente lo que le va de verdad es el Cava Sutra, eso sí, cada oveja con su pareja, ¿verdad Toni? 😄; para cerrar el círculo estos últimos años con una gama más seria, siempre entre comillas por moderna, Los Arráez. Unos vinos que en parte desandan el viaje emprendido, porque todo hombre agradecido trata su pasado con respeto, porque siempre se acaba volviendo. Y ese pasado, aquí, en La Font de la Figuera, en el paraje natural de Terres dels Alforins, se encuentra en las parcelas de unos valles y montañas bañados por el sol amarillo de la meseta castellana y la brisa azul del mar Mediterráneo. Un territorio de variedades ancestrales –Verdil, Arcos, Monastrell, Merseguera, Forcayat-, hoy recuperadas por una generación de viticultores que tiene por bandera el territorio, el respeto y admiración por el entorno, el marco, el color de la tierra, los perfiles, y las cepas viejas de sus mayores. Léase los Pablo Calatayud, Daniel Belda, Rafa Cambra, Miguel Velázquez y compañía, es decir, Toni Arráez Calabuig.
Tienes más razón que un santo Toni. La vida son cuatro días a veces mal contados. Que nos vendieron la moto con aquello que llegamos a este valle de lágrimas para sufrir. Y de eso nada mariposa. A otro perro con ese hueso. Que la vida muy al contrario es un regalo. Y así hay que vivirla. Las 24/7. Esto es, las 24 horas del día, los siete días de la semana –buen nombre para otra de tus referencias marca de la casa, eh, compañero 😉–. Que la tierra donde hoy arraiga tu nueva bodega, que se mimetiza con el paisaje gracias a sus rectas líneas, abancaladas, y al color ocre de sus paredes, que dentro de unos años estará camuflada por esas falsas parras, siendo a los ojos de los visitantes una viña más, pincelada de los colores de las estaciones, bien merece un brindis al sol y a la luna, al día y a la noche, a la alegría y al amor. ¡Brindad hermanos y hermanas, que no hay mejor verbo que case con el imperativo que este de brindar por todos nosotros y nuestros compañer@s! ¡Salud Toni y hasta la vista!
MINI 100% Eléctrico
Desde el máximo respeto por el medio ambiente, no podía haber mejor compañero de viaje a Bodegas Arráez, en La Font de la Figuera, que el MINI 100% Eléctrico de ENGASA. Un CERO emisiones con una autonomía homologada de 230 kilómetros. Un vehículo que rezuma MINI por donde lo mires. Con unas líneas de empaque deportivo, robustas, hecho para disfrutar de una conducción delicada y ágil: 184 CV de potencia y de 0 a 100 Km/h en 7,3 sg. Con varios modos de conducción, Sport, Mid, Green y Green +; un interior amplio y cómodo, y un acabado marca de la casa. Con un nervio y docilidad hechos a nuestro estilo. Un estilo disfrutón y que supone una declaración de intenciones. Porque MINI 100% Eléctrico trae consigo un doble compromiso: por nuestro planeta y por nuestra manera de querer ser mirados. Como todo un clásico con alma joven. Un espíritu con ganas de comerse el mundo al que está plenamente conectado gracias a MINI Connected, un conjunto de aplicaciones y servicios inteligentes que te ayudan en el día y a día y hace que conducir sea más seguro y divertido.
Por si no los pudiste ver, aquí tienes el resto de vídeos de la serie. Que los disfrutes.
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