19 agosto, 2020
David Blay
Comentaba con un amigo la semana pasada una anécdota que le ocurrió en uno de sus primeros viajes a Francia: lo primero que hizo al cruzar la frontera fue pedir un Borgoña. Y, más allá de encontrarse un buen vino, se preguntó qué tenía de especial respecto a todos los que había probado al otro lado. Y la respuesta fue sencilla: nada.
Hemos crecido conociendo más estados de América que pueblos españoles, merced a las películas que vimos en nuestra infancia. Y, por ende, también al despertar hedonista le hemos sumado en el imaginario colectivo una suerte de misticismo hacia los caldos franceses y hasta estadounidenses. Aunque afortunadamente ya nos hemos dado cuenta de que lo cercano tiene el mismo nivel, sino mejor en muchos casos.
Quizá por eso es difícil encontrar puestos en los Mercados Municipales de la Comunitat Valenciana que apuesten por etiquetas que trascienden las nacionales. Y, aunque requieren de una búsqueda exhaustiva, alguno queda todavía en pie.
Curioso es el caso, sin embargo, de la parada Delicies Quesería Francesa (con el apellido El Pecado Gourmet) que podemos encontrar en el Mercado de Denia. Y digo que es curioso porque tras más de 10 años en el lugar, su propietario Eric Daboineau cerrará la persiana en breve. Pero para trasladarse definitivamente al restaurante El Cheese, basado en los mismos productos que ha vendido desde su llegada a España.
Allí encontrarán los amantes de esta combinación vinos y champagnes del país vecino (es casi obvio el comentario), pero combinados de una manera tremendamente peculiar y muy alejada de los estereotipos comunes.
Más mediterránea si cabe es la propuesta de La Bottega, en el renacido Mercado Rojas Clemente de Valencia. Una tienda, por cierto, que supo reinventarse durante la pandemia y gracias a pedidos a través de WhatsApp y cobros mediante la aplicación Bizum sobrevivió al confinamiento casi mejor que cuando éste comenzó.
Todos sus productos son italianos y van variando en función de la temporada. De hecho, debido al general desconocimiento de esta región habitualmente acompañan la conversación telemática con sus clientes con recomendaciones precisas para degustar con su queso pecorino, la burrata que vuela nada más llegar o su cotizada mortadela.
Quizá no suenen demasiado en el imaginario colectivo, pero por si alguien quiere investigar y descubrir nuevos horizontes se nutren de bodegas como Cincinatto, Molino a Vento, Cantine Leonardo da Vinci, Lambrusco Grasparossa, Centorame, Cadia o Zaccagnini.
Pero si hasta aquí ha habido notas curiosas, la que cierra esta serie nos retrotrae hasta mediados del siglo XIX. En 1853 nacía en Burriana la forma artesanal de servir productos de charcutería de La Cabanenca, que casi 175 años después ocupa varios puestos en el Mercado Municipal de la localidad castellonense.
Y es en varios de ellos donde, de manera sistemática a lo largo de la temporada, ofrecen la posibilidad de degustar sus productos acompañándolos de distintos vinos, habitualmente locales y nacionales pero en ocasiones también con un cariz alejado de las fronteras españolas.
Quesos, fiambres y carnes diversas se mezclan con arroces clásicos al horno o fideuàs con foie, a los que el maridaje internacional añade el contraste necesario para mezclar la enorme tradición de la marca con la modernidad a la que han sabido llegar sobreviviendo a más crisis y pandemias de las que nuestra generación (por suerte) ha tenido que padecer.
Si te perdiste los dos primeros artículos puedes leerlos aquí:
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