29 December, 2017
J.A.L.
Voy a saludar a Vicente, que lo tenía un poco abandonado. La pregunta de rigor es, ‘¿trabajas o vives aquí?’, porque, amigos, vayan a la hora que vayan, Vicente está detrás del mostrador o atendiendo a alguien.
Nos damos un abrazo y, en su cara, noto que quiere contarme algo que le llena de satisfacción. Este tremendo profesional que aprendió desde muy niño a realizar un trabajo perfecto a base de horas, y mayor esfuerzo, llevando adelante el negocio familiar que mantuvo, con mucho orgullo y satisfacción de la parroquia durante mucho tiempo, no puede esconder que ha encontrado algo distinto que ofrecer.
Y lo tengo a la vista porque vamos a recorrer el mundo selecto de Vicente en la adquisición de sus jamones, de todo tipo, y de los que se encuentra orgulloso. Vicente viaja por toda España y está en contacto con una cartera de proveedores que le ha costado muchos años acoplar y que hoy son como de la familia.
De ahí que la presentación de sus productos la hace como si él fuera quien los elabora. Aquí estoy viendo los jamones, los lomos, las sobrasadas, los salchichones y chorizos, las longanizas, las… “madres mías” que no sabes donde mirar. Pero tranquilo, que aún queda el repaso obligatorio a esos salazones, esas conservas y su escaparate de quesos al que hay que ponerle seguridad.
Tremendo, una vez más este Vicente Castillo, que desde El Guiño demuestra su pasión y entrega a la gastronomía. Pregúntenle por los vinos.
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