14 octubre, 2020
Colin Harkness / Twitter: @colinonwine / Instagram: colinharkness53
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Mi visita de hace poco a las Bodegas Finca Collado empezó sorprendiéndome y continuó en la misma línea.
Todo estaba como una balsa de aceite cuando llegué a una bodega desolada por lo que veía en un día soleado y que presumía de una agradable brisa, así como de la reciente bajada de las temperaturas. Un clima perfecto. Mientras desde la ciudad de Sax me dirigía allí, los suelos comenzaron a cambiar de un color blanco tiza a un arcilloso claro. A veces, como si fuera la cola de un tejón, había vetas blancas otra vez, lo que indicaba una mezcla interesante de diferentes tipos de tierra.
Sobre los campos crecían olivares, almendros, algunos árboles frutales y, conforme me acercaba a mi destino, viñedos, la mayoría con pocos frutos porque aquí la cosecha se acercaba a su fin. Aunque las palmeras escaseasen, Neil Diamond estaría de acuerdo conmigo en que el ambiente era relajado.
Bueno, si me preguntan entre bastidores, y por mi contacto y amigo Samuel, diría que había algo más que un ambiente calmado, tranquilo y apacible. En realidad, Samuel no iba a estar conmigo durante la visita, el tour, las conversaciones, la cata y la comida. ¿Por qué? Pues porque todavía estaba en el hospital después de presenciar el nacimiento de su primer hijo, un niño sano que nació por la noche. La mujer de Samuel tuvo que ir rápidamente al hospital pronto por la mañana. ¡Enhorabuena, familia!
Estaba listo para volver a casa y visitar la bodega pronto. ¡Siempre y cuando Samuel fuera capaz de dormir un poco durante los próximos días o quizás semanas! No pasa nada. No obstante, la hermana de Samuel, Candela, que era maravillosa, no tenía ese problema. Iba a quedarme y, con la ayuda del entusiasta e increíblemente innovador Joan, enólogo jefe, el tour iba a llevarse a cabo como si nada (¡O casi nada!) hubiera pasado.
Joan había estado fuera en los campos echando un vistazo a las uvas restantes de Finca Collado. Uvas Monastrell, casualmente. Llegó unos minutos más tarde, después de que Candela me contara un poco sobre cómo había comenzado el negocio, cómo estaban las cosas en aquel momento y mostró su preocupación por la pandemia, tanto desde el punto de vista sanitario como desde el punto de vista empresarial. También me habló sobre los planes futuros para la finca.
Finca Collado se fundó en el año 2003 y aprovechó una bodega que se había usado para vinos a granel. Mi corazonada sobre la composición del suelo era correcta, pero se quedaba corta, ya que hay cosas que no pude ver cuando estaba conduciendo. Los suelos de los viñedos son algo salinos y la concentración de sal es mayor cerca de la pequeña laguna, que ahora está seca. Y todo debido a que en una época hace millones de años toda la zona estaba bajo el mar.
Esta diversidad de suelos da lugar a un estilo de vino único, con gran concentración de fruta, sí, pero envueltos también en una sutil mineralidad… Pero, eh, ¡me estoy adelantando a los acontecimientos y la degustación no había empezado aún!
Finca Collado ocupa 100 hectáreas, aunque solo 15 son viñedos. La producción es limitada. Los viñedos son de Monastrell, y tienen desde 50 años, como los que están plantados cerca de la zona de la laguna y que se usan para su célebre Ví de Sal, hasta los 60 años, como los que utilizan para su magnífico Delit de Monastrell. Los viñedos de Cabernet Sauvignon y Merlot tienen 30 años. También cultivan Garnacha y Cariñena para los tintos además de Chardonnay, Moscatel, Malvasía y Merseguera para los blancos.
A pesar de la pandemia, Candela me explicó que aun así estaban encantados con el enoturismo, aunque con aforo limitado. No me sorprende: el entorno es bonito y los vinos, sublimes. Nos sentamos con una botellita de agua fresca debajo de los árboles donde se encuentran las mesas para las catas y los barriles para que los visitantes prueben al final del tour y para que, con suerte, compren algo en la tiendecita antes de marcharse.
El comercio local todavía funciona, los vecinos y clientes de más lejos vienen a menudo para recoger sus cajas de vinos. Sin embargo, como en todas las bodegas (y otros negocios), la Covid-19 ha perjudicado de manera muy significativa las ventas nacionales y las exportaciones. ¡El sector del vino necesita nuestra ayuda!
Cuando vino Joan, fuimos en primer lugar a la bodega. En realidad, allí fue donde nos quedamos. ¡Y menuda experiencia de degustación! Por supuesto, soy un periodista de vinos apasionado. Me encanta el vino y, quiero probar tantos estilos diferentes como pueda y, al mismo tiempo, aprender tanto sobre las variedades de uvas y la elaboración como sea posible y ahora, con la edad ideal.
Creo que Joan percibió este fervor en mi personalidad y me ofreció la oportunidad de probar uno o dos vinos emergentes de los barriles. La acepté con entusiasmo, evidentemente.
Bueno, este “uno o dos” vinos se convirtieron, una hora y media después, en 14 vinos distintos que se encontraban en diferentes fases de elaboración. Desde vinos cuya fermentación había empezado no hace mucho hasta otros que ya estaban acabándola, así como vinos totalmente fermentados y casi listos que ya habían permanecido en los barriles durante varios meses. ¡Vinos en primeur! Durante la comida también degustamos el primer vino blanco 100% Merseguera totalmente acabado, embotellado, pero sin etiqueta: Flor Malves, excelente.
A Joan le gusta usar barrica de roble francés, pero se asegura de que la madera suponga una ayuda sutil que añade longevidad y algo de sabor y matices aromáticos redondeando el vino. Sin embargo, permite siempre que el viñedo y, por supuesto, la uva, sean los protagonistas. Para conseguirlo, utiliza solo unas pocas barricas de 225 litros, pero prefiere las de 300, 500 y 700 y también fudres de gran capacidad.
Otra cosa que me pareció fascinante fue aprender por primera vez a brindar con vapor. Joan está experimentando con un par de barriles que han sido “vaporizados” a un equivalente de un tostado ligero o medio. El vapor, decía Joan, a altas temperaturas también carameliza la madera, pero no tanto como cuando se expone a las llamas. Por lo tanto, se disminuye la influencia del barril en el vino añadiendo un nivel extra de sutileza a la ya sutil barrica de roble francés.
No tengo suficiente espacio para detallar todos los vinos que probamos y sus diferentes fases de elaboración. No obstante, lo que les puedo asegurar es que Finca Collado, uno de los faros de la DOP Alicante, progresará basándose en su envidiable éxito (a juzgar por las catas que he podido disfrutar) y en los vinos que ya tiene en el mercado.
En resumen, digamos que recomiendo enormemente a mis lectores que les echen un ojo a los vinos de Finca Collado y que compren con confianza. ¡No os defraudarán!
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