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Todos se equivocan menos yo

6 abril, 2017

José Antonio López

Circula un chiste cuyo contenido es la alegría de una madre que asiste a la jura de bandera de su hijo al incorporarse al ejército. La mujer, llena de satisfacción, comentaba con su marido: “esto es genial, 3000 soldados con el paso cambiado y nuestro hijo lo lleva bien.”

Y viene al caso en que, una vez más, nos metemos en trifulcas que nadie busca y perjudican a todos.

Ahora resulta que, pese a quien pese, no se podrá aparcar, en las horas nocturnas, en el carril bus.

Estamos que se nos llena la boca de la cantidad de turistas que visitan nuestra ciudad. Que, además de otras industrias y comercios, Valencia se siente orgullosa de su gastronomía, y que nuestros cocineros y restaurantes llevan nuestra cultura a cualquier parte del mundo.

Se nos llena la boca y por lo visto no vale para nada.

Esta es mi opinión y que no tiene que ser compartida por nadie. Es la mía. Y digo y mantengo que el sector de la hostelería, el que más empleo crea en nuestra comunidad, es el más castigado.

Que si todas las terrazas tienen que ser iguales. Que si subimos impuestos a las terrazas. Que si los camareros deben saber idiomas, sicología del cliente y marketing a pie de mesa. Que si los servicios tienen que ser para todos, que si, que si…y a tragar. Más impuestos que pagar y a romperse la cabeza para conseguir ser competitivo en precios y calidad llegando a un límite que nadie se explica cómo se puede conseguir a no ser por dedicar mucho tiempo a la imaginación y trabajar más horas que un reloj para ganar una miseria.

Una miseria. Sí. A ver si alguien piensa que un menú de dos platos y postre por 12€ puede dejar mucho margen a un establecimiento al que se le exige calidad y servicio a tope.

Pues, con todo, aún se le puede dar una vuelta a la rosca y proponer que no se pueda aparcar, a las horas en que la ciudad se queda medio desierta, en el carril bus.

Me diga.

Aparcamientos públicos caros y no digo que no deban serlo. Las infraestructuras de estos negocios no son baratas y hay que rentabilizarlos. Pero es que, si además le complicamos la vida a los residentes y a los visitantes, mal llevamos las cosas.

Hasta ahora, este servicio al ciudadano no ha planteado problemas y si lo ha hecho, son mínimos. Ahora planteará problemas y serán máximos. Me pregunto que si, de verdad, nuestros políticos andan por la calle y preguntan a los ciudadanos. Si se preocupan por los comercios cuando, los fines de semana se cortan calles y avenidas para que los colectivos manifiesten sus reivindicaciones merecidas. En el día de más venta.

Me pregunto si realmente queremos seguir adelante con nuestra gran ciudad o vamos a poner la zancadilla para que todo se pare. No me traten de exagerado. Hay cosas que se pueden y deben hacer, pero hay que contar con todos los afectados, no tomar decisiones de las que se pueden arrepentir y luego echar marcha atrás.

Los males, desgraciadamente, ya están hechos.

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