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Tilenus y Raúl Pérez dan sentido global al minifundio en Bodega Biosca

28 enero, 2025

Jaime Nicolau / Foto y vídeo: Fernando Murad y Vicent Escrivà

Hay catas y catas. Citas ineludibles por compromiso y citas que son un compromiso eludir. No es fácil departir dos horas con el berciano Raúl Pérez, catalogado como ‘Mejor Enólogo del Mundo’ en dos ocasiones. Pero Bodega Biosca, en su nueva y brillante etapa de la mano de SGI Drinks, alineó todos los astros y de la mano de Tilenus Bodegas Estefanía, trajo este lunes a València a un enólogo de época construyendo una experiencia inolvidable para la florinata de la restauración valenciana. Porque catar vinos de Raúl Pérez con Raúl Pérez es algo tremendamente complicado con la agenda del ilusionista del vino berciano, que ha alcanzado los míticos 100 puntos Parker.

Arrancaba el acto Pepe Vallés, miembro del fantástico equipo que Susana y Sergio Pardo llevan años construyendo en SGI. Le tomaba el testigo Ester Blanco, gerente de Tilenus, antes de dar la palabra al maestro Raúl Pérez. Y es que Tilenus Bodegas Estefanía tomaba hace unos meses un camino en solitario después de varios cambios en la propiedad desde sus inicios para emprender una nueva e ilusionante etapa, con el mismo enólogo que inició el proyecto. «Llegué por 1999 con el objetivo de estar asesorando la bodega dos años y llevo 25», explicaba Raúl Pérez nada más empezar. «Es como cuando, a punto de entrar en la Facultad de Medicina, en 7 horas estaba en Requena para estudiar Viticultura y Enología, por eso en Valencia me siento como en casa», añadía Raúl.

El berciano de Valtuille de Abajo comenzó el acto haciendo un poco de historia. El proyecto nace cuando la familia Frías, que se dedicaba al mundo de la leche, vio como la legislación europea comenzaba a poner en riesgo su negocio y, con el objetivo de salvar al equipo que trabaja en la lechería, decidió cambiar radicalmente de sector y aventurarse al mundo del vino adquiriendo viñedos muy cerca de casa del enólogo, en la vecina Valtuille de Abajo. Ahí comenzó esa relación de asesoramiento que iba para dos años y hoy, lejos de tener fecha de caducidad, ha visto estrecharse los lazos entre Tilenus y el enólogo.

Con la mencía como el estandarte, y la godello como compañera de viaje, la impronta de Tilenus es hacer vinos que representen el lugar a través de un viñedo singular, que en el caso de la mencía llega a contar con parcelas de finales del 1800. «Si un paisano plantó esas uvas allí hace 130 años, será por algo», resumía Raúl.

Y comenzó una cata excepcional de una firma que «se ha soltado la melena» en una etapa que promete aventuras mágicas en forma de vinos.  El blanco Monteseiros abrió plaza para los blancos. La Godello en su cara más joven sin madera que proviene de unas cepas injertadas en propiedad y otra parte arrendada. Un buen punto de partida. Le siguió Entrecuestas 2022. Palabras mayores. Otra vez la godello pero en este caso de viñedo propio seleccionado y con los fudres de 1000 a 3000 litros como parte de su identidad en la elaboración. Nulo trasiego, las lías no se mueven… vamos la tan «manida» poca intervención que en el caso de Raúl Pérez llega a ser casi invisible cuando las condiciones lo permiten. Un vino longevo y tremendamente elegante. Pero de este hubo «bis», pues Raúl y Ester se sacaron de la manga la añada 2018, en la que se la jugaron en un ejercicio arriesgado que ahora en la copa es maravilloso. «No fue algo buscado. El vino tardaba en fermentar y luego comenzó a tomar un cariz que lo hacía diferente y decidimos dejarlo un año más antes de embotellar. La no intervención forma parte de la gran intervención porque asegura que no hay un vino igual. Porque si no hay diferencia no hay vino», señalaba el enólogo con la copa de Entrecuestas 2018 en la mano.

Llegó el turno de la mencía. Arrancó La Florida 2020. Proviene de un viñedo anterior a la Guerra Civil y que durante años iba a Pago de Posada. En concreto estas uvas son de la parte intermedia de la finca, con suelos arcillosos, compactos y rojos. Le siguió Pago de Posada, el Vino de Paraje de la firma. Una mencía elegante de viñedos centenarios encubado con raspón, a la que aplican maceraciones largas que llegan a superar los 25 meses. Cerró plaza Pieros 2015, elaborado con uva de viñedos de 1902 con rendimientos de menos de 1 kilo por cepa. Elegante, sutil, profundo y tremendamente fresco.

El último vino dio pie a la tertulia. A soltarse la melena, nunca mejor dicho. «El Bierzo nace cuando su gente dejamos de hacer ‘Riberas del Duero’ para hacer ‘Bierzos’ y dar sentido global al pequeño espacio. Aprendimos a compartir para hacer zona y trabajar de forma ‘no egoísta’. Pensamientos en voz alta. Reflexiones notables las de un viticultor con las cosas muy claras y que ha sido capaz de poner de acuerdo a la crítica de todo el planeta. Una voz más que autorizada, por tanto.

Un broche perfecto para una jornada espectacular en la que Bodega Biosca lució con un espacio espectacular que sigue siendo un santuario del vino en la ciudad de València gracias al excelente trabajo del equipo de SGI Drinks.

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